Discos
Reinvención en 24 cuerdas
Paco Yáñez
Georg Friedrich Haas: Quartett. Beat Furrer: fragmentos de un libro futuro. Manuel Hidalgo: (Kampftanz). Helmut Oehring: Mich.Stille. Markus Hechtle: Linie mit Schraffur. Petra Hoffmann, soprano. Ernesto Molinari, clarinete. Aleph Gitarrenquartett. Armin Köhler y Wulf Weinmann, productores. Robert Müller, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 51:51 minutos de duración grabado en el Hans-Rosbaud-Studio de la SWR de Baden-Baden (Alemania), del 11 al 15 de abril de 2011. NEOS 11208. Distribuidor en España: Sémele Proyectos Musicales
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Desde su formación, en 1993, el Aleph Gitarrenquartett ha apostado por el desarrollo de la música para guitarra trabajando codo con codo con numerosos compositores europeos, asiáticos y americanos para dar a conocer nuevas partituras en las que su participación no se limita al mero encargo de dichas obras, sino a servir de auténtico campo de experimentación en el que los compositores indagan nuevas técnicas y se benefician de la amplia experiencia del cuarteto formado (en la grabación de este compacto) por Andrés Hernández Alba, José Javier Navarro Lucas, Wolfgang Sehringer y Tilmann Reinbeck. Como veremos en algunas de las piezas, la aportación del Aleph Gitarrenquartett ha sido decisiva para la configuración final de la sonoridad alquitarada; algo que, además de en el caso de los compositores aquí grabados, podemos encontrar en la colaboración del Aleph con tantos otros creadores actuales: José María Sánchez-Verdú, Arturo Fuentes, Vinko Globokar, Jens Joneleit, Mathias Spahlinger, etc. La primera obra del compacto es Quartett (2007), del austriaco Georg Friedrich Haas (Graz, 1953), partitura que despliega un universo armónico basado en estructuras de acordes y series influenciado por los sistemas de afinación concebidos por el compositor ruso Ivan Wyschnegradsky (1893-1979), del que Haas ha estrenado partituras tras estudiar su división de las escalas y su conformación de consonancias y disonancias, de clusters y glissandi que tratan las tonalidades como un diálogo de sombras, algo audible en el concierto limited approximations (2010), con el que Quartett presenta vínculos en afinación microtonal y resonancias. Además, según Bernd Künzig, Quartett muestra una notable movilidad en sus melodías de armónicos (que adquieren un carácter cantabile emergido de sus clusters tramados en doceavos de tono), que pasan de una guitarra a otra recorriendo la topología del cuarteto a través de una exploración de las texturas abiertas en sus intersticios, herencia que sería de otra obra de Haas: Natures mortes (2003).
De Quartett nos dice su autor que procede a reafinar el instrumento para obtener un acorde basado en la serie armónica con las cuerdas al aire. Ello produce relaciones que nos harán dudar de la naturaleza armónica del instrumento, desvelando entre altura y timbre nuevos vínculos y colores. Este proceso no sólo se lleva a cabo en cada guitarra, sino que entre los instrumentos se producen reafinaciones en toda una graduación de su coloratura. De este modo, la música se desarrolla por contraste entre las series armónicas y los acordes puros derivados de este proceso de afinación, creando un cortejo de sombras alargadas entre sí por doceavos de tono, progresivamente graves, cual fuga cromática hacia la oscuridad. En ese camino, cualquier ilusión de unísonos es resultado no ya de acordes, sino de un sonido enriquecido por este planteamiento microtonal, en el que laten patrones que hacen de Quartett una pieza palpitante, de proliferantes auras. El continuo trabajo de aceleración y las fugas que entre las guitarras exploran esas sombras derivan en una percusión de los instrumentos (dispuestos horizontalmente) con barras de madera (propuesta del Aleph al compositor): sonoridad completamente nueva, de rítmico atavismo, que conduce a una exploración del glissando y a una extinción del sonido por medio del roce de las palmas de la mano sobre las cuerdas, en un proceso de disolución sonora, de aguda evanescencia acústica.
De Manuel Hidalgo (Antequera, 1956) escuchamos la aguerrida (Kampftanz) (2000), donde se despliegan sonoridades que podemos entroncar con ese doble rizoma que conforma la estética del compositor andaluz: por un lado, la tradición que en la guitarra asociamos a lo flamenco, con sus rasgueos y percusión en la caja de resonancia; algo que, por otra parte, también remite al tratamiento del instrumento como objeto sonoro a activar en su integridad, reinventando su naturaleza de un modo ajeno a las tautologías impostadas por siglos de armonía canónica; es decir: la filosofía político-musical de Helmut Lachenmann en piezas como la guitarrística Salut für Caudwell (1977). Sin embargo, esta danza de guerra remite de forma inequívoca a la tradición, con sus fugas de percusión resonante, que acentúan el carácter polirrítmico del cuarteto, al que asoman episodios que evocan una tensa danza desafiante. Por momentos, entre estos cuatro combatientes se producen emparejamientos a través de figuras rítmicas en pizzicato, por un lado, y cuerda grave de gran resonancia atacada con púa, por otro. El rasgueo también provocará otros desafíos en pares, con su ejecución en tesituras agudas opuesta a una percusión de la caja que enfatiza los bloques en el campo de batalla.
