Reportajes

Plácido Domingo: de tenor a mediador

Susana Desimone
miércoles, 30 de marzo de 2011
0,0005027 La lucha continúa (parte 2).

El 7 de febrero de 2011 comentábamos el brutal enfrentamiento que llevaban adelante Mauricio Macri, Jefe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el ministro de cultura Hernán Lombardi y el director del Teatro Colón, el ex folklorista del Grupo Supay Pedro Pablo García Caffi, contra trabajadores y artistas del Teatro Colón.

Para entonces llevábamos cuatro años del cierre del Teatro y nueve meses después de la mediática reapertura donde junto a conocidos del mundo televisivo que nada tienen que ver con el Colón, se exaltaron los brillos y oropeles exteriores de una refacción que luego se descubrió que fue parcial, mal realizada y que ha convertido al Teatro en algo más parecido a un centro comercial que a una sala lírica de producción propia.

Pero aún faltaba mucho más.

Al correr el tiempo con más velocidad de lo que hubieran deseado las autoridades, llegó el momento de la renovación de los abonos y esa renovación se suspendió por “culpa de los intransigentes huelguistas” que reclamaban un aumento razonable de sus salarios, la suspensión de los sumarios iniciados, el desistimiento de los juicios “por daños y perjuicios presentes y futuros” por la fantástica suma de 55 millones de pesos y el levantamiento de las sanciones aplicadas contra el personal en huelga.

Decíamos entonces: “El largo conflicto se profundizó en los últimos días de 2010 cuando el Ente Autárquico del Colón suspendió a 17 trabajadores a quienes se les prohibió el ingreso al teatro, a raíz del reclamo salarial, lo que derivó en la advertencia sindical de que la temporada de este año podría no comenzar. A su vez, los representantes de ATE denunciaron que el gobierno porteño acordó una composición salarial con SUTECBA, sólo uno de los dos sindicatos afectados al Colón, dejando afuera al mayoritario, (ATE) que no avaló lo establecido en su ausencia. La demanda del gobierno de Mauricio Macri radicada en el Juzgado porteño en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 8 -que aún no se expidió- se compone, como queda dicho, por 11 millones por “daño económico” y otros 44 en concepto “de daños futuros y potenciales” y está dirigida contra ocho personas, que representan formalmente a los “más de 500 miembros de la Asamblea del teatro”.



A partir de allí comenzó una escalada que no reconoce antecedentes en la historia del teatro.

Los integrantes de las Orquestas (Estable y Filarmónica) decidieron continuar con las medidas de fuerza mientras no hubiera un comienzo serio de negociación.

Pero las autoridades no estaban dispuestas a ninguna negociación y como la fecha de inicio de la temporada se acercaba rápidamente y el título previsto era El Gran Macabro de György Ligeti, el director resolvió prescindir de la orquesta y presentar igualmente la puesta de La Fura del Baus con acompañamiento de dos pianos y percusión.

También se anunció que el segundo título sería una ópera de Mozart que se cantaría con acompañamiento de la grabación de alguna orquesta.

Si los mencionados nos parecían verdaderos dislates aún nos faltaba lo peor.

Llegó el momento en que el muy querido y admirado por los argentinos Plácido Domingo, llegó a Buenos Aires, dispuesto a cantar y dirigir, como se había convenido tiempo atrás, a través de la Fundación Beethoven, dos conciertos: uno en el Teatro Colón y otro al aire libre para el público en general.

A partir de entonces se desató un vendaval de acusaciones contra los “irrespetuosos” huelguistas, el Jefe de Gobierno habló del “papelón fenomenal” que haríamos los argentinos si “le impedíamos cantar” a Domingo, etc, etc.

La prensa complaciente con Macri comenzó a atacar cada día con mayor virulencia a los que no querían ceder en sus justos reclamos.

Se produjeron hechos insólitos, que causaron verdadero asombro e indignación.

García Caffi se comunicó con una radio local para expresar: “Estoy aquí en mi despacho, esperando que venga Plácido Domingo para escuchar la otra campana”.

Luego se sabría que Domingo había llamado por teléfono a García Caffi varias veces antes de su llegada a esta ciudad, sin que el señor Director se dignara contestar.

Luego se vivieron dentro y fuera del Teatro momentos de gran tensión, simplemente porque Plácido no se ajustó al libreto que tenían preparado las autoridades del Gobierno de la Ciudad y del Colón.

Así fue como, con absoluta franqueza, recordó que, cuando vino a cantar, hace algunos años, la ópera Sansón y Dalila, junto a nuestra compatriota Cecilia Díaz, declaró en un reportaje que necesitaba un par de botas para actuar y que las tuvo listas en 24 horas. Dijo, además, que estaba sorprendido por la perfección y celeridad con que habían trabajado los artesanos del Teatro Colón.

