Estados Unidos
Justicia para Haendel
Horacio Tomalino

Un gran éxito le significó al MET la nueva reposición de la ópera Rodelinda de Handel llevada a cabo esta temporada y que hace justicia a un compositor cuyas óperas son presentadas con una incomprensible poca frecuencia sobre este escenario.
A cargo de la vertiente musical, y pilar fundamental de excelso resultado general de la representación, el maestro Harry Bicket fue la gran figura de la noche demostrando ser un referente indiscutible en la dirección de este repertorio. Su lectura destacó no sólo por su precisión en los tiempos y su cuidada concertación, sino que además sacó a la luz infinidad de detalles que confirmaron la riqueza de la partitura y el minucioso conocimiento que este director musical posee particularmente de esta obra.
En lo estrictamente vocal, cada uno de los intérpretes supo llevar a buen puerto las exigencias de sus respectivas partes en un altísimo nivel de calidad. Una vez más -y tal como lo hiciera en el 2004 y 2006- Renée Fleming asumió el personaje protagónico, al que dotó con mucha sapiencia de gran expresividad, un sentido canto y una presencia escénica que acaparó todas las miradas en cada una de sus intervenciones. Sin embargo, nuevamente y a pesar de sus buenas intenciones, al escuchar a la diva americana quedó claro que este no un repertorio en el cual pueda lucirse en la medida de su talento. Su interpretación tuvo demasiadas licencias a pedir de la soprano y poco de puro estilo handeliano, sobre todo en las ornamentaciones, donde Fleming, carente de la coloratura necesaria para resolver las exigencias de la partitura, salió al paso de un modo demasiado personal que poco tiene que ver con el estilo del compositor inglés.
© 2011 by Metropolitan Opera House
Exultante de vocalidad y haciendo un uso inteligente de sus recursos, la mezzosoprano norteamericana Stephanie Blythe fue una Eduige de canto uniforme, sin excesos y de cuidada línea, que destacó tanto por su fluidez como por la naturalidad de su emisión.
En cuanto a las voces masculinas se refiere, no pudo pensarse en una mejor elección. A cargo de la parte del prometido de Eduige, Grimoaldo, puede afirmarse sin temor a error que el tenor canadiense Joseph Kaiser ha encontrado un papel a su medida que le permitió lucir un timbre de gran brillantez, flexible, capaz de un sinnúmero de matices y nobles acentos, que hizo de cada una de sus intervenciones una fiesta para los oídos.
Al personaje de Bertarido, el contratenor Andreas Scholl le impuso no sólo una apabullante perfección técnica y una rigurosidad estilística de manual, sino que supo incluso meterse en la piel del personaje y plasmar con gran emotividad en su canto los sentimientos del usurpado rey de Lombardía.
© 2011 by Metropolitan Opera House
Debutando en la compañía, el contratenor inglés Iesty Davies fue un Unulfo que superó todas las expectativas y demostró ser un cantante a tener en cuenta para el futuro. Completó el sólido elenco el bajo barítono chino Shenyang quien compuso el desagradable personaje de Garibaldo en buena forma, con remarcable autoridad vocal y cuidada dicción.
Un gran aporte de calidad dio a la representación la bellísima y convencional producción escénica creada especialmente para la casa por el director de escena Stephen Wadsworth, quien sin sobresaltos, con gran sentido teatral y cuidada estética, condujo admirablemente el desarrollo de la acción y le hizo pasar un buen rato al espectador.
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