España - Andalucía
Nobleza baturra
Pedro Coco
Granada, viernes, 21 de septiembre de 2001.
Auditorio Manuel de Falla. Marta Almajano, soprano. Orquesta Ciudad de Granada. Andreas Spering, director. J.S.Bach: Suite nº 1 en Do, BWV 1066. Cantata 'Non sa che sia dolore', BWV 209. W.A.Mozart: Arias de concierto Vado, ma dove? K 369, Chi sa, chi sa, qual sia K 582, Misera! dove son?...Ah! non son io che parlo K583 y Sinfonía nº 36 'Linz', K425.
8,71E-05
Un año más, la Orquesta Ciudad de Granada nos recibió en su casa para dar comienzo a la temporada de conciertos, esta vez con un programa delicioso de obras vocales poco frecuentadas, e instrumentales más conocidas, de Mozart y Bach.Como solista en las obras para soprano, se contó con una voz nacional que si bien el gran público no conoce demasiado, una gran mayoría de los aficionados a la música antigua admiramos sobremanera: la zaragozana Marta Almajano. Forma parte estable del conjunto de López Banzo "Al Ayre Español", con el que ha paseado por medio mundo obras españolas de un periodo que aún nos reserva muy gratas sorpresas, y con éste y otros grupos como los de los hermanos Moreno ha grabado un nutrido número de discos altamente recomendables.Resultaban una rareza en su repertorio las arias de concierto mozartianas, y si bien en un principio descubrimos que el acompañamiento de una agrupación numerosa no iba a bien a su voz pequeña y con algún problema de proyección, también desde un primer momento ese decir que tanto la caracteriza, insólita mezcla de lo galante y lo castizo, se nos mostraba al cien por cien. En las dos primeras arias por la frescura, luminosidad y una coloratura limpia y precisa ('toglietemi dal cor'), y en la más conocida Misera, dove son? por el acertado acento dramático y un asombroso dominio del fiato, que le permitía recrearse fantasiosamente en cada frase sin problemas aparentes de falta de aliento. En pocas ocasiones se ha ejecutado tan elegantemente la transición entre la primera y segunda sección del aria ('che delirar mi fa'), culminando en un espléndido trino.No jugó a su favor la dicción, que a menudo encuentro entrañablemente imperfecta, y en la cantata italiana de Bach los recitativos sirvieron de mero trámite a unas arias más cuidadas desde el punto de vista estético y teatral, pero igualmente ininteligibles. Siempre prefecta la coloratura y sin fractura la línea de canto, haciendo gala de una técnica más que respetable.Andreas Spering no supo entenderse muy bien con los solistas, Almajano y Juan Carlos Chornet como flauta, a los que no encontró el modo de arropar, más pendiente de una orquesta que tuvo mejores momentos en las piezas instrumentales.Demasiada precaución se puso en la interpretación de la Primera Suite de Bach, que en muchas ocasiones adolecía de falta de soltura y en cierto modo continuidad u homogeneidad. Lo mejor, la vivacidad que se imprimió a la Forlana y el rigor de la Courante, lo peor, la intervención de las maderas en la Gavota. Sin embargo, Spering consiguió una lectura de mayor nivel con la Sinfonía 'Linz' de Mozart. Este joven director se acerca a menudo a la música del de Salzburgo, y quizás por ello encontró más fácilmente una clave de entendimiento con la orquesta, que supo descifrar felizmente. Excelente el diálogo entre cuerda aguda y grave del Minueto, no tan precisa la percusión en el último movimiento.El educadísimo público del Manuel de Falla tuvo que conformarse con unas traducciones al castellano de los textos a veces carentes de rigor y sensibilidad.
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