España - Valencia

De reptiles, sueños y duermevelas

Julián Carrillo
viernes, 23 de septiembre de 2011
Alicante, domingo, 18 de septiembre de 2011. Centro Cultural Las Cigarreras. Academia de Música contemporánea de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE); director, José Antonio Trigueros. Programa: Charles Wuorinen, On alligators; Diego Ramos Rodríguez, Memoria de medianoche. Concierto celebrado como parte del Encuentro Profesional de Música Contemporánea de Alicante.
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El segundo de los conciertos breves del domingo 18 en el marco del Encuentro Profesional de Música Contemporánea de Alicante se abrió con On Alligators, de Charles Wuorinen (Nueva York, 1938). Escrita para cuarteto de maderas y cuarteto de cuerdas, la obra es una muestra de la búsqueda y hallazgos tímbricos característicos de Wuorinen. La habilidad y técnica contrapuntísticas del neoyorquino, unidas a su alusión algo humorística a los movimientos de estos reptiles hacen de On Alligators una obra de difícil ejecución, especialmente por las dificultades de encaje rítmico.

José Antonio Trigueros las superó con esa falsa facilidad con que solo permiten el buen hacer y la precisión que da su mucho oficio como percusionista, mostrando brillantemente los frutos del largo trabajo de ensayos con el grupo de la JONDE. El detalle de su atenta espera al momento previo al cambio de dirección en el arco del chelo para dar la entradaa otros instrumentistas obviando la mínima discontinuidad en el sonido de aquel es una buena muestra de este trabajo concienzudo y de su gran concentración dirigiendo. El octeto tocó con precisión y entrega, haciendo aparecer oportunamente el carácter juguetón de la música de Wuorinen.

La frontera del sueño

El tercer estreno de la mañana correspondió a Memoria de medianoche, de Diego Ramos Rodríguez (Madrid, 1989). La tercera evocación nocturna de esta matiné surge, según describe su autor, “del interés por evocar musicalmente el estado de ánimo justo antes del sueño”, cuando “es posible percibir la línea de separación entre el consciente y el inconsciente”. Algo que recuerda el viejo cuento ruso del mendigo al que unos niños preguntan si se dormía con su larga barba dentro o fuera de su manta y que, preocupado por buscar respuesta a la pregunta, nunca más pudo dormir, muriendo de agotamiento.

La obra se inicia con un suave golpe de plato suspendido, y sucesivos trinos de este y de las cuerdas en falsos armónicos, con la consiguiente creación de ambiente gracias a la exploración-explotación tímbrica de la nocturnidad musical.

Ramos prosigue su nota al estreno con reflexiones sobre la búsqueda de la belleza sonora y otras sobre la percepción (consciente o no), sobre la racionalidad de la comunicación hablada o musical y sobre si el carácter de esta es automático e intuitivo, para acabar con la reflexión: “Si la música es un acto de expresión, realmente ¿qué nos comunica? ¿Cómo nos lo hace entender ? Más aún, ¿cómo nos lo hace sentir?”

He de confesar que la lectura de estas preguntas tan trascendentes sobre el arte que a todos nos subyuga –la música,claro-  me hizo reflexionar, distrayéndome de la escucha de la pieza que las originó y haciéndome pensar en un extraño futuro sin intérpretes ni instrumentos, en el que los musicólogos hallaran documentación sobre la música de los siglos XX y XXI, e imaginar cuáles serían sus reflexiones y discusiones académicas sobre el asunto.

Y en estas estaba cuando una serie de crescendos de cuerdas, maderas y tutti me devolvió a la realidad de una obra en la que: sutiles toques de triángulo y plato; la incorporación de intervalos de segunda en las maderas; la incorporación del resto de instrumentos a la incorporación de segundas, y finalmente una larga serie de crescendos con uno más destacado dinámicamente dee vez en cuando, me recordaron el final de una canción que interpretaba magistralmente María Dolores Pradera: aquella que empezaba “Me desperté llorando entre tus brazos…” Lo siento, pero la emoción y la sensación de ingrávida belleza de Nadiyama puso el listón de las emociones demasiado alto.

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