Discos

Jazz glocal puesto al día

Daniel Martínez Babiloni
viernes, 22 de enero de 2016
Toma café. Iturralde for clarinets. Obras de Pedro Iturralde. Barcelona Clarinet Players: Manuel Martínez, clarinete, Javier Vilaplana, clarinete, Martí Guasteví, corno di basseto, Alejandro Castillo, clarinete bajo. Colaboradores: Jordi Figaró, tenora, Pere Martínez, cantaor, Joan Vidal, percusión, Marco Mezquida, piano. Un CD de 75’07’’ de duración grabado en La Garriga, en abril de 2015. Edicions Albert Moraleda.
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Cuentan los Barcelona Clarinet Players (BCP) que la colaboración con Pedro Iturralde les llegó por casualidad. En diciembre de 2011 fueron invitados a participar en el V Congreso Nacional y II Europeo dedicado al clarinete en Madrid. Hacía poco que habían formalizado su relación y entre el público se encontraba el saxofonista de Falces. Alguien les hizo saber que al maestro le había gustado su actuación. Más tarde se pusieron en contacto con él y de esta manera, multiplicando exponencialmente ilusiones, la de los que empiezan y la de aquel que aun a pesar de la edad se siente plenamente activo (o justamente por eso), surgió el arreglo de la Suite Hellénique para el conjunto barcelonés. Después llegaría el de otras páginas que nos llevan hasta el saxofonista que se instaló en el Whisky Jazz de Madrid tras su gira por el Mediterráneo, a principios de la década de 1960.

Era la época en la que el franquismo necesitaba ser moderno y las democracias occidentales querían demostrar su superioridad moral y cultural ante el comunismo. En ello el jazz jugó un papel fundamental. El Tesoro norteamericano puso los cuartos. Por otra parte, jazzmen como Miles Davis buscaban su lugar en un mercado amenazado por el rock and roll fusionando su música con otras de procedencias más o menos exóticas. Nada nuevo. A finales del siglo XIX lo había hecho Antonin Dvořák en el ámbito sinfónico. Scketches of Spain (1960), Gil Evans o Lionel Hampton allanaron el camino a los españoles que fueron requeridos para participar en festivales internacionales y mostrar estos nuevos lenguajes autóctonos. Tete Montoliu actuó en los Jazztage de Berlín en 1964 y Pedro Iturralde tres años después. El navarro llevó bajo el brazo música de Falla, Granados, cuatro de las Canciones populares españolas armonizadas por Federico García Lorca y un par de palos flamencos. Se hizo acompañar de dos guitarristas: Paco de Antequera y un todavía desconocido Paco de Lucía. El resultado de todo ello fue Jazz Flamenco (vol. 1 y 2), grabados con Hispavox, y Flamenco Jazz, registrado en Alemania. Los primeros han sido remasterizados recientemente y publicados en compacto y en vinilo. No obstante, lo trascendente, señala Iván Iglesias, es que Iturralde consigue integrar por primera vez en el jazz español lo local y lo global, con agrado de los aficionados y regocijo de las autoridades del ramo, quienes, junto al turismo, lo publicitaron como un acicate del aperturismo.

A pesar de todos los pesares, mucho ha cambiado este país desde entonces. También el jazz. En el último Festival Jazzeñe de la Fundación Autor, celebrado en Valencia el pasado septiembre, se sucedieron propuestas tan interesantes e híbridas como las de Carmen París, David Pastor, Nono García, Lucía Martínez o Aupaquartet jazz-rock strings. Al estilo de este cuarteto de cuerda, también de Barcelona, el BCP reinventa esa formación clarinetística. De alguna manera son herederos de ensembles clásicos como el Cuarteto de Clarinetes de la ONE, Cuarteto Bellas Artes, el Manuel de Falla, Cuarteto Boehm o el mismo Quartet de Clarinets de Barcelona. Sin embargo, va un pasito más allá para presentar una propuesta abierta, al modo del conjunto portugués Ad libitum y, sobre todo, del referente Vienna Clarinet Connection que acaba de cumplir veinte años de carrera.

