Reportajes

Vasily Petrenko a Oslo

Agustín Blanco Bazán
lunes, 14 de marzo de 2011
Vasily Petrenko © Svetlana Tarlova | OFGC Vasily Petrenko © Svetlana Tarlova | OFGC
0,0011845 Cuando Vasily Petrenko pidió presupuesto para las cuerdas de la orquesta de la Academia Estatal de su nativa San Petesburgo, un burócrata le preguntó extrañado por qué. “¡Pues porque las cuerdas se gastan o se rompen!” “¡Entonces pídales que toquen mas delicadamente!“ fue la respuesta que lo impulsó a buscar una carrera internacional, comenzando por una Royal Philharmonic de Liverpool en 2006. Allí seguirá hasta el 2015, pero a partir del 2013, deberá compartir sus tareas con la Filarmónica de Oslo cuya titularidad artística acaba de recibir como sucesor de Jukka-Pekka Saraste. Mientras en Liverpool burócratas similares a los de San Petersburgo amenazan destruir la vida musical de la ciudad con cortes presupuestarios, Oslo florece en el sentido contrario y la orquesta fundada por Edward Grieg recibe el apoyo que merece una tradición que incluye a Issay Dobrowen , Herbert Blomstedt, y por supuesto Mariss Janssons, quién se encuentra entre los maestros de Petrenko.

Los planes de Vasily (no confudir con Kiril Petrenko) son ambiciosos. “Espero programar todo, desde Johann Sebastian Bach hasta música contemporánea”, incluidos, por supuesto, los nórdicos Grieg, Nielsen y Sibelius. Y también se alista para homenajear debidamente a Wagner, Verdi y Britten en el 2013, junto a la celebración del centenario de la legendaria temporada de los Ballets Russes en Paris, que presentó La consagración de la primavera y Jeux de Debussy.

Carismático y sanguíneo en sus interpretaciones, Petrenko es de los rusos que pisan fuerte. Vitalidad, a veces excesiva para algunos (por ejemplo en la Sexta de Mahler) hace a la esencia de su trabajo. Pero nunca aplasta sus versiones con su energía, sino que les da el aire necesario para admitir lirismo y expresividad. Pero nada de ahorrar tocando delicadamente como pedía el burócrata peterburgués. También es un comunicador nato, tanto para un público que nunca deja indiferente, como para los instrumentistas que coinciden en alabar su precisión y claridad de instrucciones.
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