Discos
Wittener Tage 2013
Paco Yáñez
Regresamos, una semana más, a nuestro recorrido por las excelentes ediciones fonográficas que las Wittener Tage für neue Kammermusik han publicado a lo largo del último lustro; en esta ocasión, a las jornadas que tuvieron lugar entre el 26 y el 28 de abril de 2013. Se trata, de nuevo, de un lanzamiento que combina los registros puramente de audio con lo visual; si bien, como veremos más adelante, las propuestas fílmicas distan mucho de la excelencia que los compositores muestran en lo más puramente musical. De ello, la primera de las piezas recogidas es un magnífico ejemplo...
...se trata de una ambiciosa propuesta de Ming Tsao (Berkeley, 1966), compositor californiano de origen chino al que en su día definimos como a un auténtico hombre del Renacimiento, por su formación en composición, etnomusicología, matemáticas, filosofía, cine y poesía. Plus Minus (2012-13) da muestra de la complejidad de su pensamiento musical, así como de su atención a los flujos históricos superpuestos, que aquí desarrolla a partir de la partitura homónima Plus Minus (1963/74), de Karlheinz Stockhausen, cuya potencialidad cree nunca ha sido completamente desarrollada (Tsao pone la versión del año 1966 a cargo de Frederic Rzewski y Cornelius Cardew como la más completa ejecución por él conocida -aunque creo que se refiere al estreno, que tuvo lugar en 1964; en 1966 fue retransmitido por radio-). En esta revisión, el compositor californiano ataca las siete páginas de la partitura (normalmente ejecutadas parcialmente) dando lugar a dos capas que aportan una complejidad discrepante de impresión, confiando la primera a un trío de violonchelo, piano y clarinete, mientras que el resto del ensemble interpreta la segunda, con una presencia muy notable y particular del acordeón. La versión es fulgurante, de una vivacidad, potencia y atractivo que, de por sí sola, justifica la adquisición de esta edición fonográfica, pues nunca habrán escuchado Plus Minus con esta modernidad de timbres y este abigarrado marasmo de estructuras proliferando en su fertilización recíproca. Impactante realización.
Del húngaro Márton Illés (Budapest, 1975) escuchamos Rajzok III (2013), obra de particular tímbrica por el hecho de atacar la pianista con cada una de sus manos un piano de cola y un teclado independientes, con profusión de microtonalidad, lo que confiere un aspecto enrarecido a sus pasajes. También el clarinete adopta un canto poco convencional, que remite al saxofón y a la música folclórica húngara; mientras que en el violonchelo los glissandi y una escritura que linda la partitura gráfica hacen de su voz un objeto sonoro enrarecido, también de arborescencias múltiples. El resultado es un organismo sonoro profusamente heterogéneo, por momentos enloquecido, que nos sitúa ante perspectivas plenamente actuales, del mayor interés.
Con el francés Julien Jamet (París, 1979) y su partitura para orquesta de cámara Si l'essence et sans fard (2012-13) la excelencia decae notablemente, en especial por la ingenuidad en el desarrollo que lleva cabo del motivo inicial para clarinete, sometido a mutaciones tímbricas en(tre) los distintos grupos instrumentales, así como a alteraciones estructurales que no salvan su carácter naíf, por más que el manejo técnico de las texturas orquestales sea digno de mención. Ahora bien, trascendencia y enjundia artística no es que se destilen en abundancia a lo largo de sus poco más de 10 minutos de duración.
