Canadá
Una clausura solemne
Horacio Tomalino
Al frente de la Orquesta Sinfónica de Montreal en su única actuación en el Festival, el carismático director americano Kent Nagano hizo una lectura de extremada solemnidad buscando siempre encontrar siempre el efecto justo para resaltar tanto los aspectos más dramáticos como aquellos más intimistas de la misa verdiana sin perder en ningún momento el sentido de unidad de la obra.
Con su carisma omnipresente sobre una orquesta que le responde incondicionalmente, el director americano destacó por la fuerte intensidad musical que impuso en su visión de la obra de Verdi sin por ello desconocer que esta Misa de Requiem no es del todo tradicional, al menos si se lo compara con otras producciones similares de compositores como Bruckner, Mozart, Brahms o Beethoven entre otros.
Momento del concierto
© 2008 by Festival de Lanaudiere
© 2008 by Festival de Lanaudiere
En lo que a la orquesta respecta, las cuerdas resultaron magnificas, mostrando todo su esplendor tanto en el ‘Requiem e Kyrie’ como en el ‘Offertorio’. También tuvieron su momento de gloria los vientos en el ‘Dies irae’, en ese momento de exquisita belleza musical en el cual las trompetas dialogan con las voces sostenidas por las cuerdas.
En lo que a las voces solistas respecta, el cuarteto de solistas destacó por su homogeneidad y calidad. Reemplazando en el último momento a la soprano Sondra Radvanosky, la americana June Anderson dio a su interpretación un relieve poco usual en la parte escrita para la soprano. Siempre justa, medida, sutil en cada acento y ágil a la hora de enfrentar cada uno de los agudos que le exige la partitura dejó claro el momento de excepcional calidad por el que atraviesa su vocalidad. Su ‘Libera me’ con su Si bemol en piano fue un claro ejemplo de lo que significa cantar con gusto y con absoluto dominio técnico.
De voz potente y brillante, la rusa Elena Maximova no se quedo atrás y aunque a su interpretación le faltó la fuerza no pueden negársele meritos sobre todo si se tiene en cuenta la variedad de matices y el rico lirismo que obtuvo de su bellísimo timbre.
Momento del concierto
© 2008 by Festival de Lanaudiere
© 2008 by Festival de Lanaudiere
El ascendente tenor mexicano Arturo Chacon-Cruz a cargo de la parte de tenor de la obra es un interesante artista a tener en cuenta. De sólida línea de canto y delicado fraseo, su canto siempre supo ir creciendo más y más hasta coronarse en un ‘Ingemisco’ de un supremo refinamiento y nada avaro de intención dramática.
De irreprochable presencia escénica, graves profundos y bien timbrados, el bajo canadiense John Relyea encontró en su parte el terreno propicio para hacer gala de solidez vocal, musicalidad y autoridad interpretativa.
El coro de Saint Laurent a cargo de la directora americana Marika Kuzma destacó por su sólida preparación y su disciplina, completando así un equipo de excepción que hizo de esta clausura del 31 edición del Festival de Lanaudiere uno de los eventos más destacados de esta temporada de verano quebeca.
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