Opinión
Cantemos a los que no se envanecen
Maruxa Baliñas
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El mundo actual, con su predilección por lo externo, por lo superficial, consigue a menudo hacernos olvidar que sólo el "trabajo callado y paciente, el tiempo lo acrece". Vivimos en una época en la que lo importante son los grandes chefs, y olvidamos que lo que nos mantiene en vida es la comida casera, esa que despreciamos incluso, pero que cuando llegan los tiempos de crisis y los restaurantes pasan a ser inaccesibles, es la que marca la diferencia. Durante siglos Alemania fue un paraíso musical no por sus grandes conciertos, sino por una vida musical constante -casi cada iglesia o local municipal era en mayor o menor medida una sala de conciertos- que alimentaba cotidianamente a público, intérpretes y compositores. De ese humus nacieron luego los grandes compositores, los grandes intérpretes, el gran público. Pero siempre a posteriori. Por eso disfruto cuando voy a Moscú o San Petersburgo, porque aunque yo soy la turista que sólo va a los buenos restaurantes, me aprovecho de unas estructuras musicales todavía muy vivas que permiten el crecimiento sano y cuidado de todos los elementos que intervienen en una obra musical. Por eso me preocupo con la situación musical en España, y cada vez más en otros países europeos, donde se puede escuchar buena música, de la de restaurante con estrella michelin, con bastante facilidad pero no ha llegado a crearse ese entramado de música cotidiana que es la base.
O acaso yo soy una pesimista y sí se está creando. Hay un crítico en Mundoclasico.com al que los lectores le critican que es muy poco crítico, que todo le parece maravilloso. Quizá se pase de optimista, pero prefiero pensar que disfruta tanto ahora porque es persona anciana que recuerda cuán malos eran los conciertos malos en España, cuán bajo era el nivel en los conservatorios, cuán poco profesionales eran la mayoría de los profesionales (y no estoy por supuesto hablando de Caballé, Domingo, Larrocha, Sabater o tantos otros), y en general qué mal comíamos. Toda la cantidad de dinero invertida en la creación de orquestas, en la red de auditorios, sin duda ha elevado el nivel musical y poco a poco -aún muy a tientas- también los conservatorios están mejorando.
Y vuelvo así a mi concierto del domingo por la mañana con una doble reflexión. Por un lado negativa (y perdonen que me remita a Galicia, es lo que mejor conozco): ¿no sería mejor gastar el dinero público en mejorar nuestra cotidianeidad musical, nuestra alimentación básica, que en los grandes conciertos del Xacobeo o del Festival Mozart -¡y qué pobres son este año!-? Por otro lado positiva: qué bien me lo pasé en el concierto, qué bien tocaron los tres músicos locales, qué interesante fue el planteamiento del concierto.
Y espero que si llegaron a este punto de mis reflexiones, tengan un poco más de paciencia y generosidad y lean la 'ficha' del concierto, aunque para la mayoría de ustedes sean sólo unos nombres sin sentido.
MACUF (Museo de Arte Contemporáneo de Unión Fenosa). Ensemble Galaica Música: Isabel Romero y Alejandro Salgueiro, piano; Miguel Paz, percusión. Programa: Reflections on the Nature of Water de Jacob Druckman; La foire aux croûtes de Yvonne Desportes, Homenaje a Zappa (arreglo de Alejandro Salgueiro) y Blessed Relief de Frank Zappa. Ciclo 'El oído contemporáneo' (domingos alternos entre el 15 de noviembre de 2009 y el 18 de abril de 2010).A Coruña, 14 de marzo de 2010.
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