Algo más extensa es [no. 9:2] Seventeen Thoughts on a Chamber Concerto (2013), del turco Emre Sihan Kaleli (Ankara, 1987), segunda parte de una trilogía concertante en la que se investigan diferentes posibilidades de agrupación dentro de un ensemble, haciendo del conjunto instrumental un campo de asociaciones múltiples, constantemente combinadas de diversos modos. Así, tanto podemos hablar de concierto como de un proceso dialógico multidireccional, lo que enriquece notablemente las tramas y el concepto de concierto; aquí, con múltiples centros de gravedad. Asomos sublimados de la música turca, con sus melodías entrecortadas, un color metálico y una profusa vitalidad, completan una página que en sus compases finales se dirige hacia una estética ligetiana (del Ligeti tardío) por sus polirritmos y sentido del timbre. Aunque lejos quedan las excelencias del húngaro, no dudo que Ligeti se sentiría fascinado por algunos de sus momentos más logrados (que no son todos).
Pasando al segundo compacto, escuchamos en primer lugar unbalanced instability (2013), notable página para violín (Carolin Widmann, excelsa) y orquesta de cámara (WDR Köln con dirección de Emilio Pomàrico) del suizo Dieter Ammann (Aarau, 1962). Cromatismos de sugerentes iridiscencias, intrincada microtonalidad, espectralismo de amplio rango, y una concepción orquestal muy individualizada -prácticamente en divisi total-, hacen de la página una creación musical heterogénea y vibrante, en la que el violín se empotra en el conjunto de forma sutil, casi indiferenciada, debido a la prolija diversidad de temas, sobre los que sobresale en ocasiones con melodismos que se hacen extraños al conjunto, así como con dejes que diría funden a Paganini con Jimmy Hendrix (ahí es nada). Más allá de estos asomos un tanto convencionales, en conjunto Ammann muestra un oficio y una técnica que los más bisoños Julien Jamet y Emre Sihan Kaleli no destilaban, por lo cual resuelve estas cohabitaciones estilísticas y la síntesis de melodía, armonía y ruidismo con mayor maestría.
La compositora surcoreana Unsuk Chin (Seúl, 1961) presentaba en Witten 2013 su partitura para ensemble cosmigimmicks (2011-12), obra que relaciona con el mundo de la pantomima en una extensión de referentes históricos que van de la antigua Grecia al teatro del absurdo, pasando por la tradición asiática o la Comedia dell’arte. Para dar cuerpo sonoro al gesto del mimo, Chin busca diversos referentes, no necesariamente como pantomima en sentido estricto. Así, 'Shadow Play', primer movimiento de cosmigimmicks, se asoma al teatro de sombras, que emergen en lo musical desde una oscuridad tramada en silencio sobre la que se consolidan estructuras armónicas a modo de sombras que fugazmente aparecen y desaparecen. Ese carácter enigmático, inasible e impredecible, lo relaciona Chin con Franz Kafka, con el que comparte su aguda visión de los detalles (y, diría, del absurdo). Aunque no lo mencione la compositora surcoreana, no se puede obviar la estela de Boulez en este primer movimiento, tan marcado por la sonoridad pellizcada en todos los instrumentos. También se asoma el maestro francés al segundo, 'Quad', cuyo título toma de la obra televisiva beckettiana del año 1981. No se queda tan sólo en Boulez la nómina de influencias, a las que añadiría a John Cage y a Helmut Lachenmann, de ahí la exuberante potencia tímbrica, rítmica y estructural de un movimiento entre lo mejor de esta edición de las Wittener Tage; un 'Quad' de una fuerza arrolladora y una musicalidad a la altura de lo más logrado de Unsuk Chin. Como ligeramente sentimental y macabro, define Chin 'Thall (Masque)', último movimiento de cosmigimmicks. Afirma la compositora que Ligeti es la impronta más destacada en un movimiento en el que una guitarra con dejes melódicos ocupa el centro de la escena, abismada a la microtonalidad y provocando alteraciones armónicas en las relaciones de un ensemble poco a poco acallado; marchito, diría, frente a las turbulencias feroces de la magnífica 'Quad'.
