Polonia
Un amplio abanico de canciones
Maruxa Baliñas
Este fue el primero de los dos conciertos que Christoph Prégardien (Limburg an der Lahn, Alemania, 1956) dio en este Festival Chopin y su Europa, Pero mientras en el segundo hizo varias canciones chopinianas, en este el centro del concierto estuvo en Schumann, el otro gran centenario de este año. En total fueron quince lieder de Schumann tomados de sus opus 35, 39, 45, 127 y 142, o sea, de toda su carrera compositiva entre 1840, su gran año liederístico, y 1852. Incluso se cantó un lied, 'Der Dichter spricht' (Habla el poeta) que se anunciaba en el programa como op. 13 nº 13, o sea, uno de los Estudios sinfónicos y que es en realidad el último número de las Escenas de niños op. 15, aunque yo no conocía esta versión con texto de Joseph von Eichendorf sino sólo la pianística. En medio de los lieder se oyeron también algunos de los números de las Waldszenen (Escenas del bosque) op. 82 (1848–1849) originalmente para piano solo, en diversas versiones para conjunto instrumental.
Fotografía de Wojciech Grzędziński © 2010 by Narodowy Instytut Fryderyka Chopina
Creo que no es ni necesario decir que Prégardien dio un espléndido concierto. Se trata de uno de los grandes liederistas de la actualidad, y lo demostró sobradamente. Me gustó especialmente su respeto a la tradición -tiene mucho de Fischer-Dieskau-, su buen gusto fraseando, la claridad de su dicción y la delicadeza que muestra en tantas ocasiones. Su versión de 'Wanderung' op. 35, nº 7 me dejó totalmente encandilada por su dulzura, así como el antes mencionado 'Der Dichter spricht' (Habla el poeta) donde jugó con la dinámica y la respiración lo que quiso.
Tras el descanso, sonaron cuatro lieder sobre textos de Friedrich Hölderlin compuestos por Wilhelm Killmayer (1927) entre 1983 y 1987 que fueron estrenados en el Festival de Salzburgo en 1987 por Peter Schreier y Lothar Zagrosek. En realidad se trata de las cuatro canciones finales de sus dieciocho Holderlin-Lieder II para tenor y orquesta. El programa no indicaba de quién era la adaptación para ensemble, pero posiblemente no sea de Killmayer, ya que en su editorial, Schott, no consta esta versión. Las canciones me parecieron muy interesantes, sobre todo porque Killmayer sabe combinar todo el peso de una gran tradición con su propia aproximación desde la perspectiva de casi el siglo XXI. Se nota que es un compositor que trabajó mucho en la línea de las vanguardias de los años cincuenta-sesenta, pero en estos momentos -como pasa con tantos otros compositores de esta generación- ha 'suavizado' sus posturas, de modo que sin renunciar a su lenguaje atonal se acerca más a la tradición (y consecuentemente al público), y hace incluso guiños y referencias explícitas al siglo XIX.
Fotografía de Wojciech Grzędziński © 2010 by Narodowy Instytut Fryderyka Chopina
Pata terminar el concierto sonó el primer movimiento del Cuarteto con piano en la bemol menor de Gustav Mahler (compuesto cuando tenía sólo 16 años), que destacó por la perfecta conexión entre los cuatro intérpretes, y los cuatro Lieder einen fahrenden Gesellen donde Prégardien siguió demostrando su maestría muy bien acompañado por el Ensemble Kontraste. La versión para orquesta de cámara de estos lieder es la escrita por Arnold Schoenberg en 1920, estrictamente para la misma plantilla del Ensemble Kontraste.
Los aplausos finales, tanto a Prégardien, como al grupo fueron un premio más que merecido. No puedo decir si hubo bises, creo que sí, pero la necesidad de llegar al segundo concierto que el Festival Chopin celebraba en esa tarde del 11 de agosto, a cargo del guitarrista español Paco Peña, me obligó a salir de la sala nada más terminar el programa 'oficial' del concierto.
El grupo Ensemble Kontraste me gustó mucho, ya no sólo por lo bien que acompañaron a Prégardien sino por su propia composición, que es perfectamente apropiada a los usos del siglo XIX y al mismo tiempo muy difícil de escuchar. Es un grupo que incluye armonium, un instrumento que sabemos que se usaba a menudo en la música doméstica del siglo XIX, pero que en la actualidad es dificilísimo de escuchar en concierto y más aún con un instrumento de la calidad del utilizado por Matthias Ank, con un sonido amplísimo y unos registros preciosos. A él se añadían flauta, clarinete, dos violines, viola, violonchelo, contrabajo, un instrumentista de percusión y -como no- un piano. Con esta plantilla cubrieron tanto los lieder de Schumann, combinándose de diferentes formas, como la reducción orquestal de las obras de Killmayer y de los Lieder einem fahrehnden Gesellen, así como el Cuarteto con piano de Mahler, una obra también poco habitual en concierto.
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