España - Castilla-La Mancha
Suspiros de España y Portugal
Daniel Martínez Babiloni

Al principio, no le di más importancia, pero después, reflexionando sobre ello y teniendo en cuenta que mi pueblo, en guerra (como dicen los mayores), se apellidó “de la F.A.I.”, es decir, de la Federación Anarquista Ibérica, fundada en la playa de El Saler de Valencia en julio de 1927, llegué, a partir de estos idearios supranacionales (al fin y al cabo la nación es un invento decimonónico burgués), a dos conclusiones: algo tendremos en común cuando existen tantas tentativas unitarias, aunque sólo sea el lo cultural, y que es necesario revisar el tópico.
Otro dato interesante, es que la edición del Festival de Música Contemporánea ‘Ensems’ de Valencia de 2001, llevó el título de “Músicas ibéricas”, en el cual, junto a otros compositores lusos, se programó alguna obra del propio Azguime. Además, si algo puso de relieve este concierto, aunque sea por la amistad entre dos compositores, es la colaboración entre ambas partes de la frontera, sobre todo en el área galaico-portuguesa, pues Azguime, presentó con mucho cariño -“gran amigo”, dijo- la obra del vigués Enrique X. Macías, desaparecido prematuramente en 1995, en la cual colaboraron estrechamente. Relación que no voy a explicitar, pues pueden remitirse al imprescindible Paco Yáñez en estas mismas páginas.
No obstante, la obra que reclama la total atención de los asistentes, es el encargo de la Semana a Abel Paúl (Valladolid, 1984), músico que ha representado a España, junto a Eduardo Soutullo y la pianista Sonsoles Alonso, en el World Music Days 2009 organizado por la Sociedad Internacional de Música Contemporánea en Suecia, con Fragmentos de vértigo. En Cuenca ha presentado una sensible e interesante pieza titulada Línea de vacío.
En ella, Paúl juega con un sonido continuo que aparece y desaparece: la línea. Línea sonora que desciende en una escala microtonal, en el espacio de una tercera y que se apoya en el desconcierto de no ver claramente a los intérpretes: cello, violín, clarinete y flauta se colocan de espaldas al público tras el piano que tiene la tapa levantada. Por consiguiente, Pedro Amaral, dirige mirando al público. La aparente nota tenida va pasando, acompañada por los expresivos y precisos gestos del director, por los diferentes timbres, en secciones que alternan momentos líricos, con otros más rítmicos, mientras, el resto del ensemble realiza una serie de contrapuntos que incluyen motivos melódicos, soplidos, así como ruidos varios. El acierto de la obra, además de la sugerente atmósfera que produce, reside en esta colocación, en esconder la fuente sonora. El vacío se produce al no poder identificar claramente qué o quién suena, los músicos tocan para un público que no ven. El autor redefine la relación intérprete-oyente, cuestionando el espacio escénico.

Sond’ar-te Electric Ensemble
© 2010 by Santiago Torralba/SMR
© 2010 by Santiago Torralba/SMR
Tras el necesario cambio de escenario, en el cual participa el propio Miguel Azguime, se interpreta Itinerario de Luz, obra que funde el ensemble acústico con su rebote electroacústico, el sampler devuelve unas veces el mismo timbre, otras lo transforma o simplemente emite sonidos de otros instrumentos, como piano o guitarra. Con ello se crea una profundidad sonora, un doble plano, muy interesante y un atractivo efecto espacial en las cinco secciones que la componen. No obstante, resultó ser la obra menos atractiva de las tres, quizás, porque los motivos temáticos son un tanto reiterativos.
Por último, la composición de Azguime, parte del mismo interés que la anterior en conjugar sonido acústico y electrónico en tiempo real. Aprovecha muy bien la amplitud sonora del ensemble, desde el agudo piccolo al registro grave del piano, pasando por variedad de flautas, clarinete y clarinete bajo, trompa, violín viola y violoncello. Desde los glissandi iniciales se percibe una tensión y un dramatismo que se va acentuando en el trascurso de la pieza, los reiterativos repiques del piano llegan a ser dolorosos, y hacia el final se convierten en cargas de profundidad que horadan el ánimo del oyente mientras la flautista hace sonar la flauta baja con diferentes y sugerentes soplidos en pianissimo. El clarinete bajo, en el que se utiliza dobles sonidos y armónicos producidos al jugar con la presión del labio y la llave de doceava, está muy bien aprovechado.
Aunque en las notas al programa, no se indicara nada al respecto, pues el interés de Azguime reside en el aspecto puramente sonoro, Pedro Amaral realizó una interpretación de Derrière Son Double verdaderamente expresionista, alcanzó una poética de intimidad dolorosa. Esto, que aparentemente puede resultar fuera de lugar viene dado, según me comentó el propio autor, porque “en mi obra aparece cierta melancolía no buscada, soy latino, no lo puedo evitar”.
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