Reino Unido

Este verano canto en casa

Agustín Blanco Bazán
viernes, 2 de septiembre de 2011
Glyndebourne, viernes, 8 de julio de 2011. Glyndebourne. L´elisir d´amore, ópera en dos actos con texto de Felice Romani y música de Gaetano Donizetti. Directora de escena: Annabel Arden. Escenografía: Lez Brotherson. Adina: Danielle de Niese; Nemorino: Leonardo Capalbo; Belcore: Rodion Pogossov; Dulcamara: Paolo Gavanelli; Giannetta: Manuela Bisceglie. Coro de Glyndebourne. Orquesta Filarmónica de Londres. Enrique Mazzola, dirección musical. Festival de Glyndebourne 2011
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“¡Mejor canto en casa este verano!” Así me la imagino yo a la soprano Danielle de Niese, al incluir a Glyndebourne entre sus actuaciones del 2011. Allí debutó en el 2005, con aquella legendaria Cleopatra en Giulio Cesare que nos dejó lelos a todos mientras cantaba sus coloraturas con pasos de rock n´roll, y su cautivante sensualidad y ternura, que la pone millas delante de las otras beauties operísticas que tratan de captar al público con aires carilindos y amanerados en las portadas de los CDs. La de Niese las aplasta con su inteligente y provocativa mirada, su sonreír contagioso y su capacidad de engancharse con el público, entre ellos el mismo presidente ejecutivo de Glyndebourne y heredero de la empresa familiar, Gus Christie, que terminó casándose con ella en el 2009. Nada de original en esto, por lo menos en Glyndebourne, que debe su existencia al casamiento del abuelo de Gus con la soprano Audrey Mildmay, hoy eternizada como una Susanna ideal en la grabación de Bodas de Figaro bajo la dirección de Fritz Busch que inauguró el festival en 1934.

A juzgar por las memorias de Grete Busch, casarse con una soprano puede llevar a un empresario de ópera a embarazosas crisis de alcoba. Luego de una función John Christie se acercó a la mesa de los Busch para comentar: “¡Audrey ha estado horrible esta noche! ¡HORRIBLE!” “Sí, pero por favor no se lo diga ahora”, pidió Fritz Busch. “Ya se lo he dicho”, respondió el marido. “Debe saber que hoy no ha estado bien, ¿no lo cree usted?”. Horas mas tarde, el sueño de los Busch fue interrumpido por un Christie en pijama, implorando ayuda. Sólo el director de orquesta pudo calmar el telele de Audrey aquella noche.

Sospecho que hay tanta pasión en Danielle como en Audrey, solo que la primera se conduce de acuerdo a cánones artísticos más estrictos. Por empezar su cuidadoso repertorio, restringido al barroco y Mozart hasta su incursión como Adina en L´elisir d´amore este año, muestra una actitud diferente de Audrey, quién no vaciló en utilizar a Glyndebourne como plataforma para lanzar una carrera internacional no siempre conveniente para su voz. De Niese llegó a Glyndebourne con una carrera ya lanzada en otros lados y su italiano es impecable. No se aplica pues a ella los consejos de Busch a Audrey de irse a Italia para mejorar idiomáticamente antes de intentar Norina en Don Pasquale. Pero tal vez le valga la advertencia de Busch en el sentido que para pasar de Mozart al bel canto es necesario “liberarse” de restricciones estilísticas para combinar precisión de coloratura con distendido legato. En esto está trabajando aún de Niese, y también debe estar trabajando en el hallazgo de un timbre más cálido, sin ese perceptible toque de acidez que aún le impide compararse con Sciutti o Gueden, aún cuando su densidad y apoyo le permite superar de lejos a Kathleen Battle. De cualquier manera de Niese se compró nuevamente al público como una millonaria compra lo que quiere en una tienda de moda. Physique du rol, convencida espontaneidad y entrega hacen de su Adina un personaje inquietante, inquisitivo, empeñado desde el primer momento en hacer ver a Nemorino que ella es un asunto serio y no una de esas bobas pizpiretas que tantas veces idiotizan esta obra maestra.

© 2011 by Glyndebourne Festival

El joven tenor Leonardo Capalbo supo responder al desafío como un enamorado inquietante por erotismo sin límites, que lo lleva a emborracharse, perder su libertad y hasta el último centavo en manos de Belcore y Dulcamara. Este tira y afloja de los dos enamorados realzó la intensidad dramática de la versión hasta el punto de empequeñecer un Dulcamara que Paolo Galvanelli, cantó con una comicidad y una vozarrón similar a la de su Rigoletto. Decididamente, este no es un cantante para roles bufos. Y tampoco lo fue el estertóreo Belcore de Rodion Pogossov, a pesar de su buena emisión y sólido legato. De Niese y Capalbo hicieron crecer la obra hasta hacer olvidar de todo el resto con una 'Furtiva lagrima' capaz de conmover hasta la desesperación y un dúo de amor titánico en su paso del conflicto a la reconciliación. A quien no se comieron Niesse y Capalbo fue la Giannetta de Manuela Bisceglie, vocalmente la mejor voz del elenco por radiante registro medio agudo y una antológica soltura de canto y también magnífica como actriz.

Sin haber sido desvelado por los problemas nocturnos de Fritz Busch en el Glyndebourne de preguerra, Enrique Mazzola dirigió con premura y detalle de fraseo una Filarmónica de Londres de gloriosa expresión armónico-cromática, con un coro de la casa similarmente ágil y preciso, preparado por Jeremy Bines.

La producción de Annabel Arden se mantiene en las características comentadas por Ditlev Rindom para Mundo Clásico en el 2009 [leer reseña], como perceptiva coreografía social de la Italia de preguerra y pocas ocurrencias genuinas en la regie de personas. La ocurrencia de presentar a Belcore y sus soldados como camisas negras no parece haber provocado sensibilidades antifascistas en la audiencia de Glyndebourne, pero a mí me pareció de pésimo gusto.

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