Finlandia
Mi propia voz
Marisa Pérez
Con el título común de 'Mi propia voz', el viola Jussi Tuhkanen realizó la selección de estas piezas, prácticamente contemporáneas y mucho más parecidas entre sí de lo que cabría esperar en dos autores tan alejados por edad y estilísticamente como Schulhoff (1894-1942) y Janacek (1854-1928). Un programa muy atractivo además porque ninguna de las obras es habitual, por lo menos en las salas de conciertos españolas. De hecho, escuchar a Schulhoff es siempre un hito para mí, y me sigue alterando esta situación. Que un compositor extraordinariamente dotado muera demasiado joven como para haber llegado a desarrollar todo su potencial no es considerado un problema en el mundo de la música. Pero cuando esta muerte ha sido un asesinato político -por llamarle algo- parece que predomina una especie de vergüenza colectiva que hace que los compositores de la Entarte Musik sigan esperando su normalización cuando ya han pasado más de setenta años desde la caída de Hitler, y que los compositores españoles antifranquistas sigan siendo una especie extinguida de cuya existencia histórica uno llega a dudar.
No parece sin embargo que a los fineses Schulhoff les 'impresione' tanto como para mantenerlo en el olvido -sus museos suelen ser lugares extrañamente reivindicativos- y su música sonó con total normalidad enmarcando a una obra de Janacék que tampoco es de las más habituales de su autor. Sólo por esta circunstancia, el concierto ya hubiera merecido la pena.
Pero es que además se unieron siete músicos sensibles y con ganas de hacer música, junto a un público no muy abundante (el concierto era a las 3 de la tarde y nevaba mucho), variadísimo en edades -desde embarazadas a niños pequeños, adolescentes, jóvenes, adultos y bastantes ancianos- y muy respetuoso.
La sala era una de las de ensayos del Mussikkitalo, un edificio muy céntrico inaugurado en 2011 para servir de sede a la Orquesta Filarmónica de Helsinki, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Finlandia y ampliar la capacidad de la Academia Sibelius, situada en las cercanías (además de aulas, allí está su biblioteca y archivo). No es propiamente una sala de conciertos aunque se use a menudo para interpretaciones de música de cámara, sino una reproducción del escenario de la sala de conciertos principal de modo que ambas orquestas residentes puedan ensayar a la vez. Por tanto los espectadores nos sentábamos en las propias sillas de ensayo de los músicos haciendo una especie de semicírculo alrededor de los intérpretes. Familiar, poco elegante y al tiempo adecuado: lo importante era la música.
Los siete músicos provenían de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Finlandia, que desarrolla un ciclo de cámara centrado en las propias propuestas de sus componentes. Como no sé finlandés para entender las notas al programa, no puedo más que intentar adivinar por qué el violista Jussi Tuhkanen consideró estas obras como 'Mi propia voz', ya que no son ninguna de ellas piezas especialmente emocionales o autobiográficas, si bien en todas ellas la viola tenía un papel que excedía el de mero relleno.
No creo que tenga sentido ponerse a comparar entre sí las interpretaciones dadas a las tres piezas: todas ellas sonaron impecablemente, adecuadas en su estilo y hasta cierto punto impersonales. Los músicos fineses no son extravagantes ni dados a crear visiones personales de la música, al modo que sí hacen a veces sus vecinos rusos. Pero esta sobriedad y respeto a la partitura crea -cuando todo sale bien, como ocurrió en este caso- una experiencia que deja impronta en la memoria y un dulce sentimiento en el corazón.
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