España - Asturias
Yo-Yo Ma y El Niemeyer: arte y compromiso
Carolina Queipo Gutiérrez

Dentro del circuito musical internacional ‘Clásico’ la figura de Yo-Yo Ma no necesita presentación. Fuera de este circuito su nombre, junto con el de otros músicos clásicos (por ejemplo el caso del violinista Ara Malikian), comienzan a ser afortunadamente poco a poco más conocidos, gracias a sus numerosos esfuerzos por acercar la música clásica al gran público. Yo-Yo Ma ha utilizado para tal fin la vía de la grabación de discos en colaboración con artistas y músicos fuera del ámbito de la música clásica, pero también ha incorporado en su repertorio interpretativo piezas del mundo del rock, folk, bossa nova, tango y un largo etcétera. Otros de sus recursos se encuentran concentrados y ejemplificados en las jornadas musicales que brindó en Avilés.
La elección de tres de las seis Suites a Violoncello Solo senza Basso BWV 1007-1012 (Köthen, 1717-1720) de Johann Sebastian Bach (1685-1750) para el programa de este concierto fue un acierto por parte de Yo-Yo Ma, ya que no sólo logró cautivar nuevamente a sus audiencias habituales sino que consiguió llegar al gran público siendo el resultado un lleno total del aforo del Teatro Palacio Valdés. Y es que no podemos olvidar que las Suites para violoncello de Bach han sido continuamente utilizadas por la empresa del audiovisual de forma totalmente exitosa. Incluso Yo-Yo Ma, conocedor del poder y alcance mediático del audiovisual, lo utilizó para cumplir con sus expectativas y alcanzar al gran público, precisamente en la grabación de la ambiciosa serie de las Seis suites completas de Bach, en el año de 1997 y bajo el título Yo-Yo Ma Inspired by Bach.
La interpretación en este concierto de las Tres suites fue todo un alarde de economía de medios. Es decir, la conjunción perfecta de Bach, Yo-Yo Ma con su técnica depurada y compleja -pero sencilla a la vista- y su cello Stradivarius Davidoff bastaron para convencer, conmover y emocionar a todo un público que ni respiraba en muchas de las transiciones entre piezas. Ese silencio, ese respeto, es la prueba irrefutable de su éxito.
Yo-Yo Ma se permitió en muchas de las piezas de las suites interpretaciones muy personales, haciendo uso de un elenco de matices riquísimos de todos los tipos que normalmente no escuchamos en las grabaciones escolásticas de las Suites de Bach. Esta libertad sólo puede darse en un intérprete cuando ha hecho de la obra tan suya como su propio creador. Desde esta total comprensión de la obra, el intérprete crea y añade otra belleza que la convierte en una pieza única, todavía más profunda y expresiva.
No menos emotivo fue el momento en que compartió escenario con su compañero, amigo y también prestigioso violoncellista Carlos Prieto con el que interpretó Suite para dos violoncellos de Samuel Zyman (1956). La obra fue encargada a Samuel Zyman de común acuerdo entre Yo-Yo Ma y Carlos Prieto, con la intención de que se convirtiera en un homenaje a su amistad y al vínculo que les otorga ser privilegiados propietarios de dos stradivarius únicos. Así nació Suite para dos violoncellos, una obra escrita como un diálogo entre dos obras de arte de la lutería y entre dos amigos. Para ello Zyman se adapta totalmente a las posibilidades idiomáticas del violoncello y a la técnica de los intérpretes, haciéndoles compartir el mismo protagonismo en el reparto de voces. Yo-Yo Ma y Carlos Prieto, como partícipes activos de su creación, dieron a la obra la necesaria y característica intensidad, energía rítmica y lirismo expresivo tan propios de la música de Zyman. En consecuencia la obra fue muy bien recibida por el público.
Yo-Yo Ma ofreció el día anterior al concierto un acto gratuito y abierto en forma de clase magistral en coherencia con su proyecto educativo y el planteado por el Centro Niemeyer. En este acto los espectadores tuvieron la oportunidad de intercambiar con Yo-Yo Ma preguntas y opiniones respecto a la situación de la música clásica hoy día.
Este último punto me hace volver inevitablemente al principio de esta crítica para reflexionar un momento sobre la magnífica capacidad de gestión por parte de los organizadores de estos conciertos. Dense cuenta que no sólo buscaron únicamente un buen concierto sino que quisieron artistas que, fueran del campo musical que fueran, tuviesen la facultad casi innata de convocar a todos los públicos en un concierto memorable, y que además contaran con un perfil de artista comprometido con la sociedad y su educación en el campo de la cultura y el arte.
Y es que es por todo esto que no creo que haya siempre que depender del dinero para ofrecer un elenco cultural elevado que al mismo tiempo sea accesible para el gran público. Estarán conmigo, señoras y señores, en que a veces hay que usar también la cabeza buscando soluciones efectivas y, si es posible, economizar medios, sobre todo en estos tiempos que corren. Así que, gestores culturales de España, ruego apunten y tomen ejemplo.
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