España - Madrid

Una de pimientos para Verdi y Wagner

Germán García Tomás
lunes, 20 de mayo de 2013
Madrid, jueves, 2 de mayo de 2013. Teatros del Canal (Sala Verde). El Pimiento Verdi, espectáculo musical de Albert Boadella con música de Verdi y Wagner, principalmente. Dirección artística: Albert Boadella. Elenco: Sopranos: Leonor (María Rey-Joly) y Brunilda (Elvia Sánchez) / Tenores: Roberto (José Manuel Zapata) y Sigfrido (Antoni Comas). Barítono: Sito (Luis Álvarez). Pianista: Fidel (Borja Mariño). Camarero: Blas (Jesús Agelet). Escenografía: Josune Cañas. Vestuario: Isabel López. Utillería: Ana María Serpa. Iluminación: Bernat Jansà. Ayudante de dirección de escena: Pau Guix
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La Sala Verde de los Teatros del Canal se convierte por obra y gracia de Albert Boadella en un mesón de cocina vasca donde perfectamente se podrían degustar platos como el arroz con bogavantes, el chuletón a la parrilla o la especialidad de la casa, los pimientos verdes, de ahí el nombre del establecimiento, originalmente ubicado en tres céntricas calles de Madrid: “El Pimiento Verde”. Boadella lo utiliza como pretexto para realizar su particular homenaje a la doble conmemoración del bicentenario de los grandes compositores que realizaron aportaciones trascendentales en el arte operístico a través de sus dos estilos musicales antitéticos: Giuseppe Verdi y Richard Wagner. Para ello, el dramaturgo catalán rebautiza la taberna como El Pimiento Verdi, título a su vez del espectáculo.

Cuando se accede a esta Sala polivalente, varias mesas y sus correspondientes sillas de restaurante se encuentran introducidas en el mismo escenario, que sirven a su vez como butacas para parte del público, el cual es tratado a la hora de colocarse como si de un comensal se tratase por displicentes figurantes-camareros. El hecho de reconocer a algún personaje famoso a nivel mediático situado en determinada mesa, hace suponer al humilde escritor de estas líneas que en cada función son invitados a acudir personalidades célebres de cualquier disciplina artística, periodística, etc., para degustar en primera persona el menú que presenta Boadella en este espectáculo.

Albert Boadella: El pimiento Verdi. Teatros del Canal de Madrid, abril-mayo de 2013

Éste se inicia con una cena homenaje a la figura de Giuseppe Verdi con motivo de los 200 años de su nacimiento por parte de Sito, el dueño real de El Pimiento (aquí interpretado por el barítono Luis Álvarez), gran aficionado a la lírica y que ejerce como anfitrión contando para el evento con la presencia estelar de Leonor y Roberto (a los que dan vida el tenor José Manuel Zapata y la soprano María Rey-Joly), ilustres cantantes que obsequian a los presentes con arias de ópera. Pero tras entonarse por ambos el famoso brindis de La Traviata, dos comensales situados en una de las mesas manifiestan muy expresamente (mascullando y haciendo sonar vasos en señal de protesta) su descontento con la música escuchada, y plantean al dueño la posibilidad de ofrecer también un homenaje en el mismo local al gran Richard Wagner, que, como el italiano, nació igualmente hace dos siglos. El dueño, aunque no muy amante del arte wagneriano, accederá para quedar bien con sus nuevos clientes (que también resultan ser dos cantantes líricos) y esto da pie a Leonor y Roberto a que se mofen de los dos fervientes wagnerianos (sus nombres mitológicos les delatan: Sigfrido -Toni Comas- y Brunilda, -Elvia Sánchez-) con una recreación exagerada en patetismo del "Liebestot" de Tristán. Con esto, la mecha ya ha sido encendida y a partir de ese momento la disputa se desatará entre ambos bandos rivales, defensores de dos maneras irreconciliables de ver y apreciar el arte operístico, con la actitud mediadora y pacificadora de Sito, que de vez en cuando, cansado de tanta acalorada discusión dialéctica entre verdianos y wagnerianos, entona frases de romanzas de zarzuela.

Pero lo que pareció en el comienzo del espectáculo que resultaría ser un homenaje en sentido literal a la figura de ambos genios de la ópera, se va convirtiendo progresivamente y a medida que avanza la hora y cuarenta minutos de duración, entre bromas y sarcasmos muy del gusto de Boadella, en una parodia satírica por parte de cada pareja de cantantes hacia el estilo musical del compositor que defienden sus rivales. Y como es natural, los tópicos y prejuicios asociados a cada músico afloran sin remedio. En el caso particular de Verdi: el intrascendente carácter sentimental y melódico de sus óperas heredado de la tradición belcantista de Bellini y Donizetti (los wagnerianos se burlan de la pobre instrumentación que acompaña el aria “Casta diva” de Norma y llegan a presentar la canción Il mondo de Jimmy Fontana como una consecuencia natural de la influencia verdiana); el carácter ridículo y pobre de muchos de sus argumentos operísticos (Sigfrido pone como ejemplo el caso particular de Rigoletto y ridiculiza Il Trovatore entonando la “Pira” mientras asa una chuleta en escena).

