España - Castilla y León

Impecable

José del Rincón
viernes, 4 de septiembre de 2015
Ávila, sábado, 29 de agosto de 2015. Real Monasterio de Santo Tomás. Abvlensis: 4ª edición. Obras de Jacques Arcadelt, Tomás Luis de Victoria, Ruggiero Giovannelli, Cristóbal de Morales, Giovanni Maria Nanino, Giovanni Pierluigi da Palestrina y Felice Anerio. Intérpretes: Odhecaton, Paolo da Col (director).
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En tan sólo cuatro años de andadura, Abvlensis se ha consolidado como uno de los festivales de música antigua más importantes del momento. Desde el principio, Abvlensis apostó por la calidad en vez de por la cantidad de conciertos, por el sabio equilibrio entre intérpretes extranjeros y españoles, por la presencia de actividades paralelas y por el afán de difundir ante el público y ante los medios de comunicación una imagen atrayente del festival no sólo a través de una moderna y atractiva página web, sino con otros medios como pueden ser los paquetes turísticos, que han conseguido involucrar a otros sectores de la sociedad abulense (agencias de viajes, hoteles, restaurantes... ) aparentemente alejados del mundo de la música antigua. Nada de esto habría sido posible sin la dirección atinada y prudente de Óscar Arroyo Terrón y sin el trabajo de todo el equipo de musicólogos del Centro de Estudios Tomás Luis de Victoria, del que resulta especialmente visible la labor de Ines Mogollón, como responsable exquisita que es del departamento de Comunicación del festival.

El hilo conductor de la presente edición ha sido el eje Ávila-Roma-Nueva York, inspirado por la presencia de New York Poliphony como grupo residente de este año. El otro grupo extranjero que visitaba Ávila este año ha sido Odhecaton, conjunto de doce voces masculinas avalado por sus conciertos en los principales festivales de música antigua y por algunos de los galardones discográficos más importantes de la actualidad.

De las tres capitales evocadas por esta edición del festival, este concierto se identifica con claridad con Roma, ciudad de vital importancia para la carrera musical de todos los compositores cuya música estuvo presente en el mismo. El programa combinaba sabiamente obras conocidas con otras que lo eran menos, pero que no desmerecieron en absoluto de las primeras.

Buena parte de la culpa del éxito que tuvo el concierto que hoy nos ocupa la tiene la calidad individual de las voces de todos y cada uno de los doce miembros de Odhecaton. En muchas obras interviene el grupo entero, pero en otras (especialmente en algunas de las compuestas a cinco voces) actúa solamente un cantante por voz sin merma alguna de la calidad del conjunto; el nivel se mantiene intacto en las rotaciones, aunque sean distintos cantantes quienes intervengan. El grado de excelencia es igual en las tres tesituras básicas de las voces: tanto los contratenores, con la morbidez de su timbre, como los bajos, con la pastosidad y la profundidad de su voz; aunque yo quiero hacer una mención especial a los tenores, con un timbre de voz belĺísimo y una claridad en la emisión admirables. A destacar las partes de canto llano realizadas por el tenor Gianluca Ferrarini, que tomó el relevo de Paolo da Col a la hora de dirigir con quironimia la última frase del Veni Creator Spiritus de Palestrina, única obra en la que el coro entero ejecutó una parte de canto llano.

En un mundo como el de los grupos de música antigua (en el que es habitual dirigir desde el instrumento o desde el puesto del cantante), me parece de lo más saludable la postura de Paolo da Col, que dirige con gestos modernos desde el lugar habitual del director y lo sigue haciendo incluso cuando el grupo se reduce a unos pocos cantantes. No sólo nos encontramos aquí con la citada calidad de las voces, con un empaste, con una conjunción y con una precisión absoluta en las entradas, sino también con una adecuación estilística sobresaliente tanto a los estilos contrapuntístico y homorrítmico de la música vocal del siglo XVI como al estilo algo más moderno que se pudo vislumbrar en las obras de Anerio y de Giovannelli.

El grupo italiano agradeció los aplausos y vítores del numeroso público congregado en el Real Monasterio de Santo Tomás con dos propinas; con la primera de ellas (de Arvo Pärt), sus miembros demostraron que la música del siglo XX tampoco tiene misterios para ellos y que pueden adaptarse con éxito al estilo de cualquier época. Sin duda, quienes allí estuvimos pudimos

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