Por último, otro torrente sonoro es el que desencadenan los primeros minutos de Monadologie XV: Druck (2011-12), partitura para cuarteto de saxofones, dos pianos y dos percusionistas del austriaco Bernhard Lang (Linz, 1957). En nuestra reseña de un encuentro musical prácticamente coetáneo a estas jornadas de Witten, las Donaueschinger Musiktage 2013 (NEOS 11411-14), nos acercamos a un ciclo, Monadologie (2007-14), que comprende veintinueve piezas en las que el ecléctico Lang recurre a fuentes externas como proveedoras de estructuras musicales que procede a 'dinamitar' por medio de la destrucción que realiza de los originales en los distintos grupos instrumentales con los que trabaja, con sucesivas transcripciones en diferentes intervalos de tono. Por tanto, acabamos escuchando una sucesión febril, ininterrumpida y brutal de mecanismos sonoros progresivamente aniquilados, lo que da lugar a un arranque tan visceral como denso, aunque éste se vaya amortiguando, pues la construcción no es, ni mucho menos, progresiva, sino que va trabajando diversas estructuras superpuestas. Parte de los procedimientos acústicos que el compositor explora están inspirados en el trabajo de destrucción-creación de filmes desarrollado por Raphael Montañez Ortiz a través de la erosión del celuloide con láser. Así, reflexionando sobre el trabajo y los procedimientos de los metacineastas, Lang decide tomar en Druck como partituras-base obras de John Coltrane, Iannis Xenakis y diversos materiales dispersos, de ahí su heterogeneidad y el incisivo pulso rítmico que la caracteriza: más obsesivo y simple, en el caso de Coltrane (todo el comienzo de la obra); más complejo y proliferante, en el caso de Xenakis, así como más matizado en capas de intensidades y dinámicas (lo cual se agradece, pues el comienzo -más marcado por la música rock- se hace un tanto cansino y simplón). El resultado es muy potente y hará las delicias de quienes gocen de la fusión estilística y la presencia de las músicas urbanas en el contexto de la música culta, artística, o como cada uno guste de apellidarla (porque de algún modo habrá que llamar a la criatura, aunque de genéticas tan variopintas se haya engendrado).
Tal y como había sucedido en anteriores ediciones discográficas de las Wittener Tage für neue Kammermusik, el lanzamiento que hoy reseñamos incorpora un DVD en el que se recogen en formato audiovisual algunas de las propuestas del festival en 2013. La fortuna de las mismas, sin embargo, no es muy destacada en cuanto a poética visual, siendo la aportación del DVD más bien escasa. Es algo que afecta ya a la primera pieza, Retrouvailles (2013), de Georges Aperghis (Atenas, 1945), en la que Richard Dubelski y Christian Dierstein actúan dando forma a diversos encuentros y desencuentros en los procesos de comunicación, ya sea a través de gestos y/o sonidos, acompañados por una suerte de lenguaje fonético inventado que procura tender puentes en diversas situaciones de socialización: desde un saludo inicial a un vino compartido que los conduce hasta el sopor y el sueño.
El alemán Manos Tsangaris (Düsseldorf, 1956) regresa con sus cámaras a las calles de Witten para darnos cuenta de Beiläufige Stücke: Mauersegler (2013), en la que un ensemble de actores, cantantes, trompas, máquina de viento y percusión llevan a cabo una performance en el centro peatonalizado de la ciudad, a lo largo de diversas estaciones del tranvía. La palabra es aquí protagonista, por medio de una narración del espacio cívico ocupado por la música, así como a través de entrevistas a quienes por las calles deambulan, rodeados por músicos dispersos que ambientan musicalmente una Witten nocturna y noctámbula. En diversos momentos, se asoman al montaje (con una superposición de planos de muy pobre factura) fragmentos de Beiläufige Stücke: Schwalbe (2011), propuesta audiovisual que ya comentamos en la edición de las Wittener Tage für neue Kammermusik 2011, con su travesía por el Ruhr hacia el Kemnader See, a bordo del Schwalbe. Si allí nos acercábamos a un paisaje con ecos del romanticismo, en Mauersegler podríamos decir que tal impronta subsiste, fundamentalmente en los elementos narrativos más relacionados con el (des)amor, así como en los ecos artificiales de la naturaleza (máquina de viento), en el dibujo de la noche en las trompas, o en el drama que se asoma a las notas desgarradas de la soprano. En todo caso, propuesta multidisciplinar un tanto escasa en cuanto a resultados.
