España - Madrid
Quod erat demonstrandum
Juan Krakenberger
Madrid, viernes, 9 de mayo de 2008.
Auditorio Nacional. Sala de Cámara. Grupo Barroco: Germán Díaz y Yuri Nefyodov (oboes), María Patricia Castro (fagot), Yago Mahugo (clave) y Sergio Fernández (contrabajo). Velázquez Baroque Ensemble: Myrta González y María Pilar del Campo (flautas), María Patricia Castro (fagot), Gyöngyi Újházy (violoncello) y Yago Mahugo (clave). Jan Dismas Zelenka: Sonatas nº2 y nº 6 para dos oboes, fagot y bajo continuo. Georg Philipp Telemann: Cuarteto para fagot, 2 flautas y bajo continuo. Karl Philipp Emanuel Bach: Trío Sonata para 2 flautas y clave. Ciclo ‘La generación ascendente’. Aforo: 75%
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En el Instituto de Música de Cámara de Madrid se han juntado estos dos grupos que cultivan la música barroca, en sus respectivos instrumentos, bajo la sabia dirección de maestros consagrados. Tanto el Grupo Barroco, encabezado por dos oboes, como el Velázquez Baroque Ensemble, encabezado por dos flautas, nos dieron una demostración de su buen quehacer en un concierto nocturno, ejecutando el primer grupo sendas Sonatas de Zelenka, y el otro grupo obras de Telemann y Carl Philipp Emanuel Bach, proporcionando a los oyentes el placer de escuchar música que nunca antes habían oído, fácilmente asimilable y de excelente factura. Todos los intérpretes -con excepción del clavecinista que es diez años mayor- tienen un promedio de 24 años de edad y ya han hecho suficientes méritos en sus respectivos instrumentos para ingresar en este selecto grupo de jóvenes músicos que cultivan el género de cámara, para perfeccionarse y adquirir más experiencia. El resultado fue verdaderamente espléndido: afinación perfecta, fraseo elegante, sonido precioso y coordinación admirable: todo estaba en su sitio. He ahí una demostración de como deben hacerse las cosas para llegar a ser un buen profesional.
Jan Dismas Zelenka (1679-1745) nació en Chequia. Estudió en Praga y Viena, pero pasó la mayor parte de su vida en Alemania, como compositor eclesiástico, en Dresde. Su obra fue apreciada en su día por Bach y Telemann, pero luego cayó en el olvido y solamente con el renacimiento del historicismo se tocan ahora sus obras de cámara, como las dos sonatas -de una serie de seis- que escuchamos hoy. Están escritas para dos oboes y fagot, con acompañamiento de bajo continuo, a cargo de contrabajo y clave. Tienen cuatro movimientos -lento-rápido-lento-rápido- y lo que resulta interesante es el carácter concertante de las mismas: hay largos solos, algunos de gran virtuosismo, para sendos oboes y, lo que es más interesante aún, el fagot que normalmente dobla las notas del bajo continuo, tiene pasajes de relieve, ya sea como solista o como integrante de un trío. Tan es así que hay pasajes donde el bajo continuo calla y deja a los tres instrumentos melódicos explayarse a sus anchas. Solo en un breve pasaje se le deja tocar al contrabajo unas notas solito, como contraste sonoro, para amenizar las cosas. Zelenka utiliza ritmos binarios y ternarios indistintamente, y en ese orden llama la atención particularmente el Allegro final de la Sonata nº 6, con un coqueto ritmo en tres, movimiento muy bien escogido para terminar el concierto, porque tiene un atractivo muy particular.
Entre estas dos sonatas de Zelenka, el Velázquez Baroque Ensemble, encabezado por dos flautas, ejecutó un Cuarteto de Telemann y un Trío de Emanuel Bach. El Cuarteto de Telemann tiene la característica interesante que propone, casi como solista, al fagot, formando trío con las dos flautas, con acompañamiento del bajo continuo, esta vez formado por violoncello y clave. Esta obra también tiene los cuatro movimientos de rigor. A los pocos compases uno se apercibe de que Telemann fue realmente un gigante de la música instrumental: ¡qué inventiva, qué riqueza rítmica y armónica, y qué bonitos temas, que sabe hacer repetir, imitar y desarrollar de manera magistral! Efectivamente, el fagot tiene solos importantes y entabla un diálogo con las dos flautas de lo más divertido. Aquí, como también en las Sonatas de Zelenka, se lució María Patricia Castro con su fagot, que intervino en tres de las cuatro obras. Toca con seguridad, mucho aplomo, afinación perfecta y un bonito sonido que ora le servía para sus solos, ora se integraba en el conjunto. ¡Sobresaliente!
La Trío Sonata para dos flautas, violoncello y clave del hijo de Bach, Carl Emanuel, apenas tiene tres movimientos -Allegretto/Adagio di molto/Allegro assai- y sigue el modelo introducido por Johann Sebastián, de la Sonata a tres. Se trata de música muy bien hecha, con algún sentido del humor, pero también con secuencias armónicas bastante sofisticadas en el movimiento lento.
Como ya expresé al principio, las versiones de ambos grupos fueron impecables. Fue interesante constatar las mínimas diferencias de sonoridad entre las dos flautas y los dos oboes -todas de calidad pero aún así, algo diferente- lo que enriqueció la percepción polifónica, en ambos conjuntos. También fue interesante constatar como el bajo continuo contribuyó a la sonoridad general: al clave no se le distinguía las notas, pero contribuía positivamente al color sonoro del conjunto, lo mismo que el contrabajo y el violoncello, en sus respectivas partes, tocadas con pureza y buen gusto.
En suma: otra demostración más de lo que es capaz la joven generación de músicos, esta vez además con la satisfacción de que había mayoría de participantes españoles. Así da gusto. Ahora solamente queda pendiente que el ejemplo sea imitado en el resto del país. Talento no falta …. q.e.d.
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