Argentina

El delirio del poder

Gustavo Gabriel Otero
viernes, 11 de abril de 2014
Buenos Aires, martes, 1 de abril de 2014. Teatro Colón. Detlev Glanert: Calígula, ópera en cuatro actos. Libreto de Hans-Ulrich Treichel, basado en el homónimo drama de Albert Camus. Estreno americano. Benedict Andrews, dirección escénica. Ralph Myers, escenografía. Alice Babidge, vestuario. Jon Clark, iluminación. Producción escénica de la English National Opera (ENO). Peter Coleman-Wright (Calígula, emperador); Yvonne Howard (Cesonia, su esposa); Martin Wölfel (Helicón, esclavo); Héctor Guedes (Quereas, procurador); Jurgita Adamonytė (Escipión, un joven patricio); Fernando Chalabe (Mucio, senador); Víctor Torres (Mereia/Lépido); Marisú Pavón (Livia, esposa de Mucio); Lara Tressens (Drusila), Nazareth Aufe, Marcelo Monzani, Cristian Maldonado y Cristian De Marco (cuatro poetas). Orquesta y Coro Estable del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Martínez. Dirección musical: Ira Levin
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Hubo un tiempo, hace ya más de medio siglo, en el cual el Colón de Buenos Aires ofrecía a sus espectadores las novedades líricas a meses o a lo sumo a los muy pocos años de sus estrenos mundiales. Con el tiempo los estrenos argentinos o americanos de obras de compositores vivos se fueron espaciando hasta casi desaparecer. El débito de óperas del siglo XX del Colón con su público es enorme y con escuálidas temporadas de siete u ocho títulos casi irremediable.

Es por eso que presentar el estreno americano de una obra cuya primera representación mundial fue en julio de 2006 de un compositor contemporáneo, vivo y presente en la sala, no puede menos que ser saludado con alegría y esperanza.

Abrir la Temporada con una obra contemporánea también es un posicionamiento y para ello se recurrió a Calígula de Detlev Glanert, cuya estética parece rehuir de los istmos y de la música para pocos convencidos, para componer de un modo ecléctico, postmoderno y de llegada al público.

El trabajo de Hans-Ulrich Treichel para adaptar el Calígula de Albert Camus, nos lleva a cuatro momentos de sus últimos tiempos. El primero acto nos muestra la desesperación de Calígula, motivada por la muerte de su hermana-amante Drusila, el cambio de personalidad ante el absurdo de la vida y su faz como gobernante cruel, brutal y absurdo, que comienza un camino de delirio en el poder.

En el segundo acto Calígula juega con la vida y la muerte de sus súbditos. Es notable la caracterización de los personajes que exaltan al gobernante con una mezcla de temor, amor, convicciones o conveniencias y que permiten bucear sobre dictadores y sus adulones actuales o pasados. En el tercero, Calígula se cree Venus y se hace adorar como un dios mostrando nuevamente que busca los límites a su poder y al no encontrarlo obliga a sus súbditos a realizar acciones cada vez más delirantes y denigrantes. En el último asistimos a la muerte del gobernante, único final posible de este antihéroe que se dirige desde el principio a la propia aniquilación.

Un texto de sorprendente actualidad, con delirios de poder que parecen copiados de los diarios de los últimos meses, y que permite reflexionar al público sobre los totalitarismos de cualquier signo.

 

Momento de la representación de 'Calígula' de Glanert. Dirección musical, Ira Levin. Dirección escénica, Benedict Andrews. Buenos Aires,Teatro Colón, abril de 2014

 

La partitura comienza y finaliza con un grito desgarrador que marca las dos muertes de Calígula: la interior ante la muerte de Drusila al principio y la total, al final, cuando es apuñalado por la muchedumbre.

La orquestación es exuberante y rica. En la obra, moderna y ecléctica, Detlev Glanert no renuncia ni a momentos líricos ni a un necesario expresionismo. La partitura es variada y se pueden encontrar coros -que parecen hacernos oír los delirios de Calígula- e importantes monólogos sin olvidar escenas de conjuntos y dos importantes interludios orquestales.

La puesta en escena, presentada en mayo de 2012 por la English National Opera, está firmada por Benedict Andrews y es de un manejo teatral impecable. La idea de ambientar la obra en las gradas de un estadio de fútbol -moderno circo romano- es más que interesante y por cierto muy actual por la frecuencia en que se dan entendimientos entre gobernadores autoritarios y gestores deportivos para anestesiar al pueblo con fútbol u otros deportes para todos. Pero cuatro actos ambientados en el mismo espacio causan cierto tedio, a pesar de la buena factura de la escenografía de Ralph Myers.

El vestuario de Alice Babidge es ecléctico y contemporáneo con algunos guiños irónicos y la iluminación de Jon Clark de excelente concepción y realización.

 

Momento de la representación de 'Calígula' de Glanert. Dirección musical, Ira Levin. Dirección escénica, Benedict Andrews. Buenos Aires,Teatro Colón, abril de 2014.

 

Ira Levin al frente de la Orquesta Estable realizó un trabajo de primer orden. Logró realzar una partitura de inteligentes y exquisitos planteos sonoros y obtuvo el equilibrio justo de cada familia de instrumentos en una partitura de admirable y exuberante orquestación. La orquesta respondió de la mejor manera y fue una de los puntos más altos en el éxito de la representación.

En el protagónico Peter Coleman-Wright -quien ya interpretó a Calígula en 2012 en la ENO- brilló en lo actoral y en la identificación con el rol. En el plano vocal cumplió con su exigente parte, aunque hubiera sido deseable mayor volumen y mejor color baritonal.

Yvonne Howard fue una lírica y compenetrada Cesonia, y tanto Martin Wölfel (Helicón) como Jurgita Adamonyté (Escipión) fueron creíbles, de canto preciso y exquisitos intérpretes. Los tres artistas ya interpretaron sus roles en otras ocasiones y parecen conocerlos a la perfección.

Héctor Guedes fue un sólido Quereas mientras que los locales Fernando Chalabe (Mucio), Víctor Torres, en el doble papel de Mereia y de Lépido, y Marisú Pavón (Livia) fueron irreprochables.

 

Momento de la representación de 'Calígula' de Glanert. Dirección musical, Ira Levin. Dirección escénica, Benedict Andrews. Buenos Aires,Teatro Colón, abril de 2014

 

Notable el desempeño del Coro Estable y exactos los cuatro coreutas que encarnaron a los poetas: Nazareth Aufe, Marcelo Monzani, Cristian Maldonado y Cristian De Marco.

En una obra sobre Calígula no puede faltar su hermana-amante Drusila. En este caso es un personaje mudo personificado por la actriz Lara Tressens, que se pasea de principio a fin de la ópera como un hermoso fantasma desnudo, una especie de visión espectral sin contenido erótico a pesar de la completa desnudez.

En suma: un obra tocante y actual que nos interpela sobre el delirio del poder con una música sugestiva, adecuadas interpretaciones y una puesta contemporánea.

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