La estética de Helmut Lachenmann también se filtra a fragmentos de un libro futuro (2007), partitura del suizo Beat Furrer (Schaffhausen, 1954) compuesta a partir de un poema del orensano José Ángel Valente, escritor que ya había estado presente en piezas previas de Furrer, como en su ciclo Lotófagos. La influencia del genio alemán se filtra a lo instrumental, con su pulso rítmico tan punzante y técnicas extendidas que crean sonoridades de carácter electrónico muy perturbadoras, a las que se suma el uso de recursos fonéticos -algo tan de Lachenmann-. El apartado vocal, confiado a soprano, bebe más de la otra gran presencia en el aparato estilístico de Furrer: Salvatore Sciarrino; con una deconstrucción del poema que se empareja con los pulsos del cuarteto de guitarras en camino hacia unos minutos finales en los que lo instrumental se reinventa y trasciende las influencias para exponer un paisaje sonoro desnudo, frotado, progresivamente ralentizado hacia la muerte. Es por ello que la partitura de Furrer es, progresivamente, una conquista de un estilo propio, un desprenderse, como las hojas del poema, de estadios y fases previas. Pocas piezas del suizo son tan paradigmáticas al respecto (en un compositor en el que, en terminos bloomianos, la angustia de la influencia no debe ser poca). Nuevamente, la libertad que Furrer deja a sus intérpretes a la hora de definir ciertos aspectos de la partitura, es sabiamente utilizada por el Aleph, que apuesta por una rugosidad en el sonido de difícil identificación, en la que la música parece suspenderse, destensarse y dudar de sí misma.
El alemán Helmut Oehring (Berlín, 1961) es el autor de Mich.Stille (2000), cuarteto de guitarras con pista pregrabada que incorpora a escena una voz jadeante que da tono a esta pieza de carácter cinematográfico, ya sea en un comienzo en el que por la respiración intuimos un peligro, algo que nos acecha, o en un final en resuello tras el progresivamente animado desarrollo del mismo. Es así que la partitura, tal y como señala Bernd Künzig en sus notas, prácticamente se convierte en una fuga de creciente intensidad en cuanto a expresividad y ritmo. En la música de Oehring es frecuente cierto efectismo, a veces utilizando objetos cotidianos para crear sonoridades no convencionales, no tanto como discurso musical en sí, sino como efectivos programáticos que crean una narratividad paralela, enriquecida. En este caso, los guitarristas tocan parte de la partitura con bolsas de plástico en su mano derecha, en alusión a los efectos de sonido en el cine, completando así lo que Künzig denomina ‘música escénica sin escena visual’, o banda sonora para un film imaginado.
Por último, de Markus Hechtle (Karlsruhe, 1967) escuchamos su quinteto para clarinete y guitarras Linie mit Schraffur (2006), pieza improntada por el universo de la plástica, por el ejercicio de difuminado que parecen llevar a cabo las cuatro guitarras, con un rasgueado continuo que recordará la gestualidad del lápiz al difuminar lo que aquí podrían ser figuras y frases que entran y salen a escena del clarinete. Linie mit Schraffur es una partitura que bebe en cierto sentido del minimalismo, con su insistente tremolado, con sus líneas de clarinete obsesivas. No es, ni mucho menos, la pieza más inspirada del compacto, pero nos sirve para hacer resonar sobre el cuarteto del Aleph otro universo sonoro, otra estética que igualmente expande los recursos de su plantilla hacia nuevos derroteros artísticos.
Por lo que al capítulo de interpretaciones se refiere, éstas comparten al Aleph Gitarrenquartett en todas las partituras, beneficiándose de su profundo conocimiento de cada obra, de su participación con los compositores en su creación, de una técnica exquisita y de una musicalidad netamente moderna, que apuesta en cada pizzicato, en cada rasgueo, en los frotados, en los intervalos microtonales, etc., por buscar un estilo actual, aristado, muy contrastado y de gran personalidad tanto en conjunto como individualmente, lo que otorga al cuarteto una riqueza polifónica muy sugerente. Si pensamos en el monográfico para guitarra que reseñamos este mismo mes en nuestro diario, a cargo de Marco Del Greco, con obras de Hosokawa y Takemitsu (NEOS 11317), podremos obtener una nítida imagen del universo completamente distinto que estas piezas suponen, así como de la particular musicalidad que éstas requieren, y de las que el Aleph es perfecto revelador. Los músicos que acompañan al cuarteto de guitarras, tanto la soprano Petra Hoffmann como el clarinetista Ernesto Molinari, redondean unas lecturas referenciales se mire por donde se mire, que por supuesto se recomiendan solas y que nos permiten conocer paisajes que nos resultarán insospechados en una formación como la del cuarteto de guitarras, tan habitualmente apegada a lo tradicional, y que en sus 24 cuerdas tantas posibilidades de reinvención alberga.
Las tomas sonoras son también excelentes a todos los niveles, y la edición del compacto sigue las líneas maestras de NEOS, conformando un producto muy atractivo, repleto de información, con un muy interesante ensayo a cargo de Bernd Künzig, además de algún textos de los propios compositores.
Este disco ha sido enviado para su recensión por el Aleph Gitarrenquartett
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