España - Castilla y León
Clausuradas las X Clases Magistrales de Eutherpe
Roberto San Juan

Fiel a su cita anual, el curso para pianistas, directores y jóvenes orquestas organizado por la Fundación Eutherpe fue clausurado en León en su décima edición los días 7 y 8 de septiembre con sendos conciertos en los que los alumnos participantes -siete pianistas y diez directores- mostraron al público los progresos logrados tras una intensísima semana de trabajo dedicada a los cinco Conciertos para piano y orquesta de Beethoven bajo la tutela de los maestros Joaquín Soriano, piano, y Bruno Aprea, dirección, asistido, éste último, por Antonio Lajara.
Ponerse al frente de la Joven Orquesta Provincial de Málaga constituyó un auténtico desafío para los directores que se sucedieron en el podio. Se trata de una orquesta constituida por músicos jovencísimos, aún en formación, con todas las ventajas e inconvenientes que ello supone: músicos con muchas ganas e ilusión, que no escatiman esfuerzo ni horas de ensayo, pero que, al mismo tiempo, requieren un riguroso control por parte del director, que debe ser especialmente cuidadoso para mantener el equilibrio tímbrico entre las distintas secciones orquestales y dirigir con gesto claro y, en ocasiones, ligeramente exagerado para lograr que la orquesta reaccione de la forma deseada. Conscientes de ello, todos los directores se entregaron con convencimiento a su labor, pero el balance final no fue igualmente favorable para todos. Dejando a un lado los frecuentes problemas de afinación en la sección de viento -especialmente trompas y fagot- la orquesta respondió mejor ante aquellos directores que supieron transmitir seguridad y pasión con sus gestos precisos, y que, liberados de la esclavitud de la partitura, mantuvieron un contacto visual permanente con los músicos.
El primero de los conciertos de clausura se inició con el Concierto nº 2 para piano de Beethoven, con Carlos Marín como solista. Este joven pianista madrileño es bien conocido por el público leonés y una vez más demostró su dominio técnico y su refinada musicalidad. Francesc Gamón, que dirigió el ‘Allegro con brio’ inicial, supo transmitir confianza a la orquesta, aunque no pudo evitar ciertos desajustes de tempo. El segundo y tercer movimientos fueron dirigidos por Asier Zabalza, que, gracias al férreo control que ejerció sobre la sonoridad orquestal, consiguió mantener un bello diálogo entre solista y orquesta durante el ‘Rondó. Molto allegro’ final.
El Tercer Concierto para piano que siguió tuvo como solista a la joven vallisoletana Milena Martínez, una pianista que resolvió los rápidos pasajes del ‘Allegro con brio’ con gran agilidad técnica y supo extraer muy bellos matices en los pianissimi tanto de la cadencia del primer movimiento como durante el ‘Largo’ central. A pesar de los esfuerzos de los directores -Aitor Olivares en el primer movimiento y David González en los dos siguientes- se echó en falta una mayor tensión y “garra” en el sonido orquestal. Tras el descanso, las cosas mejoraron en el Cuarto Concierto beethoveniano. Desde el ‘Allegro moderato’ inicial y de nuevo con David González en el podio, el sonido orquestal fue más lleno y la sonoridad más compacta. Mario Mora, un excelente pianista, hizo una lectura muy cuidada de la parte solista, característica que se mantuvo durante el segundo y tercer movimientos con la joven cántabra Cristina Vega al piano -excelente su interpretación del ‘Andante con moto’- y el gaditano Álvaro Corral en el podio. El rango dinámico del sonido orquestal se amplió notablemente y la sesión concluyó con brillantez.
La segunda jornada de clausura se inició con el Primer Concierto para piano y orquesta, siempre de Beethoven, con Antonio Ortiz en la parte solista y Blanca Trabalón en el podio. A diferencia de otros, no hubo en este Concierto la habitual rotación de pianista y director, lo que fue, en este caso, un acierto, ya que Ortiz y Trabalón demostraron coincidir plenamente en el planteamiento musical de esta pieza. Señalando con sus brazos el fraseo natural de la melodía con gran musicalidad, la joven directora malagueña consiguió un sonido orquestal de calidad y realizó un buen trabajo de concertación durante el ‘Largo’ para lograr el adecuado equilibrio tímbrico. Ortiz, por su parte, demostró ser un pianista de técnica depurada y sonido elegante y estuvo magnífico durante la cadencia del ‘Allegro con brio’.
Luis Castro firmó una excelente versión de la parte solista del Concierto nº 2, el único que se repitió en ambas jornadas. El primer movimiento estuvo dirigido por otro joven pianista, Gianmarco Manfredi, que está dando sus primeros pasos en la dirección orquestal. Aunque de apariencia estricta en el podio, su gestualidad resulta muy expresiva y cercana. Tanto el ‘Adagio’ como el ‘Rondo. Molto allegro’ corrieron a cargo del joven asturiano Alberto Palacín, cuyo gesto laxo resultó poco adecuado para esta orquesta que, como he comentado, requería precisión y “atar en corto”.
La sesión concluyó con el Concierto nº 5, ‘Emperador’. El joven pianista suizo Guillaume Moix exhibió una técnica arrolladora y consiguió un bello sonido cristalino, pero la orquesta, con el joven madrileño Pablo Andoni Gómez al frente durante el ‘Allegro’ inicial, transmitió una cierta sensación de maquinismo y falta de calidez interpretativa. En el ‘Adagio un poco mosso’ y con Georgina Sánchez en el podio las cosas mejoraron. La joven directora vallisoletana se hizo rápidamente con el control orquestal y con una gestualidad clara, cargada de intención, hizo valer su autoridad, aprovechando, incluso, el espacio sobre la cabeza y la propia gravedad para dar rotundidad al gesto y conseguir, por ejemplo, una perfecta sincronización en la ejecución de los pizzicati del segundo movimiento. El ‘Rondo. Allegro’ sonó con rotundidad y brillantez.
Tras el concierto fue requerida la presencia sobre el escenario de los dos profesores del curso para recibir una prolongada y merecida ovación. Unas palabras de agradecimiento de la presidenta de la Fundación Eutherpe, Margarita Morais, cerraron el acto.
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