España - Andalucía

Klangforum Wien para jóvenes y consagrados

José-Luis López López
lunes, 24 de agosto de 2009
Pablo Heras-Casado © Igor Studio | Fundación Pública Andaluza Barenboim Pablo Heras-Casado © Igor Studio | Fundación Pública Andaluza Barenboim
Sevilla, viernes, 22 de mayo de 2009. Teatro Central (Isla de la Cartuja). Klangforum Wien: Eva Furrer, flautas; Peter Tavernaro, oboe, corno inglés; Olivier Vivarès, clarinetes; Lorelei Dowling, fagot; Gunde Jäch-Micko, violín; Sophie Schafleitner, violín; Dimitrios Polisoidis, viola; Andreas Lindenbaum, violonchelo; Florian Müller, piano; Adam Weisman, percusión. Dirección, Pablo Heras-Casado. Obras: Danse aveugle (1997) de Hanspeter Kyburz; Alive (2009) de José Luis Sánchez (estreno absoluto); spur (1998) de Beat Furrer; Punto rosso sull l'oceano (2009) de Aurélio Edler Copês (estreno absoluto); AFTERIMAGE (2007) de César Camarero. Ciclo de Contemporánea. Asistencia: más de tres cuartos del aforo (500 plazas, unos 400 espectadores)
0,0290689 La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía presta especial apoyo a la Cátedra de Composición Manuel de Falla, de Cádiz, adonde acuden jóvenes compositores de toda España y del mundo entero, cuidadosamente seleccionados, para perfeccionarse bajo la dirección de un compositor prestigioso actual (que cambia cada año), con la aportación instrumental de Taller Sonoro, conjunto residente desde 2002. Al final del curso anual de la Cátedra se seleccionan las dos o tres obras que se consideran más meritorias, y se interpretan (junto con otras de autores contemporáneos consagrados) en el Festival de Música Contemporánea de Granada y en este Ciclo de Sevilla, a cargo de las más importantes formaciones musicales.

Y este año no ha sido una excepción, pues, como escribe un joven y competente colega, “Klangforum Wien juega en la liga de las estrellas de los conjuntos consagrados a la música de vanguardia”. Fundado en 1985 por el suizo Beat Furrer, KW es frecuente ‘inquilino’ de la fabulosa Konzerthaus de Viena, con numerosas grabaciones en una decena larga de sellos discográficos como Accord, Cpo, Wergo, Kairos... Tiene, desde 1997, como principal director invitado a Sylvain Cambreling; pero entre el elenco de directores habituales se encuentra Pablo Heras-Casado (Granada, 1977), joven y conocido director a lo largo y lo ancho de España y Europa, que ocupó en esta ocasión el podio, con brillantez y autoridad.

Aunque el orden de ejecución (en dos partes: la I, Kyburz y Sánchez; la II, Furrer, A.E. Copês y Camarero) fue el indicado arriba, se me permitirá que trate, en primer lugar, de los ‘noveles’, los alumnos de la Cátedra cuyas piezas han sido estrenos absolutos.

José Luis Sánchez (Puertollano, Ciudad Real, 1972) presentó Alive, para flauta, corno inglés, clarinete, fagot, dos violines, viola, violonchelo, percusión y piano. Según escribe el propio autor en las Notas al programa, “el título de la obra [que significa “con vida”] es una impresión general que me surgió después de conocer la incompatibilidad fundamental entre la relatividad general y la mecánica cuántica”. O sea (digámoslo más sencillamente): la incompatibilidad entre los ámbitos macrofísico y microfísico hace imposible, según los científicos, alcanzar la Teoría del Campo Unificado. Pero Sánchez prosigue (y sólo seleccionamos unas líneas de un largo texto): “Al contrario de lo que dice Einstein a escala de las grandes distancias astronómicas, al examinar las propiedades microscópicas del espacio, todo está sometido a las fluctuaciones cuánticas inherentes al principio de incertidumbre... Así, la incompatibilidad entre ambas teorías se manifiesta sólo en un dominio bastante esotérico del universo. Finalmente, para poder alcanzar estos paisajes “con vida” del espacio, sería necesario realizar un viaje que nos llevara de lo macroscópico a lo microscópico, de lo percibido a lo intuido. De esta forma -concluye- mi propuesta a ese viaje ha consistido en intentar integrar mediante el cálculo y la intuición esta idea de movimiento entre lo visible y lo oculto, planteando una perspectiva dinámica sonora que determina la forma de construcción del proceso musical de Alive”. Fin de la cita.

Ignoramos si José Luis Sánchez ha llevado a cabo profundos estudios sobre las teorías de Einstein, Max Planck, Heisenberg y la inalcanzabilidad del Campo Unificado (todo lo cual puede encontrarse en muchos libros de divulgación científica); pero, aunque así fuera, “Much ado about nothing”, que dijo Shakespeare (y que en español conocemos como “Mucho ruido y pocas nueces”) en relación con el resultado sonoro. Sin tanto 'cientificismo', Alive es una correcta, pero sin especial trascendencia, muestra de ‘música académica” contemporánea, con pinceladas de cierto interés sonoro en su parte final. Pieza decorosa, prometedora, a la que no le hacen mucho bien esos (así los llamó el filósofo del s. XVIII Ch. G. Bardili) “desmanes de la especulación”.

