España - Cataluña
Jóvenes valores locales, a la altura de su cometido
Juan Krakenberger

Como ya es costumbre, el Festival Internacional de Música de Cambrils dedica uno de sus programas a valores locales. En efecto, el violoncellista Oriol Aymat nació en Reus en 1979, y Silvia Vidal es de Martorell y desde hace diez años es profesora de piano en la Escuela de Música de Cambrils. Una buena idea, sobre todo si el resultado es tan satisfactorio como en esta ocasión.
El programa se inició con una obra poco conocida de Boccherini, una Sonata en sol para violoncello y teclado, con tres movimientos: ‘Largo’, ‘Allegro alla militare’ y ‘Minuetto’. Muchas cuerdas dobles, sobre todo con una de las cuerdas al aire, produce la típica sonoridad del violoncello barroco -parecido a la viola da gamba- y los intérpretes cuidaron este aspecto, al mantener el violoncellista su vibrato al mínimo y la pianista con escaso uso del pedal. Destacó el ‘Allegro’, una alegre marcha militar, compuesta con buen humor. La versión fue correcta, y después de mínimas desafinaciones al principio, todo fluyó luego con soltura y buen quehacer. Música intrascendente que sale ganando cuando la sonoridad es correcta, como en este caso.
Luego siguió la prueba de fuego para un dúo de estas características: una de las Sonatas para violoncello y pianoforte compuesta por el jóven Beethoven, la op 5 nº 2 en sol menor, de 1796, cuando tenía 26 años de edad y trabajaba para el príncipe Lichnowsky en Viena. Las exigencias técnicas para ambos instrumentistas son considerables, más que las musicales. Esto es aún música poco profunda, pero -eso sí- con unos temas muy bien ideados, y de una elaboración esmerada. El ‘Adagio sostenuto e expresivo’ inicial es una especie de preludio al ‘Allegro molto piú tosto presto’ que le sigue, y la transición del primer movimiento al segundo fue muy bien resuelta creando la tensión y expectativa que así da realce al tema principal de este movimiento central. La sonata termina con un ‘Rondó: Allegro’, con otro tema que uno recuerda fácilmente, por su originalidad. La versión fue nuevamente muy correcta, y la pianista venció los escollos técnicos con gran aplomo- no 100% infalible siempre, sin que esto molestara al discurso- y musicalidad. El violoncellista, cuyo instrumento suena muy bien en colores suaves, pero resulta algo áspero en pasajes fuertes, cumplió su parte con excelente afinación y soltura.
En la segunda parte del programa, una obra muy interesante del ruso Schnittke, compuesta en el año 1976: su Primera sonata para violoncello y piano. Largo – Presto – Largo son las tres secciones que se tocan sin solución de continuidad. En los lentos el compositor sabe crear climas trágicos, lúgubres, de un cierto patetismo, y para no cambiar el estado de ánimo Schnittke convirtió el ‘Presto’ en un juego sonoro donde el violoncello provee los colores para pasajes del piano que siguen siendo patéticos y serios. Este ‘Presto’ empieza con un auténtico perpetuum mobile para el violoncellista, al cual le siguen otros recursos, técnicamente exigentes. No cabe duda que Schnittke tiene siempre algo que expresar, para lo cual recurre a recursos no siempre ortodoxos, pero efectivos. Se nota que nuestro joven dúo de intérpretes tiene afición para este tipo de música, que nos transmitieron de manera muy convincente.
Para terminar el programa, se programó lo que se llama ahora Suite popular española de Manuel de Falla, que no es otra cosa que la trascripción de seis de sus Siete canciones populares españolas compuestas en 1914-5. Estas piezas se han hecho muy famosas, y las suelen tocar los violinistas y los violoncellistas, por su gran variedad y encanto. Me gustaron particularmente ‘El paño moruno’, ‘Canción’ y ‘Polo’. La ‘Jota’ final, digno broche para un buen recital.
Los aplausos fueron unánimes, y calurosos. El local estaba colmado, y hubo que habilitar sillas adicionales para ubicar a todo el mundo. Y ante la insistencia de las aclamaciones del público, escuchamos dos propinas: el muy conocido ‘Intermedio’ de Goyescas de Enrique Granados, y luego un fragmento de El Gran Tango de Astor Piazzolla.
Muy gratificante concierto, ante sala llena, por elementos locales, a la altura de su cometido. Felicitaciones.
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