Los miembros del BCP son jóvenes profesores de la Banda Municipal de Barcelona y hunden sus raíces en centenarias bandas de música, presentes en todo el arco mediterráneo. El cuarteto tiene como sede el Auditori de Barcelona y como bandera la de la transdisciplinariedad: está asesorado por Sol Picó, bailarina y coreógrafa, ha compartido escenario con la pintora Marina Comas y pista de circo con el Clown Leandre en Navidad, promueve divertidas video creaciones como Ragtime, del director Ibai Abad (disponible en Vimeo), o cede espacio en su web a jóvenes artistas como Marina Durany. Su programa didáctico, Planeta Clarinet, propone una escucha activa y participativa, en directo en el Auditori o como deberes para casa en el compacto del mismo nombre editado en 2015. En él aparecen piezas de Johan Melchior Molter, Mozart, Bach, Messiaen, Stockhausen, Joan Manuel Serrat o del folclore europeo. Sus actuaciones están cuidadas al detalle: vestuario, escenografía... y a la vez, resultan de una naturalidad pasmosa y una musicalidad inusitada.

El disco que nos ocupa, Toma café, está editado por Edicions Albert Moraleda y recibe el título de la expresión con la que Pedro Iturralde explica cómo se debe acentuar el vals de la Suite Hellénique. En este registro está todo él. El Iturralde de Jazz flamenco y el de Etnografías. También el de Pequeña Czarda escrita antes de que empezara todo, de vena melódica caliente y aires de gran concierto para saxofón como el de Glazunov. En manos del BCP la pieza (Orchestral Czárdás-Hungarian Dance) toma prestancia sinfónica y un virtuosismo que hace lucir al conjunto precisión, imaginación y agilidad en los picados de la coda final. La cintura rítmica del grupo se muestra en los ritmos rotos de la Suite Hellénique, escrita tras pasar un año de gira por Grecia y Turquía con la orquesta del pianista Manolis Mikelis (Manny Kelly), así como su creatividad tímbrica, ya sea al modelar el color de los propios clarinetes o al introducir los teclados de Marco Mezquida y la percusión de Joan Vidal. En el movimiento “Candenza-Valse” la típica rueda de solos es sustituida por una sugerente, y más breve, improvisación de piano y batería. Una pátina de nostalgia recubre aquellas Memorias de viaje ya sea en los movimientos más líricos “Lisboa” y “Alger” o en los intensos “Casablanca” y el añadido “Retour”, con otra acertadísima intervención de Mezquida al piano.

Dentro del capítulo dedicado a los compositores clásicos, el BCP hace un lírico y delicado Homenaje a Granados sobre su Danza española nº 5 (presente en el disco alemán que comentábamos). Canción del fuego fatuo gana en expresión al introducir el desgarrado cante de Pere Martínez y mucho mimo en el tratamiento de los matices. Una sentida cadencia del clarinete bajo, que Iturralde hace con el clarinete en algunas de sus actuaciones, da paso a un swingueante Recuerdo a Turina. El mismo bass clarinet sigue siendo el protagonista al turnarse con pericia, consigo mismo, en el cante y en un firme walking bass. Brillantes solos de corno di basseto y clarinete salpican el arreglo. En esa misma línea se encuentra la chopiniana Miniatura-Impromptu: una delicada pieza romántica.

De la herencia jazzísitica de Iturralde el cuarteto presenta Tribute to Trane (like Coltrane). Una elegante balada en la que el cuarteto, transformado en sexteto por la adición de piano y batería, agranda la armonía y ensancha la textura. Su interpretación derrocha sensibilidad. Entre los respectivos solos que enuncia cada uno de los instrumentistas destaca el diálogo entre los dos clarinetes y de nuevo la intervención del piano. Dixie for clarinetes tiene como base una pieza compuesta para la banda sonora de Viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez. En boca del BCP resulta plenamente idiomático y simpático. Lleno de intención y con una cadencia rítmica deliciosa aparece “Blues” de Jazz suite, aquella que dicen los críticos del momento que se le resistía al propio Iturralde. En esta misma suite, “Cool” es luminoso, “Ballade” íntimo, “Waltz” coge vuelo y “Funky” preciso y con mucha garra. Por el contrario, El cant dels ocells, con tenora, alternancia de sardana y cita de La santa espina está edulcorada en exceso. La gracia de la incluida en Etnofonías residía precisamente en su implacable tratamiento dentro del be bop.

La de Iturralde es una carrera dirigida hacia el directo, son pocos sus discos, de ahí que las piezas que interpreta en BCP hayan sido versionadas con frecuencia. Él mismo ha ido adaptando sus creaciones según las necesidades. Quizás faltaría, por redondear, la famosa alusión del saxofonista-chansonier a Les feuilles mortes. En esta ocasión hay que agradecer el fortuito encuentro entre los jóvenes clarinetistas y “el viejo profesor”, como lo llamó Chema García Martínez. En este bautizo discográfico actúa como padrino de un conjunto con un futuro prometedor.

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