El brasileño Aurélio Edler Copês (Santa Maria, Rio Grande do Sul, 1976) ha estudiado en su país y en el Centro Superior de Música del País Vasco-MUSIKENE, bajo la orientación de Gabriel Erkoreka. Galardonado en varios concursos de composición, en la actualidad vive entre París y San Sebastián. La obra que se interpretó, por los mismos diez instrumentos que Alive, fue Punto rosso sull'oceano (título, así en italiano, que nos recuerda los de Salvatore Sciarrino; pero ahí acaban las semejanzas). Es la última parte de un ciclo de tres piezas que, en palabras del músico, “se centra en una reflexión personal acerca de la memoria y su frecuente asociación al mar: las tres piezas son ¿Recuerda el mar a quien camina sobre él?, para orquesta; Das Gedachtnis des Wassers [La memoria del agua], para violín, viola y orquesta de cuerdas; y, por último, este Punto rosso...”. No conocemos las dos primeras partes del tríptico, pero esta no contiene ninguna especial innovación, nos parece, que la haga perdurar. Correcta y con oficio, claro que sí; pero inolvidable no. Este año los estrenos de la Cátedra no han gozado de especial fortuna, pese a ser encomendados a los magistrales intérpretes de Klangforum Wien.

Pero la diferencia entre el academicismo y la voz propia quedó bien patente en las tres obras restantes: la tercera, central (primera de la II parte) fue, verdaderamente el “centro de gravedad” del concierto: spur (“huella”: obsérvese la tendencia a la transgresión ortográfica de bastantes artistas germanohablantes, que suprimen la mayúscula en los sustantivos comunes, obligada, igual que en los nombres propios, por la norma del alemán oficial, “correcto”), para dos violines, viola, violonchelo y piano, del suizo Beat Furrer (1954), fundador, como hemos dicho, del KW, y uno de los más apreciados compositores de su generación. Escribe Eric Denut: “Furrer habla de que 'solamente descubriendo nuevas relaciones formales, las estructuras (formales) y los efectivos tradicionales pueden provocar una experiencia nueva y distinta'. El trabajo de Furrer sobre los 'modelos cinéticos' propios del piano, le lleva a la producción de un sonido específico. Los modelos cinéticos, por ejemplo el de una octava, pasan una criba, quedan modificados, transformados lentamente por medio de diferentes filtros rítmicos”. Así, la organicidad de spur viene dada por una ausencia de recargamiento sonoro, por una levedad liberadora, que eleva al oyente hacia regiones encantadas, en las que se sienten y se diluyen los residuos de trazas en la nieve, señales de frenado, presencias abandonadas: huellas que terminan en un tenue deslizamiento que desemboca en el silencio, la última huella que se difumina hacia la nada, pero que nunca desaparece totalmente...

Mas la primera y la última piezas escoltaron, formando un trío de ases, a la obra de Furrer. Comenzó la actuación impecable del ensemble vienés con Danse aveugle, para flauta, clarinete, piano, violín y violonchelo, de otro ilustre suizo, aunque nacido en Lagos, Nigeria, en 1960. Composición virtuosística 'en forma de arco', casi al modo de una danza, ofrece un aumento gradual de una ebriedad casi corporal, con pequeñas ‘caídas’, interrupciones y ‘lagunas’: de este modo, el ‘atrapamiento’ del oyente se produce por medio de una gran variedad de formas, que lo conducen a los límites del éxtasis.

Y, para cerrar la velada, AFTERIMAGE, para dos violines, viola, violonchelo, flauta, clarinete y piano, de César Camarero, madrileño (n. 1962) residente en Sevilla, tras vivir con su familia ocho años en Nueva York (desde los 15 a los 23), y estudiar en Madrid y en Roma. Es uno de los más importantes compositores actuales, cuya labor fue reconocida con el Premio Nacional de Música en 2006. Sus obras son habituales en gran número de festivales internacionales y temporadas de conciertos, y son interpretadas por los mejores ensembles. AFTERIMAGE fue escrita para Plural Ensemble, que la estrenó en Nueva York en el Institute and Festival for Contemporary Performance (verano de 2007). Es, en algunos aspectos, una reelaboración de ideas presentes en Vanishing Point, para dos percusionistas y orquesta, del mismo año, estrenada por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. En ella se aprecian destellos del genial estadounidense Morton Feldman y del no menos genial György Ligeti; pero, por encima de todo, se muestra en ella una fuerte personalidad, que conecta continuamente con el oyente: una pieza que, ostensiblemente, hizo disfrutar a los extraordinarios músicos del Klangforum.

Noche como no hay muchas, en la que, junto a los loables intentos de los que empiezan, sonaron algunas de las músicas más interesantes que pueden oírse en nuestros días.
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