Reino Unido
La Mariscala también se ducha
Agustín Blanco Bazán

Como su abuelo John y su padre George, Augustus alias “Gus” Christie prologó este año el programa de mano del Festival de Glyndebourne con palabras de bienvenida más semejantes a las de un anfitrión particular que a las del director general de una casa de ópera. Nada extraño en ello si se tiene en cuenta que los Festivales de Glyndebourne ha sido desde su fundación en 1934 una empresa familiar de una casa de campo. La diferencia es que mientras John y George se preocupaban por agregar a la información artística minucias como los cambios en el jardín y las mejoras al estacionamiento de vehículos privados (el barro sigue siendo a veces un problema los días de lluvia), Gus prefiere concentrarse en la parte profesional. Su prólogo de este año contiene referencias a la salud financiera de esta empresa que funciona sin una libra de subsidio público, comentarios sobre viejas y nuevas producciones y alusiones de efeméride: el Festival cumple 80 años y 20 son los años desde la inauguración del nuevo teatro que reemplazó al inolvidablemente incómodo pero acogedor teatrillo original. También es éste el año de bienvenida al nuevo director artístico, el treintañero Robin Ticciati.
Fue días antes de la inauguración del Festival y con los programas ya impresos que Sir George Christie murió el 7 de mayo a los casi ochenta, una edad tan vieja como el Festival al cual dedicó todos sus esfuerzos luego de la muerte de su padre fundador. Y de la primera nueva producción de este festival ahora dedicado a la memoria de Sir George se encargó Ticciati, un talentoso director de orquesta a veces sobrevalorado por sus promotores, pero no en esta ocasión. Porque su interpretación de El Caballero de la Rosa fue de alto nivel: sensible, convincente, luminosa, y de sostenido lirismo. Hasta el más recóndito detalle orquestal fue expuesto nítidamente en medio de un contexto de espontaneidad casi mozartiana. Sólo faltaron esas constantes pausas premonitorias que Strauss instruía para subrayar las aprehensiones de estos personajes atrapados por el paso del tiempo entre una juventud angustiosa y las perspectivas de una vejez inexorable. De cualquier manera (y esto es algo no muy frecuente en directores de su generación) Ticciati apoyó con notable sensibilidad a un distinguido elenco de cantantes jóvenes y bien ensayados en la negociación de portamentos, sostenutos, un fraseo aceptable, y en el caso de Ochs, superlativo.
Marianne Leitmetzerin (Miranda Keys), Sophie (Teodora Gheorghiu) y Octavian (Tara Erraught) durante la representación de 'Rosenkavalier' en el Festival de Glyndebourne 2014. Dirección musical, Robin Ticciati. Dirección escénica, Richard Jones. Glyndebourne (UK), 5 de junio de 2014
© Bill Cooper, 2014
Un inexplicable escandalete entre la prensa y el feminismo proselitista fue provocado por las críticas a un Octavian que la mezzo Tara Erraught no tuvo mas remedio que presentar no como un adonis rococó sino como un adolescente algo regordete y poco favorecido por un vestuario demasiado ajustado. Cuando algunos periodistas aludieron descortésmente a una obesidad excesiva e inadecuada al physique du role, varias comentaristas contraatacaron preguntando a los lectores de los diarios más importantes si alguna vez se habían encontrado con algunos feísimos y desalineados críticos que identificaron con nombre y apellido. También preguntaron por qué la prensa no denunciaba Manricos petisos, duques de Mantua regordetes o un famoso Sigmundo y Radamés de obesidad mítica en su enormidad. “¡Es que la han vestido pésimo. Pero es una gran cantante” pontificó Kiri Te Kanawa desde Nueva Zelanda en el principal programa de noticias diario de la BBC. Tal cual. En la función que me tocó presenciar el vestuario de Tarraugh apareció rehecho, y lo cierto que su voz se destacó como la mejor de todas: cálida, ágilmente articulada en los angustiosos requiebros de sus diálogos con la Mariscala en el primer acto y los furtivos intercambios con Sophie antes de ser sorprendidos por Annina y Valzacchi.
