España - Cataluña
Werther en el Liceu. Una jornada poco feliz
Jorge Binaghi

He escrito muchas veces que a veces los repartos alternativos son superiores, en todo o en parte, a los primeros. Pero cuando no es así (e incluso cuando lo es) personalmente me pregunto si es necesario programar catorce (que han quedado en trece por percance técnico) funciones de un título que, siendo de repertorio, no es popular. Y esta vez las diferencias fueron abismales. Porque hasta la orquesta sonó con imprecisiones y la dirección de Altinoglu pareció más fuerte y altisonante. El espectáculo mantiene su fuerza, pero, nuevamente, en estas condiciones los puntos que pueden dar flanco a la crítica quedan más expuestos. Sobre todo si los mismos Schmidt y Johann de la función anterior (no hay sustitutos para ellos) se muestran, como ocurrió, con problemas vocales e incluso Palatchi no estuvo en un día particularmente feliz.
Los cambios eran los cuatro roles principales. De Munk canta bien y se mueve correctamente, pero su voz carece de todo interés tímbrico y de personalidad, y casi parece una voz blanca. Daza presenta un color adecuado para ‘Albert’, pero no sólo hay momentos en que la voz queda demasiado in gola sino que como actor es muy envarado. Pero, claro, donde más se sufre es en la comparación de la pareja protagónica.
‘Charlotte’ debía ser Nora Gubisch, pero se enfermó a última hora. No quedó más que reemplazarla con un atril a un lado del escenario mientras en escena la ‘Sophie’ del primer reparto se movía bien aunque delataba su extrema juventud y naturalmente la prisa con que tuvo que asumir la parte: con todo, muchas gracias por posibilitar la función y felicidades por su nivel y responsabilidad como artista. Carol García, desde el atril, exhibió buena voz, de mezzo, pero la emisión es discontinua y con un frecuente trémolo que personalmente me molestó lo suyo, pero no descarto totalmente los nervios de la situación (la había escuchado hace poco en un recinto más íntimo y en el homenaje a Granados que organizó en su Festival de Lied la Fundación ‘Victoria de los Ángeles’, y me había interesado, pero claro, una ópera completa en el Liceu y en estas circunstancias). No obstante, gracias también.
Bros asumía por primera vez la parte en la celebración de sus 25 años de buenos servicios al Liceu. En las dos ocasiones anteriores, por una gripe, lo había reemplazado Arturo Chacón-Cruz, a quien, como a Gubisch, no llegué a ver (si hago caso a los ecos que me han llegado al parecer no he perdido mucho….). Aprecio mucho a Bros, y lo único que le he visto fuera de lugar y con un rendimiento insuficiente había sido en un papel que no le va, y que creo que no ha repetido, como ‘Pollione’ en una –por otra parte- poco feliz Norma en Peralada. Pero éste sí es su repertorio. Tiene experiencia, buen francés, estilo y técnica. Pero… Descontando lo que pueda quedar de enfermedad en una respiración más corta que lo habitual y necesario y una cierta nasalidad, el caso es que el timbre parece afectado…Las medias voces son casi invariablemente falsetes. El agudo es rígido, a veces forzado, y no siempre firme (frases como ‘Le céleste sourire’ en el primer acto o la ‘Misère’ del canto de Ossian fueron pruebas evidentes, pero también se pueden citar los finales de los dos grandes ariosos del segundo acto), y en algún momento optó por bajarlos. Como intérprete mostró un protagonista casi siempre exasperado o irritado (particularmente en el segundo acto y el tercero). Había claros en el público, que se hicieron más evidentes en la segunda parte, un corto aplauso tras el canto de Ossian, y una recepción bastante cálida a los protagonistas (especialmente a Bros y sus dos ‘Charlotte’), pero la mayor fue reservada a Altinoglu.
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