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Sofia Gubaidulina gana el Premio Polar 2002
didpress.com
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La compositora rusa Sofia Gubaidulina resultó ganadora del prestigioso Polar Music Prize dotado con cerca de 113.000 euros, según informó la Real Academia Sueca de Música.Fundado en 1992 por el manager del grupo pop ABBA, este premio anual ha recaído desde entonces en Witold Lutoslawski, Iannis Xenakis, Pierre Boulez, Nikolaus Harnoncourt, Eric Ericson, Mstislav Rostropovich, Isaac Stern, Robert Moog, Karlheinz Stockhausen y Burt Bacharach.El premio a Gubaidulina se concede por su "intensa expresividad y la profundidad de su lenguaje musical".Sofía GubaidulinaPor Ismael González CabralGubaidulina nace en la República Tártara, concretamente en Chistopol (1931) aunque su residencia en la actualidad se encuentra en Alemania. La que sería su posterior abertura de lenguajes comienza a fraguarse desde la creación del grupo Astreia (1975), especializado en la improvisación contemporánea con instrumentos étnicos de los pueblos rusos y del Cáucaso.Al igual que Galina Ustvolskaia, estudia en el Conservatorio de Moscú del que recibirá también notables influencias, más presentes en sus futuras composiciones que en la de su colega.A medio camino entre Silvestrov y Shnitke y muy inspirada por el impresionismo de Debussy así como también por la estilizada tímbrica de Humperdinck, representa Gubaidulina el más perfecto de los collages sonoros donde todas las influencias parecen encontrar su lugar apropiado.Franqueada por una nueva y poco conocida hornada de mujeres compositoras tales como Thea Musgrave (Escocia 1928), o la francesa Betsy Jolas (1926) y por supuesto su compatriota Ustvolskaia, Gubaidulina ha logrado entre todas ellas hacerse con el puesto de honor en la música actual, favorecida meritoriamente por el Festival de Varsovia donde se ganó el aplauso del público y un entusiasta grupo de intérpretes que tocan y graban sus obras.El estilo musical de la compositora encierra un claro formalismo derivado del discurso unidireccional de la música tradicional, como ella misma lo refiere y es ahí donde reside uno de sus mayores puntos de atracción para el público occidental, que encuentra en sus composiciones una suerte de eclecticismo aunador de las estéticas imperantes en los compositores de su tiempo.Gubaidulina acude al tono postromántico de Denisov, al más puro collage sonoro repleto de influencias de Shnitke y al gusto por el redescubrimiento de las formas de la música renacentista de Paert.Frente a magníficas composiciones herederas del formalismo clásico: Offertorium, Hommage à Eliot para soprano y octeto (1987) o el muy apreciado Concierto para Viola cuya versión definitiva fue estrenada en los Proms londinenses en 1997, aparece también una inclinación por las inusitadas combinaciones tímbricas; ejemplo de ello lo encontramos en In Croce para violonchelo y órgano y el breve Lamento para tuba y piano. Además donde en Ustvolskaiase nos insinuaba, en Gubaidulina se nos presenta una vocación musical abiertamente cristiana de la que surgen obras como Regocijaos (1981) o Siete Palabras (1982).Es ésta una de las piezas más célebres de su compositora, Siete Palabras es una obra que lleva consigo una profunda convicción religiosa y que se nos transmite a través de la estilización máxima del material, con abundante empleo de pizzicatos y staccatos y con intervenciones vocales que sugieren dolor y meditación. El resultado es espléndido, aunque en algunos momentos pueda parecernos en exceso preciosista debido a los mismos propósitos de Gubaidulina.Hasta el momento la obra más difundida y admirada es el Offertorium -Concierto para Violín- (1980-86). Composición que engloba todos los aciertos y defectos de su compositora.
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