Kate Royal y Tara Erraught en el primer acto de 'Der Rosenkavalier' en el Festival de Glyndebourne 2014. Dirección musical, Robin Ticciati. Dirección escénica, Richard Jones. Glyndebourne (UK), 5 de junio de 2014
© Bill Cooper, 2014
El vestuario de Tarraugh no fue, creo, su único problema frente a un público poco preparado para las novedades con que el regisseur Richard Jones desafía algo que obviamente odia, a saber, los lugares comunes. En este caso, luego del preludio, ese brevísimo poema sinfónico que tan gráficamente describe la eyaculación de Octavian y el orgasmo de la Mariscala, el telón se abrió para mostrarlos algo que frecuentemente ocurre después de cualquier post-coito: luego de haber gozado frente al público de su ducha con exultante movimiento de brazos y manos, la bellísima Kate Royal se paseó totalmente desnuda frente a su Octavian mientras este, con una bata que lo hacía un adolescente más femenino que masculino, balbuceaba las simplísimas y maravillosas líneas de entrada tan apropiadas a la constante ambigüedad que constituye el núcleo de la obra: “Wie du warst! Wie du bist! Das weiss niemand, das ahnt keiner!” (Lo que eras, lo que eres, nadie lo sabe, nadie lo sospecha). Junto a esta Mariscala joven y desnuda y un Octavio tan regordete como tantos adolescentes (podemos hasta sospechar que el acné es parte de sus angustias), cierra el círculo de reversión de lugares comunes un Mohamed que en lugar de ser un niñito pintado de negro es un robusto joven oscuro e hirsuto de la misma edad que Octavian y perdidamente infatuado por la Mariscala, hasta el punto de haberla observado furtivamente mientras se daba la ducha.
Y toda la obra cambia luego de esta redefinición erótica de la primera escena. Los vestuarios son más bien tradicionales, a veces con detalles surrealistas: demasiado grande es la peluca que le ponen a la mariscala y corta su falda con miriñaque. Sólo sus hombros permanecen descubiertos como recuerdo de su agresiva sensualidad del comienzo. Y el Ochs recién llegado de la provincia se presenta con sus pantalones cortos de cuero y sombrero alpino. Los decorados son de paneles acartonados y de colores fuertes, y en el caso de la mansión de Faninal con claras reminiscencias de art deco. El humor directo pero irresistible de Jones arranca una irresistible carcajada cuando Octavio hiere a Ochs clavándole en la nalga la famosa rosa de plata.
Tara Erraught, Lars Woldt y Kate Royal la representación de 'Rosenkavalier' en el Festival de Glyndebourne 2014. Dirección musical, Robin Ticciati. Dirección escénica, Richard Jones. Glyndebourne (UK), 5 de junio de 2014
© Bill Cooper, 2014
Poco cambia Jones las instrucciones escénicas para el tercer acto, simplemente porque no le hace falta, luego de haber redefinido a la Mariscala como lo ha hecho al principio. Durante el terceto emociona ver la fragilidad de ésta última: la peluca parece pesarle demasiado y su incertidumbre es demasiado obvia como para inferir que acepta perder a su amante y su juventud. Es gracias a ello que su generosidad se hace mas palpable. ¿Hubiera sido de esperar una articulación de parlando más incisiva e intencionada en esta Mariscala? Sin duda, pero Royal tiene aún tiempo para perfeccionar un rol que sabe cantar con seguro timbre lírico e impecable línea legato.
Algo frágil en el registro medio, pero de ágil y segura negociación de tesitura y colocación de agudos fue la Sophie de Teodora Gheorghiu en el abrupto salto de octava de la presentación de la Rosa. Suficiente en expresividad y densidad vocal salieron las difíciles líneas del Faninal cantado por Michael Kraus. Color vocal y expresividad idiomática alcanzaron su nivel mas alto en el Ochs de Lars Woldt, un bajo de voz clara y cálida que supo usar el dialecto pedido por Strauss y Hoffmanstahl con perceptiva intencionalidad y sin exageraciones. Excelente y diferenciado conforme a las instrucciones de Ticciati fue el sonido de la Filarmónica de Londres, especialmente en las maderas de viento. ¿Fue este un Caballero de la Rosa redondo y para todos los gustos? Tal vez no. Tal vez fue solo parcialmente exitosa la propuesta exenta de barroco sugerida por Jones. Pero fue una propuesta inteligente y para pensar como una coherente dramaturgia de internalización en la psicología de personajes que nunca parecieron mas actuales y humanos.
Comentarios