Polonia
Demasiada competencia
Maruxa Baliñas
Empezando por el final, o sea, mi opinión tras el concierto, debo decir que Giusiano no me convenció. Obviamente para presentarse en un festival como este, tan pianístico, se trata de un intérprete bueno, muy seguro tocando, con algo que decir y con un buen curriculum. Pero eso, que es mucho, se queda en poco cuando se ve el panorama pianístico a su alrededor. Como digo en el titular de esta reseña, hay “demasiada competencia”.
Philippe Giusiano en el Warsaw Philharmonic Chamber Hall
Fotografía de Wojciech Grzędziński,© 2010 by Narodowy Instytut Fryderyka Chopina
Philippe Giusiano (Marsella, 1973), que por otro lado es un pianista joven y aún puede cambiar muchas cosas, adolece en estos momentos de algunos defectos que manchan su interpretación, principalmente un uso poco detallista del pedal. He escuchado en los últimos años a algunos pianistas que ‘abusan’ del pedal desde el punto de vista de los puristas de los años sesenta y setenta, y cuyo sonido se asemeja en cierta medida a los virtuosos de antes de la 2ª Guerra Mundial. Pero son coherentes con este tipo de interpretación. En el caso de Giusiano no parece haber un intento consciente de recrear sonoridades de otras décadas, sino simple falta de reflexión sobre el sonido que pretende obtener en cada momento. Eso hace que en algunos momentos, Preludio op. 28 nº 2, consiga unos bajos de primera calidad, e inmediatamente después, Preludio 3, la mano izquierda sea anodina, sin interés. Y así fue a lo largo de todo el concierto, como dice el refrán: “una de cal y una de arena”.
Defectos menores, y más fácilmente subsanables, son cierta tendencia a sonar más abrupto que potente en los fortissimi, bastante timidez en los rubati, y cierta mecanicidad en el tempo que no le sienta bien a Chopin.
Pero junto a esto, Giusiano acertó en su concepción de un Chopin ligero y ágil, un poco acelerado en los tempi frente a lo habitual, sobre todo en los Preludios. Me gustó además su modo de concebir las obras. Puede ser poco cuidadoso en los detalles pero tiene una imagen de lo que quiere hacer, de la obra en su totalidad, frasea con gracia y gradúa bien las intensidades dinámicas y emocionales, sin confundir unas con otras, lo cual se agradeció mucho en Scriabin. De hecho, me interesó más en las piezas más célebres, donde sus planteamientos resultaban más evidentes, que en aquellas menos usuales, en las que no siempre era fácil seguir lo que quería hacer. Técnicamente destacaría sus escalas y arpegios, que ‘corren’ muy bien, al tiempo que lograba un sonido bonito y lleno en aquellas piezas de tipo organístico, como alguno de los Preludios y sobre todo en la Fantasia Après une lecture du Dante.
El público fue más generoso que yo en esta reseña y los aplausos finales fueron calurosos y entusiastas, con bravos y aplausos rítmicos, lo que le hizo ofrecer otras dos propinas chopinianas.
Comentarios