España - Madrid
Conciertos de Navidad: la trompa
Juan Krakenberger

El concierto se inició con el Concierto para dos trompas y órgano (RV 539) de Antonio Vivaldi, uno de los múltiples conciertos que el compositor escribió. Los tres movimientos de rigor Allegro/Larghetto/Allegro fueron ejecutados desde el pequeño balcón que acomoda al organista, lo que obligó a los dos trompas a pararse uno tras otro para que el sonido del instrumento quede dirigido hacia el auditorio. Algunas pequeñas pifias -casi inevitables- no empañaron el discurso, muy ameno, como siempre en la música del italiano. El movimiento lento era breve, con ritmo de 6/8 -negra/corchea, negra/corchea- y el Allegro final tenía aire de música de caza, con bonitos contrastes dinámicos, a pesar de la tesitura alta. La ejecución, muy correcta.
Luego sonó otro concierto de Vivaldi, esta vez el Concierto para dos trompas, orquesta (5 instrumentos) y bajo continuo (RV 538), en sus tres tiempos Allegro/Largo/Allegro non molto. En el primer movimiento destacaron los trinos limpios de las trompas, el segundo -un solo de violoncello con clave, tocado casi sin vibrato en buen estilo historicista por Ferran Bardolet- y el final, en 3/8 alegre y bullicioso. Todo sonó muy bien conjuntado, a pesar de que se tocó sin director.
La primera parte del programa terminó con una obra de Georg Friedrich Telemann (1681- 1741), su Concierto para violín, trompa, cuerdas, dos trompas y bajo continuo, también con los tres movimientos de siempre: Allegro/Largo/Allegro moderato. Marina Peláez y Jorge Monte de Fez tocaron las partes solistas con destacable destreza, muy bien acompañados por los demás. El Largo presenta un solo de violín, sin trompa. Y el final demostró la buena coordinación de todas las cuerdas. Fue un placer escuchar este concierto del compositor alemán que aquí adopta un estilo italianizante, como tantas otras veces. ¡Muy buena calidad interpretativa!
Parte del público abandonó la sala, seguramente porque en la segunda parte no intervenía la orquesta. Sonaron dos conciertos, con acompañamiento de piano. En primer lugar el Concierto para dos trompas de Haydn, a cargo de Alberto Menéndez y Vicente Ricart. El primer movimiento, Allegro maestoso, trae un bonito diálogo entre los dos instrumentos solistas, mientras que el segundo tema es abordado conjuntamente, con excursiones virtuosísticas. Destacaron nuevamente los contrastes dinámicos, muy oportunos. El acompañamiento de la segunda trompa borda el virtuosismo. El segundo movimiento Adagio, quasi andante es una Romanza. Para este movimiento, las dos trompas se intercambiaron de sitio. Y el tercero, Rondo: Allegretto, presenta nuevamente contrastes dinámicos muy atractivos, muy bien resueltos por los dos solistas. Una versión digna de aplauso, y así lo entendió el público.
Terminó el programa con un Concierto para cuatro trompas op 86 de Heinrich Hübler (1822-1893), compositor prácticamente desconocido si no fuera por este concierto. Hübler fue trompa de la Orquesta de la Corte Real de Dresden desde 1844 hasta 1891, y allí conquistó cierta prominencia en su tiempo. Su música es de corte clásico, correcta pero sin mayor impacto, con algún giro armónico romántico. Eso sí, cuatro trompas producen un sonido impresionante y el compositor supo aprovechar esto. Cuida mucho la sonoridad, y esto se pudo apreciar especialmente al final, que termina pacíficamente. Los tres movimientos se tocan encadenados (I Allegro maestoso, II Adagio, cuasi andante, III Allegro vivace) y destacaron los ataques conjuntos de los cuatro solistas, su perfecta afinación y el equilibrio sonoro que supieron producir. Ewelina Sandecka, Irene López, Fernando Arroyo y Vicente Ricart fueron los protagonistas, y recibieron cálidos aplausos del público.
Los acompañamientos al órgano, clave y piano, a cargo de Jesús Gómez Madrigal, todos muy correctos y oportunos.
Como propina, escuchamos dos villancicos a cargo de los seis alumnos y sus dos profesores: Ocho trompas, ¡que lujo de sonoridad! Sonaron Es ist ein Ros entsprungen y Stille Nacht, heilige Nacht (Noche de Paz), y la sonoridad que ocho trompas son capaces de producir realmente impresionó al oyente. Digno fin de un concierto de alumnos muy atractivo.
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