Suiza
Mi patria chica
Alfredo López-Vivié Palencia

En efecto, esas dos colecciones demostraron que una orquesta de cámara como ésta no se arredra ante el repertorio tradicionalmente reservado a sus hermanas sinfónicas o filarmónicas. Y lo mismo cabe decir respecto de lo que se escuchó esta noche: Mi Patria parece un territorio exclusivamente pensado para una orquesta grande -y además, para una orquesta checa-, pero la Chamber Orchestra of Europe puso de manifiesto de nuevo que ellos también pueden hacerlo, tanto más si, como en este caso, les guía una mano experta.
El sonido de esta orquesta es simplemente fabuloso. Sus 40 cuerdas no sólo tocan con un empaste inmaculado y una articulación milimétrica, sino que el conjunto suena maravillosamente homogéneo y compacto: todos comparten la misma seriedad y la misma profundidad para producir un resultado sonoro que es una mezcla perfecta de la tersura tradicional de las orquestas de toda la vida, y de la agilidad de las más recientes. El octeto que conforma la madera es la envidia de cualquier orquesta, con un sonido igualmente cálido y presente, producido por unos músicos que -supongo- deben respirar alguna vez, porque no lo parece. Y el metal puede presumir de un cuarteto de trompas sensacional.
En cuanto a Jirí Belohlávek, he de confesar que mis anteriores contactos con este director no me causaron especial impresión: tanto en vivo como en disco, siempre me ha parecido un maestro serio, pero discreto; un músico de buen oficio aunque de escaso beneficio. Tras el concierto de hoy, sin embargo, con la misma naturalidad reconozco que, o bien había yo tenido mala suerte, o -directamente- estaba equivocado. Porque Belohlávek puso sobre el tapete los dos ingredientes fundamentales para un buen desempeño directorial: el trabajo con la orquesta y el concepto de la obra.
Algunas interpretaciones de Mi Patria pueden llevar a pensar que se trata de una colección de poemas sinfónicos de tono desenfadado y festivo -la popularidad de ‘El Moldava’ tiene mucho que ver con esa idea- que revelan un nacionalismo hasta cierto punto exaltado. Belohlávek va mucho más allá, y presenta una auténtica narración histórica que no esconde sus episodios más truculentos, mediante la profundización en los entresijos de la partitura, puestos en más y mejor evidencia en este caso gracias a las proporciones de la orquesta; por otro lado, el maestro hace de dicha historia algo muy íntimo, entrañable, interpretación propia de quien conoce la pieza del revés (dirigirla sin la partitura delante es sólo una prueba secundaria de ello).
Behlolávek dejó que el arpa se tomara su tiempo para presentar el Leit Motiv de la obra; construyó con paciencia infinita todos los himnos de ‘Vyserhad’; no dejó sin escudriñar ninguno de los meandros de ‘El Moldava’; en ‘Sárka’ el episodio inicial de avance tuvo algo de ominoso, presagio de su tremebundo final; igual que la descripción de ‘Los campos y bosques de Bohemia’ no se quedó en mera contemplación; y seguramente lo mejor lo reservó para los dos últimos números, en los que hubo mucho más de dolor interior que de campo de batalla husita, y mucho más de superación personal que de celebración patriótica.
Para ello, Behlolávek dejó bien claro que había ensayado a fondo con su orquesta, a quien supo transmitir un pulso indoblegable tanto en el sonido como en los silencios -que los hubo, muchos y muy largos-; y de quien obtuvo una respuesta estupenda desde todos los puntos de vista: por ejemplo, la transparencia de la cuerda con sordina en ‘De los campos y bosques de Bohemia’, las intervenciones sobresalientes y constantes -no sólo en ‘Tábor’- de los dos clarinetes (quede constancia de sus nombres, Richard Hosford y Marie Lloyd), o el completísimo recital a cargo del platillero, cuya parte en la obra no es ninguna tontería, y menos dentro del concepto de Belohlávek.
El resultado fue una íntima sensación de plenitud, compartida por el público, a juzgar por el tono de sus aplausos, tan cálidos y compactos como el sonido que habíamos recibido durante los ochenta y pico minutos anteriores.
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