Imposible no contrastar esas palabras con las de García Caffi que poco antes había dicho: “Nos desprendimos de sectores que no hacían nada útil para el Colón y cuyos trabajadores son obsoletos e improductivos”

Ahora, en medio de este conflicto provocado por la incapacidad y autoritarismo de la Dirección General del Teatro, Plácido Domingo expresó: “En un teatro de la importancia del Colón, siempre alabé la gran fuerza de esos dos pilares, que son la orquesta y el coro, siempre me impresionaron”.

También agregó: “que le gustaría conversar con las autoridades políticas locales para resolver el conflicto que mantiene paralizado al primer coliseo del país” mientras esas mismas autoridades políticas se limitaban y se siguen limitando a denostar, menospreciar y amenazar a los trabajadores y artistas.

Y agregó: ““El problema es mucho más grave de lo que parece y yo estoy con los músicos, pase lo que pase. Si lo retrasamos me marcharé con tristeza, sin cantar”.

Y por si esto fuera poco se mostró sorprendido por la demanda millonaria que impulsa el Gobierno. “No se puede demandar a un simple trabajador por tanto dinero”, sentenció.

Por cierto estas declaraciones no eran las que esperaban quienes se habían atrincherado en una posición irreductible y ferozmente autoritaria.

Y mientras García Caffi hablaba de piqueteros y acosadores de la cultura, Plácido como genial mediador expresaba: “Comprendo lo que ellos piden y esto no significa que esté en contra de las autoridades del Teatro ni del Gobierno de Buenos Aires. Entiendo a las dos partes, las circunstancias y no me siento víctima de nada.”

Más tarde se realizó una nueva asamblea de los artistas y hasta minutos antes no había una propuesta concreta de parte del macrismo. Pupi Sebastiani, responsable de la Fundación Beethoven y organizadora del evento, era una de las encargadas en negociar y acercar posiciones entre las partes. Pero hasta el propio tenor español quiso reunirse con los trabajadores para escucharlos. Y a partir de ese momento definió su posición: “mi lugar está al lado de los músicos.”

Por último, aunque no se trata de un verdadero final, los trabajadores del Teatro Colón, integrantes de la Orquesta Estable, de la Orquesta Filarmónica, Ballet Estable, Coro Estable y técnicos del Teatro Colón, dieron a conocer un comunicado, en el que expresan:

“No ha existido ningún punto de entendimiento, ni se ha abierto ningún paréntesis, con el Gobierno de la Ciudad, con relación al conflicto en que nos encontramos como trabajadores del Teatro Colón. No hemos recapacitado, dado que no tenemos nada que recapacitar. Estamos defendiendo un derecho y el patrimonio cultural de la sociedad. Y es el Jefe de Gobierno y sus funcionarios, quienes deben recapacitar sobre ello. “

Como bien dijo el Maestro Plácido Domingo en el día de ayer “el conflicto del Teatro Colón, es mucho más grave de lo que parece”.



"El conflicto del Teatro Colón, tiene su origen a principios del año 2009, cuando arbitrariamente se intentó el despido de más de 280 trabajadores. En ese mismo momento, comenzó además una depredación sobre el patrimonio cultural mueble e inmueble del Teatro Colón.

Como respuesta a constantes reclamos efectuados por los trabajadores, en los que se exigieron además de los puntos anteriores, mejores condiciones laborales y una recomposición salarial, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, representado por Macri, Larreta, Lombardi y García Caffi, dispusieron el inicio de sumarios administrativos que determinarán el despido de artistas y técnicos del Teatro, como así también han dispuesto el inicio de una demanda millonaria contra ocho trabajadores que asciende a los $ 55.000.000 (cincuenta y cinco millones de pesos).

Frente a esto, los trabajadores nos encontramos ejerciendo un justo reclamo laboral a los efectos que cesen dichas medidas.

Pese a nuestros insistentes reclamos, a la fecha el Gobierno de la Ciudad continúa con su posición arbitraria e ilegal.

Nuestro respeto al Maestro Plácido Domingo, como al público que lo irá a ver a la Avenida 9 de Julio, y frente a la “incapacidad y arbitrariedad de las autoridades”, nos obliga a adoptar conductas que permitan expresar nuestro reclamo y nuestro conflicto, desde el escenario.

Lugar y arte por el que luchamos y defenderemos día a día.

Exigimos y seguiremos exigiendo que Macri, Lombardi y García Caffi, retiren las sanciones impuestas, la demanda millonaria y absurda que nos han iniciado, como así también, comprendan y solucionen el conflicto, que aun lamentablemente por la impericia y necedad pública, no ha terminado.

