Artes visuales y exposiciones
Monet y el nacimiento del Impresionismo
Juan Carlos Tellechea

Es la exposición de arte más espectacular del presente año en Alemania y debido a la masiva afluencia de público, más de 200.000 visitantes en pocas semanas, ha sido prolongada hasta el domingo 28 de junio y sus horarios de apertura ampliados. Monet y el nacimiento del Impresionismo se titula la exhibición que tiene lugar en el Museo Städel de Francfort, en el marco del bicentenario de su fundación.
Cerca de un centenar de obras provenientes de las más importantes pinacotecas del mundo fueron reunidas en esta muestra que se centra en los comienzos, en cuáles fueron las premisas para su surgimiento y en el éxito del movimiento impresionista, desde la década de 1860 hasta 1880 (Catálogo de editorial Prestel/Múnich).
Se exhiben obras como Bain à la Grenouillère (1869), cedida especialmente por el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York; Boulevard des Capucines (1873), del Nelson-Atkins Museum of Arte, de Kansas City; Le déjeuner (1873) y Camille en su lecho de muerte (1879), ambos del Musée d'Orsay, de París.
Monet: Boulevard des Capucines (1873) ©The Nelson-Atkins Museum of Art, Kansas City, Missouri
Junto al medio centenar de cuadros de Monet, se exponen también trabajos de numerosos impresionistas, entre ellos Auguste Renoir, Edgar Degas, Berthe Morisot, Camille Pissarro o Alfred Sisley. No hay ninguna otra corriente en la historia del arte que haya gozado de tanta y tan amplia popularidad como el Impresionismo. Hoy, al igual que ayer, el público admira asombrado los luminosos paisajes, los cuidados parques, los agradables paseos junto al mar, los vívidos bulevares, las escenas mundanas en los cafés y los íntimos aposentos de opulentas residencias representados en sus lienzos.
Berthe Morisot: Eugène Manet en la isla de Wight (1875) © Musée Marmottan Monet, Paris
Impulsados por expertos, coleccionistas, público y mercados, numerosos museos han presentado y presentan al movimiento impresionista en sus más variadas facetas. Uno podría tener la sensación de que ya ha sido mostrado todo; y ni que hablar del diluvio de literatura publicado al respecto. Pero siempre queda algo por descubrir o ver de nuevo, con otra mirada fresca y curiosa. Esto es lo que ofrece en estos días el Museo Städel de Francfort.
Mientras escribimos estas líneas nos llega, por otro lado, una invitación para visitar una muestra titulada Impresionismo - Expresionismo, el giro en el arte que abrirá sus puertas desde el próximo 22 mayo y hasta el 20 de septiembre en la Alte Nationalgalerie de Berlín y que se apresta asimismo a recibir una avalancha de decenas de miles de visitantes.
Según las crónicas de la época, al principio el entusiasmo por el Impresionismo no fue, lo que se dice, demasiado grande. En la primera exposición del grupo, a comienzos de 1874 en la galería del fotógrafo parisino Nadar (Gaspard-Félix Tournachon), el cuadro de Monet Impression, soleil levant (no incluído en esta exposición) llevó al crítico Louis Leroy a calificar irónicamente en la revista satírica Charivari de "impresionistas" a todo el grupo. Más que el motivo, era la forma de pintar, la aplicación del color, el principio de representación con la estructura vibrante de la pincelada, un tanto suelta, "mal acabada" para los academicistas, en la que era descuidado el trazo del dibujo en beneficio de la pintura al aire libre.
El 5 de mayo anotaba Pissarro: "la crítica nos hace pedazos y nos acusa de no aprender nada" una opinión que de todas formas habría que relativizar, porque entre las numerosas recensiones sobre la exposición solamente unas pocas eran destructivas. Del total de 50 artículos, sólo siete fueron negativos, entre ellos el artículo satírico de Leroy en Charivari (del latín caribaria, locura), según Felix Krämer, comisario de la muestra del Museo Städel. La mayoría de los críticos, sin embargo, saludó el esfuerzo de presentar alternativas al todopoderoso Salón de París y de permitir al público una visión panorámica sobre el arte contemporáneo en ese momento. Hoy, aquel acontecimiento de 1874, es considerado como la fecha de comienzo del arte moderno.
Alfred Sisley: El Sena en Bougival en invierno (1872) © bpk | RMN - Grand Palais | René-Gabriel Ojéda
Ian Dunlop, experto en arte impresionista y moderno, quien trabajó como asesor para Sotheby's y el Citibank Group, afirmaba en 1972 que el término Impresionismo no fue acuñado por la crítica de Leroy, sino que ya era utilizado antes de Monet en relación con otros pintores paisajistas, como Charles- François Daubigny y Johan Jongkind. Los visitantes de la muestra no son recibidos con una lluvia de "fuegos artificiales impresionistas", como hubiera sido de suponer. El conservador Felix Krämer se inclina más bien por un concepto didáctico, apoyado en criterios de historia del arte, que convence ampliamente al espectador.
El prólogo de la exposición en su primera parte presenta a los precursores directos, como la Escuela de Barbizón o el pintor Gustave Courbet, cuyos paisajes realistas dieron un fuerte impulso al surgimiento del Impresionismo. El papel que le cupo a Charles-François Daubigny queda documentado en su cuadro Vista de la ribera del Sena. Con este paisaje de excelente composición, de subyugante atmósfera intimista, Daubigny se aproxima mucho al Impresionismo.
También Camille Corot, uno de los más importantes pintores al aire libre de Francia, contribuyó desde temprano al descubrimiento de la naturaleza y los efectos de la contundencia de la luz solar sobre ella, así como a la perfecta reproducción de los ambientes recoletos que se configuraban, y esto, en parte, en la época pre-industrial. En el panorama de los precursores se encuentran también Johan Jongkind y Eugène Boudin, cuyas marinas y paisajes playeros tuvieron un importante influjo sobre Monet. Boudin fue uno de los primeros en reconocer el talento de Monet y en promoverlo.
