Bélgica
El primer abrazo (y la coreografía del sudor)
Berta del Olivo

He escogido para mi rentrée en la temporada 2014/2015 la première en Bruselas de la nueva coreografía de Verklärte Nacht por parte de la emblemática coreógrafa belga Anne Teresa De Keersmaeker (discípula de Maurice Béjart) y su compañía Rosas. Éxito rotundo de una pieza, que, con imágenes poderosísimas, nos lleva del posromanticismo (estilo dominante de la coreografía y de la partitura de Arnold Schönberg) al posmodernismo (en el epílogo final).
De toda la coreografía, dos imágenes estremecedoras se clavaron en mi retina, tal fue el poder de la creación de Anne Teresa De Keersmaeker y la expresividad de los bailarines Samantha van Wissen y Boštjan Antončič.
La primera imagen es a la que me refiero en el título de esta reseña como ‘El primer abrazo’: el bailarín Boštjan Antončič recibe a la bailarina Samantha van Wissen, que tras un salto, coloca las piernas sobre los hombros del bailarin, que se apresura a abrazarse a la cintura de su compañera y a besar el sexo de la mujer de la que está enamorado, asumiendo así, en un gran acto de generosidad, la paternidad de un hijo que en realidad no es suyo (el comienzo del poema de Dehmel recoge la confesión de la mujer sobre su embarazo de otro hombre).
Es el primer abrazo a su hijo. Boštjan Antončič condensó toda la fuerza de la orquesta con su abrazo. También un abrazo al sexo, un abrazo sexual con el que el bailarín nos fundió con la música, en el preciso instante del clímax de la partitura, el momento en que finalmente se resuelven todas las disonancias: el hombre resolvía toda la tensión de su resistencia, de su lucha interna, de su sufrimiento, tensión mostrada con figuras de guerrero dibujadas repetidamente en la coreografía. Nunca antes habíamos estado tan dentro de la música de Schönberg y nunca antes la música había estado tan dentro de nosotros.
Momento de la representación del ballet 'Verklärte Nacht', coreografía de De Keersmaeker. Bruselas, The Performing Arts Research and Training Studios (PARTS), septiembre de 2014
© Anne Van Aerschot, 2014
La segunda imagen lleva el sello inequívoco de Anne Teresa De Keersmaeker: en la última escena, cuando la música de Schönberg ya ha acabado, el bailarín Boštjan Antončič, sólo, mira al público mientras recupera el aliento, mostrando sin ningún disimulo y con gran autenticidad su fatiga y sudor, su camisa empapada pegada al cuerpo.
Un sudor coreografiado, donde el bailarín, caminando muy lentamente, recobra su aliento rítmicamente y su pulso cardiaco progresivamente. El aliento del bailarín mezclándose con el aliento del público, diría que nuestros alientos se besaron en el aire, como recoge el penúltimo verso del poema de Dehmel: Ihr Atem küßt sich in den Lüften (Sus alientos se besan en el aire).
Los ritmos inherentes del cuerpo se nos muestran en este epílogo: el pulso cardiaco, el ritmo más mecánico y automático; la respiración, ritmo semi-mecánico y susceptible al cambio; y el caminar, ritmo voluntario. Estos tres ritmos conforman, en la filosofía de De Keersmaeker, la base para organizar el movimiento en el tiempo y en el espacio.
De repente esta escena elimina toda distancia entre el bailarín y el público. Del posromanticismo y lirismo de la historia de amor recogida en Verklärte Nacht al, si se me permite, posmodernismo del epílogo añadido en la coreografía, por esta fusión bailarín-público.
Hubo otras imágenes muy bellas, como la imagen de la maternidad, repetida numerosas veces, que Samantha van Wissen, sentada, dibujó con su mano como el cauce de un río que salía de su sexo. El río de la vida. De hecho, la Real Academia Española recoge 'cauce' como una de las acepciones de madre.
Y maternidad también representada por la bailarina mediante un giro vertical sobre el eje de su columna, como giro muy deseado que tomaba su vida con la maternidad, como recoge el poema de Richard Dehmel: Ich glaubte nicht mehr an ein Glück, und hatte doch ein schwer Verlangen, nach Lebensinhalt, nach Mutterglück (Yo ya no creía que pudiese ser feliz, y sin embargo, tenía el fuerte deseo de sentir la plenitud, la felicidad de ser madre).
