Alemania
Diván de Oriente y Occidente: Say, Boreyko y la Orquesta de Bélgica
Juan Carlos Tellechea

Hoy todos somos franceses aquí en Europa."Este concierto [colmado de público] está dedicado a Francia y a las víctimas de los atentados de París" [anteayer, viernes 13 de noviembre] anuncia el director ruso Andrey Boreyko antes de subir al podio para dirigir a la Orquesta Nacional de Bélgica en esta velada, junto al pianista turco Fazil Say como solista; estamos presenciando algo así como una versión musical del “Diván de Oriente y Occidente“ que homenajeara Johann Wolfgang von Goethe (1749 – 1832) en su última antología importante (1819 – 1827).
Say, nacido (1970) y formado inicialmente (1975) en Ankara, más tarde en Düsseldorf (1987) y Berlín (1992), fascina, como ningún otro intérprete, porque ejecuta sus propias obras, así como las de otros compositores, con una sensibilidad, con una cosmovisión estética que llega directamente al corazón de los espectadores.
Con su Concierto para piano número 3, opus 11, 'Silence of Anatolia', estrenado en 2002 en París, la orquesta belga da comienzo a una gira por diversas ciudades alemanas bajo la batuta de su director principal.
En Silence of Anatolia Say, comprometido activista por los derechos civiles en Turquía, logra una gran entrada y un fuerte magnetismo en la platea con su armonía oriental, con los sonidos de arpa y laúd que arranca de su piano punteando directamente las cuerdas con sus dedos en el primer movimiento (Silence of Anatolia), con su vibrante energía en el segundo (Obstinacy), con los sorprendentes pasajes inspirados en melodías popularmente tradicionales turcas en el tercero (Cadenza), y con los momentos recoletos y de gran llegada que logra en el cuarto movimiento (Elegy).
Como discípulo de Mithat Fenmen (alumno de Alfred Cortot y Nadia Boulanger en París) en el Conservatorio Estatal de Ankara (que, dicho sea de paso, ayudó a fundar en 1936 Paul Hindemith, 1895 - 1963) Say, quien enfrenta absurdas resistencias, incluso un proceso aún en marcha por presunto "ultraje a los valores religiosos", en su país, lleva consigo una tradición integralmente europea, entendiendo a Europa hasta sus más extremos límites con el Cercano Oriente.
En su carácter de intérprete de obras clásicas Say tampoco renuncia a su postura liberal, mal que le pese a algunos oyentes. Con el Concierto para piano en sol mayor de Maurice Ravel tuvo ya algunos problemas en el pasado, debido a su lectura muy libre de la partitura. Pero esta vez, junto a la Orquesta Nacional de Bélgica, que ejecuta la obra de forma esbelta y elegante, convence plenamente con su equilibrada y sensible comprensión del vivaz y fluido primer movimiento (Allegramente), su circunspección, su actitud reflexiva en el segundo (Adagio assai), y su virtuosismo con extremada tensión en el tercer movimiento (Presto) de esta impactante obra, una de las mejores, del compositor francés.
Una pausa de por medio para llegar a la segunda y última parte del concierto, con Sheherezade, la suite sinfónica que compusiera Nikolai Rimski-Korsakov en 1888 para el gran público, para el pueblo ruso, inspirándose en Las mil y una noches. La Orchestre National de Belgique, de fuerte tradición francesa en su sonoridad (cumple 80 años de vida en 2016) transmite con enorme vitalidad la deslumbrante y colorida orquestación de la obra (gran destaque del concertino, las maderas y la intervención solística del fagot) que trasunta muy ajustadamente el destacado interés por Oriente de la Rusia Imperial.
La tarde es clausurada con muy efusivos aplausos y ovaciones (plenamente merecidos) a Fazil Say, a la Orquesta Nacional de Bélgica, y a Andrey Boreyko, hasta el año pasado jefe de la Orquesta Sinfónica de Düsseldorf, quien ha tenido un feliz reencuentro con su público.
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