España - Cataluña

Cuando el Liceu hace los deberes

Jorge Binaghi
martes, 14 de enero de 2014
Barcelona, sábado, 28 de diciembre de 2013. Gran Teatre del Liceu. Cendrillon (Opéra Comique, París, 24 de mayo de 1899), libreto de H. Cain y música de J. Massenet. Vestuario (colaborador Jean-Jacques Delmotte) y puesta en escena: Laurent Pelly (repositor: Justin Way). Escenografía: Barbara de Limburg. Intérpretes: Karine Deshayes (Cendrillon), Doris Lamprecht (Madame de la Haltière), Michèle Losier (Prince Charmant), María José Moreno (La fée), Cristina Obregón (Noèmie), Marisa Martins (Dorothée), Marc Barrard (Pandolfe), Isaac Galán (Le roi), y otros. Orquesta y coro (director: José Luis Basso) del Teatro. Dirección de orquesta: Andrew Davis
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Si solamente el Liceu hiciera las cosas siempre de este modo: un título poco o nada frecuente, una puesta en escena moderna pero sensata, un director que conoce a fondo el oficio y puede socorrer a una orquesta que aún no ha conseguido el nivel que debería, cantantes adecuados (como mínimo) a sus cometidos (incluso los más breves o banales)… Si Agrippina fue buena, esta Cendrillon difícilmente será superada en lo que resta de temporada (ojalá me equivoque). Y más es así cuando uno se encuentra con este segundo reparto en el que repiten los ‘comprimarios’, los cuerpos estables y sus directores, pero no hay (aunque no se note su ausencia) nombres ‘estelares’.

Diría que la dirección de Davis salió esta vez más lucida que la anterior, así como es necesario ver más de una vez la producción para advertir los miles detalles fascinantes que presenta.

Es difícil no caer en otras comparaciones más propensas a los gustos, pero Deshayes es una protagonista notable: la voz se ha desarrollado más y sólo subsiste algún reflejo metálico en el extremo agudo; como artista es más simple y directa que DiDonato, pero el enfoque es totalmente válido.

 

Karine Deshayes (Cendrillon) y Michèle Losier (Prince Charmant) durante la representación de 'Cendrillon' de J. Massenet. Dirección musical: Andrew Davis. Dirección escénica: Laurent Pelly. Barcelona, Teatro del Liceu, diciembre de 2013

Moreno estuvo espléndida de voz, y si asombra que Massis la siga conservando tan cristalina, en su colega la liquidez es connatural a su edad. Seguramente su comportamiento es menos señorial o distante y más maternal (y también está más pendiente de las indicaciones del director), pero eso puede parecer mejor o peor según la idea que se haga de la música y de la parte el espectador (yo simplemente creo que esta hada resulta un punto menos ‘francesa’ en su canto y comportamiento, pero es validísima).

 

María José Moreno (La fée) y Coro del Teatro del Liceu durante la representación de 'Cendrillon' de J. Massenet. Dirección musical: Andrew Davis. Dirección escénica: Laurent Pelly. Barcelona, Teatro del Liceu, diciembre de 2013

Barrard hizo un padre más de tipo bufo hasta el primer dúo con la protagonista en el tercer acto (en el que tuvo, hacia el final, un desfallecimiento transitorio pero más que evidente) y su canto es menos matizado y más convencional que el de Naouri.

Lamprecht estuvo estupenda: siempre ha sido muy vivaz y espontánea y eso se ha notado. No es una contralto, y ha conseguido disimularlo casi siempre con notable éxito por su efervescencia; sin duda no podría cantar un Rossini serio o un Haendel, pero para este rol es sensacional.

 

Karine Deshayes (Cendrillon), Michèle Losier (Prince Charmant), María José Moreno (La fée) durante la representación de 'Cendrillon' de J. Massenet. Dirección musical: Andrew Davis. Dirección escénica: Laurent Pelly. Barcelona, Teatro del Liceu, diciembre de 2013

Quizás el punto más débil o que pueda suscitar más reservas es el desempeño de Losier en el Príncipe: la voz resulta parecida, pero menos potente y timbrada, que la de Deshayes, y eso es un problema para los dúos en los que a veces debe incluso dominar. No sólo no se trata de una ‘Falcon’ como pedía el autor, sino que es una cantante que tiende a creer que actuar es sobreactuar -incluso con los gestos- y que eso puede suplir momentos comprometidos (el agudo es notablemente áspero y más en esta parte al tiempo que el grave no es poderoso). Como parece estar muy convencida de lo que hace (la recuerdo de un concurso en Bélgica donde, para sorpresa de algunos –y no sé si propia- no resultó ‘número uno’) puede proyectar esa convicción, pero continúo pensando que es una cantante claramente sobrevalorada (sin dejar de reconocer que su participación no significó ningún problema para el nivel de la función, aunque lo bajó claramente con respecto a su antecesora en el rol).

El público, igualmente numeroso, aplaudió con el mismo calor. Bien por el Liceu. Y que dure (a lo mejor entre el nuevo año y algún hada madrina lo hacen posible).

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