Albert Boadella: El pimiento Verdi. Teatros del Canal de Madrid, abril-mayo de 2013

Respecto a Richard Wagner, Boadella no se ha molestado lo más mínimo en ocultar su gran pasión por el maestro de Busetto, ya que, literalmente, se ha cebado con el de Leipzig. La mofa y la crítica hacia el drama musical wagneriano se muestra en más de la mitad del espectáculo, a saber: facilidad de su música para asociarse siempre con el cine bélico (“Cabalgata de las valquirias” / Appocalypse Now); presentación del carácter aburrido e inacabable de todas sus óperas (con Zapata cantando un monólogo de Siegfried mientras María Rey-Joly, sentada en una incómoda butaca que se presupone representa las de Bayreuth, se va desprendiendo de gran parte de su ropa ante su creciente acaloramiento); lo enrevesado de los argumentos de sus óperas (especialmente de la Tetralogía, caricaturizando la trama de La Valquiria con Zapata, cual locutor deportivo, desgranando un vibrante monólogo que simula el desarrollo de un disputadísimo partido entre los nibelungos y los habitantes del Walhalla); su influencia en el carácter anárquico, estridente y sin reglas de la música contemporánea (argumento radicalmente falaz) escenificando una histérica composición vanguardista; su voluntad de reformar la mentalidad tradicional del público musical a través de su “obra de arte total”; el consabido antisemitismo del compositor con la lectura por parte de Leonor de uno de los pasajes más explícitos de crítica al arte judío perteneciente a su libro El judaísmo en la música mientras todos los demás entonan solemnemente como contrapunto el sionista coro “Va pensiero” de Nabucco; y, ¡claro, no podía faltar!: la influencia de todo su arte musical en el nazismo y más concretamente en su ideólogo: Adolf Hitler (en este caso se adivina un guiño a la escena de la película El gran dictador de Chaplin en la que mientras suena el preludio de Lohengrin éste juguetea en sus manos con una gran bola del mundo). En este caso nos agradaron las frases que esgrime el personaje de Toni Comas en defensa de Wagner: “Un compositor no tiene por qué ser responsable de la influencia de su música” o “¿Qué tiene que ver todo eso con lo que representa su música?”.

Albert Boadella: El pimiento Verdi. Teatros del Canal de Madrid, abril-mayo de 2013

El espectáculo posee tal nivel de comedia que Zapata y Comas llegan en gran parte del espectáculo a reencarnarse a través de la ropa y el maquillaje en los mismísimos maestros con sus respectivos acentos idiomáticos, dirigiendo al contrario y a todos los presentes sus argumentos en defensa de su propio arte y objetando la forma de componer de su colega. Al final, todo el enredo se aclarará ante los ojos de Sito: los dos acérrimos wagnerianos revelan ser compañeros de coro de Leonor y Roberto, y el dueño se sorprende ante la exagerada y surrealista chanza que los cuatro artistas le han organizado en su local. Pero el surrealismo no concluye. Boadella destina para la traca final algo que ni el principal exponente de esta tendencia pictórica pudo haberse imaginado siquiera: una ópera improvisada de reconciliación o hermanamiento entre el arte de ambos genios, con la irreverencia más descarada como carta de presentación. Un argumento enrevesado de carácter mitológico que utiliza a los personajes protagonistas de la Tetralogía wagneriana. Todo ello sazonado con la guarnición de algunos de los leitmotiven de sus óperas y frases cantadas con un alemán de chirigota, todo ello en maridaje con fragmentos de algunas de las óperas de Verdi, sacados de su contexto original.

En suma, un divertimento musical con un plantel inmejorable de cantantes-actores que no consigue satisfactoriamente el verdadero objetivo de tributo y honra a ambos genios como deberían merecerse desde el punto de vista artístico, pero que con la excusa de la doble efeméride sirve para la diversión y el esparcimiento del público, ocupando un hueco más en la lista de producciones del creador de Els Joglars con la lírica como motivo conductor. Y es que esta vez Boadella parece que ha hecho completamente suya esa feliz filosofía que entona el burlado Sir John Falstaff en el rondó final de la última ópera verdiana: Tutto nel mondo è burla.

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