Momento de la representación del ballet 'Verklärte Nacht', coreografía de De Keersmaeker. Bruselas, The Performing Arts Research and Training Studios (PARTS), septiembre de 2014
© Anne Van Aerschot, 2014
Esta pieza se trata de una segunda reescritura, para dúo, por parte de De Keersmaeker. La coreografía original como pieza concebida para conjunto de bailarines fue creada en 1995, hace casi dos décadas: los aspectos narrativos y musicales de la historia de amor romántica a la luz pálida de una noche transfigurada se ponen de relieve en primer plano con la pieza para dúo.
El enfoque de menos es más, elegido en esta reescritura, se refleja en el suelo desnudo, en la iluminación mínima, en una sóla pareja de solistas, y en la reducción del prólogo original, en el que aparece brevemente el segundo hombre.
Junto con la música de Arnold Schönberg, la expresividad de las esculturas de parejas apasionadas de Auguste Rodin y un manual con directrices para ayudar a una mujer a dar a luz han sido las fuentes de inspiración de De Keersmaeker y su compañía de danza Rosas para sus poses y sus movimientos.
La repetición, el movimiento en espiral, la tensión entre estructura y contenido como elementos clave del vocabulario y del lenguaje de la danza de De Keersmaeker vuelven a estar muy presentes en esta pieza.
La repetición es el elemento más distintivo del trabajo de la coreógrafa belga. Dicha repetición, que aporta una gran intensidad física y expresividad, le lleva a utilizar un cierto minimalismo, con un vocabulario reducido, aunque de gestos abiertamente expresionistas, cercanos al teatro expresionista. Las obras más paradigmáticas de este estilo minimalista y repetitivo son las ya históricas y paradigmáticas Fase (1982) y Rosas Danst Rosas (1983).
Sobre un plano más formal, el movimiento en espiral prevalece en toda la obra, bien sea como tratamiento del espacio o como elaboración de los movimientos. No como una mera traducción visual de ciertos motivos musicales, si no como dinámica de la propia danza. La obra de referencia de la compañía Rosas en el empleo del movimiento en espiral es la reciente Vortex Temporum (2013).
Finalmente, la tensión entre estructura y contenido, entre forma y alma. Esta vez, De Keersmaeker muestra en su coreografía de Verklärte Nacht un equilibrio, por un lado, entre el plano formal y estructural, y, por otro, el plano de las cualidades expresivas y de la complejidad emocional.
Personalmente, tras el estudio de la mayoría de sus obras, no veo dicha tensión o confrontación en De Keersmaeker. Quizás, varias veces ha jugado con esa tensión. Sin duda, pienso firmemente que a lo largo de su carrera es la estructura, el estructuralismo y formalismo el que domina y prevalece. Pienso que tiene una relación emocional y mística en relación a la forma y la estructura.
Así, como ella misma declaraba ante el estreno de la obra: “Un artiste habité par ses pasiones, attiré par le chaos et l’entropie, cherchera à produire une oeuvre stricte; il développera des structures qui le contiennent, C’est une affaire d’attractiones des contraires, j’imagine” (Un artista habitado por sus pasiones, atraído por el caos y la entropía, tratará de producir una obra estricta, desarrollará estructuras que la contengan. Es una cuestión de la atracción de los opuestos, supongo).
Los bailarines solistas, Samantha van Wissen y Boštjan Antončič, así como Nordine Benchorf, con una breve intervención en el prólogo como hombre del que queda embarazada la protagonista del poema, mostraron una gran calidad y precisión en la ejecución de todos sus movimientos, cargados de una fuerza y de una pasión que rozaban la violencia. Su calidad y precisión dieron color a la coreografía.
Me gustaría destacar la naturaleza interpretativa volcánica de Boštjan Antončič, que estuvo soberbio transmitiendo todos los estados de ánimo y sensaciones del hombre al recibir la inesperada noticia.
Y frente a la profusión de zapatillas deportivas en la danza contemporánea, fue un placer ver la piel desnuda de los pies de los bailarines sobre el suelo desnudo del escenario. El cuerpo en contacto con la tierra, con el sufrimiento que el arte ayudará a transfigurar.
Buena rentrée musical y artística para todos los amigos lectores.
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