Bélgica
Cincuenta años de Europa
Jorge Binaghi

La obra es larga y en algunos momentos puede, además, desearse que Mendelssohn hubiera cortado aquí y allá (como se sabe, después de su estreno en Alemania e Inglaterra, se presentó en Londres una segunda vez con una nueva estructura en abril de 1847, y sobre ésta volvió a trabajar el compositor la versión alemana que se publica en julio y él consideraba la más fidedigna, aunque no llegó a escuchar su ejecución ya que moría en noviembre del mismo año).
Se ve el esfuerzo del gran redescubridor de Bach y Schubert por reanudar con la tradición de los grandes oratorios del primero y de Haendel, así como de Haydn (bastante presente en la escritura de las arias más ‘clásicas’, así como hay un homenaje explícito da Bach en la gran aria para el ‘protagonista’ con violonchelo obligado: ‘Es ist genug!).
Con respecto a los solistas, hubo un problema de último momento: la soprano debía ser Elizabeth Bayley, una de las ‘laureadas’ del último concurso Reine Elisabeth (los demás cantantes principales habían ganado el mismo concurso en el mismo año o, en el caso de Van Mechelen, mucho antes -1988), pero por razones personales no pudo participar y fue sustituida por una soprano cuyo apellido se me escapó en un primer momento cuando fue anunciado y a la que nunca había visto o escuchado antes, Sylvia Berghammer. Considerando la situación, su actuación fue solvente y profesional aunque naturalmente tuvo algunos momentos de vacilación.
Van Mechelen era el más experto de todos y ya lleva años en la profesión con una muy bien ganada reputación. Tal vez, luego de sus afortunados ‘Mime’ en el Ring wagneriano, la voz se ha hecho más oscura y destaca especialmente en los recitativos y en la nota dramática (en el aria mencionada no siempre pudo mantener incólume la línea de canto).
Druet demostró su valía, particularmente en el aria del ángel ‘Sei stille’, donde, si hubo problemas de consonantes alemanas, hizo un loable esfuerzo por cantar a media voz. La mezzo es conocida por su brío -a veces excesivo- que puso de manifiesto en la escena de ‘la reina’, con un énfasis un tanto operístico.
No fue una sorpresa que Brickner destacara, demostrando nuevamente la justicia de su primer premio en el certamen, porque a su edad es de una musicalidad extraordinaria, una técnica de emisión notable, de una fluidez que hacen recordar a otros tenores líricos de la gran tradición (de los que no hay muchos en circulación, por ser eufemístico), mantiene el color inalterable en todo el registro, pero sobre todo bastaba verlo seguir la partitura cuando no cantaba para advertir como este joven de 29 años vive la música. Naturalmente, la culminación fue el aria final del tenor (núm.39) ‘Dann werden die Gerechten’, donde la repetida frase “leuchten wie die Sonne in ihres Vaters Reich” (brillar como el sol en el reino de su padre), además de demostrar la claridad de su articulación y dicción, tuvo justamente la solaridad y el brillo requeridos. Aún quedaba el cuarteto final de los solistas, muy afiatado, donde Brickner hizo derroche de medias voces y de saber cómo cantar ‘junto con’ sus colegas sin intentar sobresalir en ningún momento.
El concierto se publicará en cd, pero es de esperar que el coro de la Unión Europea siga su trabajo y que refleje, ojalá, una verdadera, más presente y transparente unión de los países que la componen o en el futuro la compondrán.
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