España - Cantabria
Festival de SantanderUn Bach commovedor
José Amador Morales
Es difícil imaginar un comienzo más contundente para esta edición del Festival Internacional de Santander que la programación de una de las obras cumbres de toda la historia de la Música, como es La Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach, servida por conjuntos orquestales y vocales de reconocido prestigio en este repertorio y dirigidos por una de las figuras aclamadas mundialmente y más aún cuando se trata de la música del cantor de Leipzig. No en vano, la afinación, empaste, precisión y expresividad del Monteverdi Choir y la calidad de los English Baroque Soloists no es para nada noticiable. Como tampoco lo es la sobresaliente dirección de Sir John Eliot Gardiner al frente de los mismos. Todo ello parecía estar tras el lleno hasta la bandera del Palacio de Festivales de Cantabria así como el ambiente de expectación que se respiraba en la sala.
La disposición de los músicos en el mismo en sintonía con lo requerido por la partitura: dos coros, dos orquestas y dos órganos, separados ambos conjuntos por la escolanía. Nada más comenzar con el célebre Kommt, ihr Töchter, helft mir klagen y el recitativo siguiente percibimos las claves interpretativas que iban a marcar toda la obra y que, en cualquier caso, iba a distar de la típica versión historicista que tantas veces confunde rigor en las formas con extrema frialdad en el fondo. Por el contrario asistimos a una lectura tremendamente expresiva que parecía tener como máxima absoluta la sensibilidad, la emoción extrema y hasta la conmoción. En esta línea destacó la capacidad narrativa del evangelista (aquí un impagable James Gilchrist), de contar la historia dirigiéndose al público, sin partitura en las manos y sin dejar de frasear ni cantar notablemente. Al igual que las actuaciones de los conjuntos vocales que, igualmente sin partituras, se dirigían al público haciéndolo partícipe de todo el trasfondo dramático de la historia; o de los solistas instrumentales, a los que el director dejó libertad expresiva absoluta en sus respectivas partes (a destacar los primeros violines, oboes o la viola da gamba con su casi expresionista introducción al aria Geduld, Geduld!).
La delicadeza y la ternura con que Gardiner acompañó las arias y corales más emotivos tuvo su contraste en el contundente tratamiento de los momentos más dramáticos: las imprecaciones del coro Laßt ihn, haltet, bindet nicht! en el dúo So ist mein Jesus nun gefangen y toda la fuga coral posterior aquí de un efecto trágico impresionante, el impactante Barrabam! o el momento posterior a la muerte de Cristo con el precioso tratamiento del coral Wenn ich einmal soll scheiden – delicado y conmovedor hasta el extremo – son sólo ejemplos significativos de ello.
El ‘Cristo’ de Stephan Loges destacó más por la nobleza y sensibilidad de su que por su empaque vocal y el resto de cantantes estuvieron a la altura de una interpretación de esta categoría, con la calidad y homogeneidad que se le presupone a los miembros de un coro como el Monteverdi Choir, aunque haya quien echara en falta ese punto de entrega o espectacularidad de solistas externos.
En el apartado de aspectos a mejorar, sería deseable que en una obra de este tipo se facilitara un subtitulado electrónico en tiempo real, como suele hacerse en las representaciones operísticas, ya que el hecho de disponer el texto bilingüe en el programa de mano contribuyó más a generar distracciones y ruidos innecesarios que a un fácil seguimiento del mismo.
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