A partir de esos precursores, la exposición se encamina hacia su centro de interés, el mundo de los impresionistas que puede ser seguido desde las primeras escenas de la vida moderna hasta los trabajos de finales de la década de 1870, en los que los motivos de los cuadros se subordinan a la fascinación de la atmósfera reinante. Allí es donde se indaga hasta qué punto se manifiesta en su pintura una experiencia visual contemporánea y cómo cambia la interpretación pictórica de esa mirada a lo largo de la época. Las premisas para ello fueron el cambio en la relación entre el Hombre y la naturaleza, entre el trabajo y el tiempo libre, la creciente movilidad, el progreso técnico y la mutante percepción del tiempo.
La figura central de la exposición es Claude Monet (París, 1840 - Giverny, 1926), genio del grupo. Sus obras transmiten en el contexto de los cuadros expuestos (de Pissarro, Manet, Degas, Sisley, Cézanne, Bazille, Renoir, Berthe Morisot y Mary Cassatt), una imagen diversificada del desarrollo temprano del Impresionismo y más allá aún, del horizonte contemporáneo. Bajo este aspecto son tematizadas también, tanto en la muestra como en el catálogo de casi 300 páginas, las impresiones de la grandes ciudades, de los paisajes y de los fenómenos naturales en el nuevo medio de entonces, la fotografía, así como la recepción del impresionismo en la caricatura.
Monet: Frasco de melocotones (1866) © Galerie Neue Meister, Staatliche Kunstsammlungen Dresden
El motivo "es para mí algo sin importancia; lo que deseo transmitir es lo que hay entre mí y el motivo", afirma Monet. Su interés se dirige crecientemente hacia lo que rodea al objeto del cuadro y a lo que esencialmente determina su apariencia. En este contexto, Nerina Santorius (colaboradora técnica del Museo Städel), hace referencia al fascinante cuadro Frasco con melocotones (1866), perteneciente a la Galeria de Nuevos Maestros, de las Colecciones Estatales de Arte de Dresde, que abre la mirada hacia varios fenómenos que marcaron decisivamente el comienzo y la evolución del Impresionismo: "el interés por las diferentes formas de apariencia de un objeto, por los diferentes estados de agregación, por lo indirecto de los reflejos o filtros o capas, a través de los cuales se le ve, por la representación de la temporalidad y por los cuadros que remiten a su propia plasticidad."
Monet: Le déjeuner (1868) © Städel Museum, Frankfurt am Main
La evolución de Monet queda patente al comparar el cuadro Le déjeuner (1868/1869) del Museo Städel y Le déjeuner (1873) del Musée d'Orsay. En éste, un recinto exterior; en el otro un ambiente interior; aquí las figuras se introducen fluidamente en la naturaleza; allá domina el ambiente interior; aquí colores luminosos, centelleantes; allá tonalidades oscuras, negros y marrones. La luz y el colorido eran primordiales para Monet. El avance hacia la pintura impresionista al aire libre la alcanzó en 1869 con Bain à la Grenouillère que captó en varias versiones, desde varios ángulos y vistas, simultáneamente con Renoir, y que son incunables del impresionismo.
Monet: Le déjeuner (1873) © Musée d`Orsay, legs de Gustave Caillebotte, 1894
El puente de Argenteuil nos traslada al ambiente de los cálidos y relajados días de verano. "El más hermoso paisaje que el mundo, nuestro mundo, posee, el entorno de París, ha hallado en Monet a la más bella representación artística", afirma el historiador de arte y escritor Julius Meier-Graefe (Reșița, Banat/hoy Rumania, 1867 - Vevey/Suiza, 1935). Simultáneamente el pintor se volcaba con sus cuadros al ámbito urbano, como Quai du Louvre, Boulevard des Capucines, Les Tuileries, La Gare Saint- Lazare.
Monet: La Gare Saint- Lazare (1877) © Mr. And Mrs. Martin A. Ryerson Collection, The Art Institute of Chicago
De forma paulatina van desapareciendo los testigos de la vida moderna, los que acuñó en su creación el Impresionismo de la década de 1870. También Monet comienza a pintar una y otra vez determinados motivos. Las diversas versiones de la Gare Saint- Lazare, así como la serie del Sena y los hielos flotantes constituyen el punto de partida de los trabajos seriados de Monet.
Monet: La catedral de Rouen en la niebla matinal (1893-94) © Fondation Beyeler, Riehen/Basel, Sammlung Beyeler
Las vistas de la catedral de Ruan han sido reunidas en el epílogo de la muestra, junto con las impresiones del Charing-Cross Bridge y del Waterloo-Bridge, de Londres, así como el Puente Japonés en el paraíso artificial de Giverny. La pintura es ejecutada aquí en una armonía pura de color. "Cuanto más armonioso es el color, más se precisa el dibujo", afirma nada menos que Paul Cézanne (Aix-en- Provence, 1839 - ídem, 1906). "Cuando el color es más rico, la forma está en plenitud".
"Impresionismo, ¿qué significa?", se preguntaba retóricamente el pintor post-impresionista y padre del arte moderno. "Es la mezcla óptica de los colores...que se desglosan en el lienzo y se vuelven a montar por el ojo". Y agregaba: "Me levanto el sombrero ante Claude Monet, él posee el ojo más prodigioso para pintar". "Claude Monet no es más que un ojo, pero, Dios mío...¡Qué ojo!", concluía deslumbrado Cézanne, maestro de maestros, cuyas obras establecieron después las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico del siglo XX, nuevo y radicalmente diferente.
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