Reportajes
Titulitis aguda
Eduardo Torrico (1958-2023)
0,0001148
Lo he tenido que leer dos veces, porque no me lo podía creer. El suplemento cultural de ABC publicaba el pasado sábado una entrevista con el madrileño José Miguel Moreno, tañedor de laúd, vihuela, guitarra y de todo lo que se le ponga por delante. En un pasaje de la entrevista, Moreno revelaba que le han hecho una oferta del Conservatorio de Madrid, su ciudad, para dar clases de cuerda pulsada de los periodos renacentista y barroco. Pero añadía Moreno que la decisión final de que enseñe o deje de enseñar en el Conservatorio depende de los políticos, que se lo están pensando porque, como carece de titulación alguna, no se atreven a concederle la cátedra.Estas cosas sólo pueden pasar, evidentemente, en España, país en el que la enseñanza musical ha progresado más bien poco desde los tiempos de Atapuerca. No estamos hablando de ningún 'mindundi'. Estamos hablando del que es considerado por una gran mayoría como mejor laudista del momento en todo el mundo, además de experto conocedor de esta materia. A su faceta de consumado intérprete, une la de musicólogo y hasta la de violero, pues colabora estrechamente con su mujer, Lourdes Uncilla, en la construcción de instrumentos antiguos, algunos de los cuales han sido rescatados por ellos del más absoluto de los olvidos (por ejemplo la angélica, con la que grabó hace años para el sello Glossa un precioso disco con música de autores franceses).Pero José Miguel Moreno ha cometido el delito de no tener título y de ser un autodidacta. Moreno podrá ser una eminencia reconocida en todo el mundo (en esa entrevista dice que también ha recibido ofertas para enseñar en Francia y Alemania, que ha declinado por motivos familiares), pero si no tiene título aquí, en España, no le va a servir de nada. La ‘titulitis', lejos de ser una enfermedad en vías de curación, cada día pega con más fuerza.Y luego, claro, nos extrañamos de que en España no haya una sola cátedra dedicada a la Música Antigua y de que un alumno de violín que se presente a examen sea suspendido si tiene la desfachatez de tocar una partita de Bach de la forma más parecida posible a como se tocaba en la época de Bach. Porque a Bach, según los sesudos profesores españoles, hay que tocarlo, por supuesto, con violín moderno y con vibrato, con mucho vibrato. ¡Si lo sabrán ellos!Ahora que empezábamos a ver luz al final de este larguísimo y negrísimo túnel; ahora que ya tenemos músicos españoles en las mejores orquestas historicistas de Europa (gracias a que, por descontado, se han formado fuera de España); ahora que empiezan a constituirse las primeras orquestas especializadas en el repertorio antiguo en nuestro país; ahora que esos músicos y esas orquestas han demostrado que nada tienen que envidiar a los de fuera... pues eso, ahora hay que convencer a nuestros políticos de que para enseñar, y enseñar como es debido, no hace falta (o no tendría que hacer falta) un puñetero título, que a fin de cuentas es un simple papel.Me temo lo peor. Me temo que el bueno de José Miguel Moreno se va a quedar sin cátedra como yo me quedé sin abuela. Y me temo lo peor porque la Comunidad Autónoma de Madrid está presidida por uno que se proclama melómano, Alberto Ruiz-Gallardón. Si el primer político madrileño es un supuesto melómano y sabe de música lo que sabe (nada o menos que nada), figúrense ustedes lo que pueden saber los demás políticos, que no sólo no saben, sino que no tienen el menor interés en saber.Al hilo de todo esto, me viene a la cabeza una anécdota que me contaba un amigo que posee un sello discográfico especializado en Música Antigua y que editó un magnífico disco de canciones flamencas del siglo XV (ya saben, Dufay, Binchois, Ockeghem, Desprez y otros por el estilo). Pues bien, a la vista de las extraordinarias críticas que recibió dicho disco, se pusieron en contacto con él unos políticos de determinada comunidad autónoma para hacerle un importante pedido. El pedido fue cancelado cuando esos políticos comprobaron que las canciones flamencas del disco no eran las que ellos creían: lo que ellos iban buscando era ‘cante jondo', no polifonía.Así está este país, musicalmente hablando. Y así les luce el pelo a los osados alumnos que velan sus armas en nuestros conservatorios. Claro, que para dedicarse después al flamenco siempre hay tiempo.
Comentarios