Este evento no es ni será un evento del Gobierno de la Ciudad, sino por el contrario sólo lo es del Maestro Plácido Domingo y del público, que fue organizado con alta capacidad por la Fundación Beethoven.

Sólo al Maestro y al público le debemos respeto, no así a las autoridades que durante estos dos años tan solo han demostrado desprecio constante por los trabajadores y artistas del Teatro Colón, como así también sobre el patrimonio cultural que este Teatro encierra.

Es ello lo que debería darle vergüenza al Señor Macri.

Por último, solicitamos e instamos a los funcionarios del Gobierno de la Ciudad, en especial al Señor Macri, a Rodríguez Larreta, a Lombardi, y al Señor García Caffi, a no concurrir el día de mañana al evento de la Avenida 9 de Julio, ni hacer de su realización un hecho político, porque en primer lugar el espectáculo sólo será del Maestro Plácido Domingo y del público, no de los funcionarios de turno, y porque como hemos dicho, nada del conflicto ha cambiado, ni éste ha sido solucionado.

Junta Interna ATE - Colón

Trabajadores del Teatro Colón”



Pero lo que vendría después parecía extractado de una película de Hitchcock, de aquellas con un suspense casi insoportable. El día anterior al señalado para el concierto el otoño hizo irrupción en la ciudad con una lluvia continua que obligó a postergar el concierto que se haría al aire libre, sobre la Avenida 9 de julio.

Durante todo el día 23 llovió, la ansiedad general fue en aumento y el recital fue postergado para el día 24 de marzo, que es la fecha en que, desde hace varios años, la actividad del país se detiene para recordar como Día de la Memoria, el comienzo de la más feroz dictadura de nuestra historia.

Algunos medios hegemónicos televisivos pretendieron ignorar este aniversario -el trigésimo quinto este año- y se centraron en los preparativos del recital, transmitiendo -prácticamente en cadena- las pruebas de sonido y la preparación del escenario hasta en sus menores detalles.

Sin embargo, una vez más, al Jefe de Gobierno de la Ciudad y al director García Caffi, las cosas no se les daban de acuerdo con lo planeado por ellos.

En efecto, el desfile de organizaciones políticas, de enorme cantidad de jóvenes interesados y apasionados por la actividad política y de miles y miles de personas que en grupos, en familias o en forma individual caminaron a lo largo de la Avenidad de Mayo hasta la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, fue incesante.

Pero también hubo una verdadera multitud que desbordó la Avenida 9 de Julio para presenciar el recital de Plácido Domingo, acompañado por la soprano Virginia Tola y los MÚSICOS REPUDIADOS COMO DELINCUENTES, MAFIOSOS E INÚTILES por García Caffi, pero distinguidos como excelentes profesionales por Plácido, todos ellos bajo la dirección del maestro norteamericano Eugene Kohn.

Plácido cantó, exultante, a veces en registro de barítono, diversas arias y dúos con la soprano, dirigió por momentos a la orquesta, y también le habló al público presente diciéndole que “El año que viene en que se cumplirán cuarenta años de mi debut en el Teatro Colón, espero cantar allí una ópera completa pero, mientras tanto, quiero darme el gusto de dirigir aquí la obertura de esta ópera”, es decir la obertura de La forza del destino.

Lo cierto es que esas palabras parecían dirigidas a García Caffi, que por supuesto no se hizo presente, y que al parecer no impidió esta vez que los músicos “huelguistas y mafiosos” ingresaran a la sala del Colón, en la que Domingo además de besar el escenario, se dio el gusto de cantar allí, durante un ensayo del Coro.

Además, en una pausa del recital cuando el locutor nombró incidentalmente al Gobierno de la Ciudad, se produjo una rechifla general y hubo una ovación de pie cuando recordó recordó que el concierto se estaba llevando a cabo el día en que se cumplía el 35º aniversario del golpe de 1976.

De tal manera si el plan del gobierno de la Ciudad era presentar a los huelguistas como delincuentes y enfrentarlos con la opinión pública, Plácido se mostró no sólo como la figura del extraordinario tenor que es, sino también como el gran mediador que echó por tierra esas mezquinas aspiraciones.

Fue, en muchos aspectos, un día realmente inolvidable para los argentinos. Y ahora, sólo cabe esperar que el respaldo que el maestro Plácido Domingo brindó a los músicos, verdaderos profesionales, haga reflexionar a quienes desde el Gobierno de la Ciudad han actuado de manera autoritaria e irracional.

Y una simple expresión de deseos para el final: ojalá se cumpla el proyecto del maestro y el año próximo podamos disfrutar en plenitud de su arte, presenciando y escuchando íntegra una ópera de la que él sea su protagonista en su escenario natural: el Teatro Colón.
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