Tampoco convence la propuesta de la alemana Neele Hülcker (Hamburgo, 1987), que en einwohnen (2013) procede a una sonorización de diversos ambientes de Witten a través de las ventanas de sus edificios: resquicios por los cuales accedemos al ámbito de lo privado, de una cotidianeidad espiada desde fuera, con una factura tan pobre en lo visual como en lo musical. Lo mismo sucede con otra sonorización electrónica, la de Erwin Stache (Schlema, 1960) en Tür zu, es rauscht! (2013), pieza en la que pone música a una serie de fotografías de los habitantes de Witten traspasando una instalación con diferentes puertas metálicas. También en las calles de la ciudad de Renania del Norte-Westfalia nos encontramos con un Matthias Kaul (Hamburgo, 1949) que en una furgoneta pide a los transeúntes un euro a cambio de una breve interpretación musical. Es así que Klang-TÜV (2013) se convierte en una plétora de procesos percusivos de lo más diverso, desde la activación inicial de un cactus que nos recordará la Child of Tree (1975) cageana (obra, por cierto, que reseñamos en manos del propio Matthias Kaul en el excelente compacto que el músico alemán grabó en 2014 para el sello Wergo (WER 7320 2): uno de los discos más imaginativos que hemos reseñado del genio californiano). Algunas de las acciones desarrolladas por Kaul para el público alemán comparten esa curiosidad cageana por la búsqueda de la interioridad tímbrica de los más dispares objetos: batidor atacado con arco, objetos de cocina percutidos, paraguas frotado, cuero rascado, etc.; todo ello con una amplificación importante, aunque sus apenas dos minutos de duración dan para poco.
Completan el DVD una selección de entrevistas radiofónicas a algunos de los compositores presentes en Witten 2013, así como otra exigua propuesta audiovisual: los apenas tres minutos que dura Schaufensterstück (2004), obra del austriaco Peter Ablinger (Schwanenstadt, 1959) en la que volvemos a visitar las calles de Witten, cuyos sonidos se recogen por microfonía y se entremezclan con la pianola que maneja Winfried Ritsch, un mecanismo actualizado informáticamente al que se asoman inconfundibles ecos de la personal rítmica de Ablinger, tan entrecortadamente acentuada (más, aún, con las posibilidades del artefacto que vemos en pantalla). Ahora bien, entre el sonido del tráfico y el de los viandantes, se hace difícil calibrar con detalle los por momentos sutiles timbres del piano, por lo cual tampoco acaba de convencer esta propuesta audiovisual; siendo el nivel artístico y musical del DVD bastante inferior al de los compactos.
Las interpretaciones son, en general, excelentes, con especial mención para el ensemble ascolta en Plus Minus, de la mano de un firme y analítico Johannes Kalitzke, y para el brutal movimiento central de la partitura de Unsuk Chin, que desgrana el Nieuw Ensemble de la mano de Celso Antunes. Nos encontramos ante estrenos mundiales en su mayoría, por lo cual conforman nuevos capítulos para la historia de la música de cámara dignos de (re)conocer. Las tomas de sonido son impresionantes en todos los casos, con una presencia, una fuerza y una definición marca de la casa (grabaciones de la WDR). El DVD se presenta en formato 16:9, con subtítulos en inglés en algunas piezas, volviendo a carecer el libreto (magnífico, de 40 páginas, repleto de pertinentes ensayos y fotografías) de otro idioma que no sea el alemán.
Estos discos han sido enviados para su recensión por el Kulturbüro Witten.
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