España - Castilla-La Mancha

Ajeno a los tópicos

Maruxa Baliñas
lunes, 31 de marzo de 2008
Cuenca, lunes, 17 de marzo de 2008. Iglesia de la Merced. Miriam Allan, soprano. Clint der Linde, contratenor. Robert Getchell, tenor. André Morsch, bajo. Il Fondamento. Vlaams Radio Koor. Paul Dombrecht, director. Jan Dismas Zelenka, Miserere en do menor ZWV 57; De Profundis en re menor ZWV 50; y Requiem en do menor ZWV 48. 47 Semana de Música Religiosa de Cuenca. Concierto nº 6
0,0002576 No es muy habitual escuchar música de Jan Dismas Zelenka (1679-1745) en directo, lo que convierte cada ocasión en un acontecimiento, y si, como en este caso, todo el concierto le está dedicado, se le puede aplicar la etiqueta de 'memorable'. Y, por lo menos en el caso del editor de Mundoclasico.com, lo de 'memorable' no es un simple tópico: Carreira puede hablar con todo detalle de su primera hace diecinueve años y hasta ahora su única audición del Requiem de Zelenka en directo, y por lo que he oído en Cuenca estos días pasados, la gente puede hablar de sus escasas experiencias zelenkianas con enorme vivacidad. No sé si a mí me pasará lo mismo en el futuro, pero sin duda el Requiem es una obra impresionante, con una vida interior que hace pensar que Zelenka es -y nuevamente no quiero que suene a tópico- un compositor de primera categoría que no merece ser tan excepcional en el repertorio vocal de las primeras décadas del XVIII.

Pero aunque fuera el Requiem lo que más atraía la atención, por su mayor duración y exigencias, igualmente interesantes me parecieron las otras dos obras del programa, el Miserere ZWV 57 y el De Profundis ZWV 50. Juntas constituyen una trilogía impresionante, donde el tema no es tanto la muerte, cuanto el sentido de la vida cristiana, desde el punto de vista de la salvación divina. No se trata tanto de juzgar la bondad de las acciones cuanto de la misericordia de Dios que salva, una idea muy propia del catolicismo imperante en la corte de Dresde, a la que pertenecía Zelenka.

El Miserere que abrió el concierto fue quizá la obra más endeble desde el punto de vista de la interpretación. La orquesta Il Fondamento empezó con más fuerza que el coro y en la primera parte de la obra lo tapó en varias ocasiones, con lo que el texto no se seguía con comodidad. De hecho, el Vlaams Radio Koor se mostró inseguro, con unas dinámicas poco matizadas y unos ff más chillones que potentes. En la segunda sección, ‘Secundum Magnam’ la cohesión entre coro y orquesta comenzó a mejorar, y en el ‘Gloria’ final la obra sonó todo lo impactante que puede llegar a ser, con un coro que por fin se sentía fuerte y seguro, y permitía disfrutar de los apasionantes recursos melódicos, armónicos y dinámicos de Zelenka. Miriam Allan, la soprano solista, que se dejó llevar al comienzo por esa misma falta de cohesión, acabó resultando una cantante segura, de buena afinación y fiato amplio, a la que sólo se le podía reprochar cierta falta de claridad en la pronunciación, algo de poca importancia si se tiene en cuenta que su principal intervención en esta obra era cantando el ‘Gloria’ (en cambio en el Requiem, sí fue un problema).



Momento del concierto
Fotografía © 2008 by Santiago Torralba


La segunda obra del programa, De Profundis, fue interpretada sólo por solistas masculinos. A Clint der Linde (contratenor), Robert Getchell (tenor) y André Morsch (bajo) se le añadieron como refuerzo otros dos bajos provenientes del Vlaams Radio Koor -Philippe Souvagie y Lieven Deroo- que no desmerecieron en absoluto de los ‘solistas oficiales’ en sus intervenciones. El De Profundis es la más antigua de las tres piezas que se interpretaron en el concierto: Zelenka la compuso en 1724 para un funeral en memoria de su padre, y es acaso la más sencilla de las tres, aquella donde el sentimentalismo es más evidente. El coro y la orquesta reflejaron bien esta relativa sencillez de la obra, aunque se echó en falta por parte del coro algo más de vivacidad al interpretar las partes de canto llano. A menudo da la impresión, y es un problema bastante general en casi todos los coros que se dedican a este repertorio barroco o dieciochesco, que no se le da la misma importancia a las partes en canto llano que a las polifónicas, cuando simplemente las dificultades o los criterios de calidad son distintos.

Los solistas mostraron ya sus cualidades y defectos, que en el Requiem -más exigente- sólo se incrementaron. Clint der Linde tiene una voz bonita y bien controlada -en el Requiem hizo una versión preciosa del ‘Recordare Jesu pie’- pero que por momentos resulta un poco artificial y hueca, y obliga a preguntarse -como en tantas ocasiones- por qué no se opta por una voz femenina, dado que los prejuicios que impedían su uso en el siglo XVIII ya no existen ahora (o eso supongo). Robert Getchell fue el mejor solista del concierto, especialmente en el Requiem, donde además consiguió mejorar en los dúos y cuartetos las prestaciones de sus compañeros. No tiene una voz muy potente, pero en cambio le sobra buen gusto y se le ve muy seguro en este repertorio. En el caso del bajo André Morsch, Paul Dombrecht optó también por un cantante de voz bonita y fraseo cuidado, pero poca potencia. Es cierto que Zelenka es un compositor que exige sutileza y una afinación impecable, pero se echó en falta la posibilidad de explotar mejor los recursos dinámicos que son igualmente importantes en Zelenka y que tanto Il Fondamento como el Vlaams Radio Koor trabajaron cuidadosamente y en cambio resultaron escasos en las intervenciones solísticas, especialmente en el ‘Sanctus’ y el fugato del ‘Osanna in excelsis’ (Requiem).

En resumen, un concierto donde el protagonismo estuvo más en Zelenka que en los propios intérpretes, que fueron unos trasmisores más que dignos, especialmente en el caso de Il Fondamento, de la partitura. Dombrecht no pretendió imponer su visión, sino dejarnos el placer del descubrimiento a nosotros mismos, al público, y eso es algo que se agradece enormemente. 
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