Discos

Elegancia y carnalidad polaca

Paco Yáñez
lunes, 13 de marzo de 2017
Witold Lutosławski: Sinfonía Nº4; Concierto para violonchelo. Karol Szymanowski: Obertura de concierto en mi mayor opus 12. Gautier Capuçon, violonchelo. Polish National Radio Symphony Orchestra. Alexander Liebreich, director. Paul Smaczny, productor. Wojciech Marzec, ingeniero de sonido. Un CD de 59:33 minutos de duración grabado en el NOSPR Concert Hall de Katowice (Polonia), del 27 al 19 de febrero y del 28 al 30 de 2016. Accentus ACC 30388. Distribuidor en España: Música Directa.
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Alcanzamos la tercera entrega del ciclo discográfico que la Polish National Radio Symphony Orchestra y Alexander Liebreich están dedicando en el sello Accentus (con lanzamientos anteriores de referencias ACC 30332 y ACC 30349) a los compositores polacos Karol Szymanowski (Tymoszówka, 1882 - Lausana, 1937), y Witold Lutosławski (Varsovia, 1913-1994), de nuevo con unos magníficos resultados...

...ello es inmediatamente audible en la primera de las tres partituras que esta nueva edición nos presenta: la Obertura de concierto en mi mayor opus 12 (1904-05, rev. 1910-13) de Karol Szymanowski. Página notablemente influida por Richard Strauss, en ella despliega Alexander Liebreich una luminosidad amplia y suntuosa, muy expansiva en cuanto a arrojo (no tanto en vuelo poético y sensualidad), sin obviar una nobleza en su construcción de añejo aliento que nos remite a Richard Wagner. Estamos, por tanto, ante el primer Szymanowski, un compositor todavía en la estela de la fuerte tradición germánica, desde cuya impronta iría ganando cotas de individualización en cuanto a estilo, así como un lenguaje más asentado en sus raíces polacas (puesto que en un compositor como Szymanowski me costaría hablar de 'nacionalismo' musical). La actual lectura se escora hacia una visión que diría germánica o 'internacionalista', quizás marca de la casa de estos tiempos en los que las orquestas parecen haber perdido buena parte de sus señas de identidad o cultura sonora de larga tradición, para abrazar una sonoridad global unificada que, desgraciadamente, también borra muchas de las particularidades idiomáticas de las partituras sobre sus atriles. El resultado es una lectura tan cristalina y límpida, tan pulcra técnicamente, como la de una Polish National Radio Symphony Orchestra que nos sigue demostrando su buen estado actual, con un equilibrio muy notable entre todas sus secciones y una transparencia inmaculada (a la que ayuda una grabación soberbia). No es el suyo un Szymanowski tan heterogéneo y moderno como el de Witold Rowicki (Polskie Nagrania PNCD 062), ni tan contrastado y analítico como el de Anthony Wit (Naxos 8.570722), pero es que quizás en esta partitura lo que prime sea aún el músculo y un brillo cegador, más a bloque, que es lo que Liebreich conduce sin mácula.

Pero el grueso de esta edición está dedicado a Witold Lutosławski, del que escuchamos dos páginas en principio diferenciadas en cuanto a estilo, si bien aquí unificadas a través de un refinamiento y una elegancia muy notables. Sorprendente, al respecto, resulta la lectura que del Concierto para violonchelo (1969-70) realiza, especialmente, el francés Gautier Capuçon. Sorprendente y diría que necesaria, pues arroja otra luz y otro enfoque sobre una página habitualmente más crispada y oscura, como si la nómina de violonchelistas que han acometido esta obra siguiesen fidedignamente la estela y los postulados interpretativos del dedicatario de este concierto, Mstislav Rostropovich, destacadamente su grabación canónica de la partitura registrada en 1974 con la Orchestre de Paris y el propio Lutosławski sobre el podio (EMI 5 67867 2). El arisco contraste imprimido por Rostropovich, su fiereza y oscuridad, se tornan aquí elegancia y trazado de sus líneas en un pensamiento musical de más largo recorrido. Los temas y sus fraseos se estiran de una forma notable, más etérea y cristalina. En este acercamiento es fundamental, pues, una afinación inmaculada, como la de Gautier Capuçon, así como un control del sonido impecable, sin apenas vibrato, tan sostenido y refinado, donde Rostropovich exhibe más músculo y un cantabile de ascendencia eslava que convoca otras referencias, donde Capuçon lleva la música de Lutosławski al ámbito de la modernidad occidental. Ambas lecturas son excelentes y complementarias, mostrando tanto lo más cavernoso de Lutosławski, que aúlla en un Rostropovich expresivo a flor de piel, como su connatural elegancia, más audible en un Capuçon especialmente apolíneo. La Polish National Radio Symphony Orchestra no es una orquesta tan sumamente refinada como el violonchelista francés, mostrándose más rugosa y contrastante, ya sea en las fanfarrias de los metales, ya en los marasmos polirrítmicos (aquí, soberbios), lo cual se agradece, pues concentra y nos sitúa ante esos dos planos inherentes al compositor en una sola lectura, algo muy inteligentemente comprendido y expuesto por Alexander Liebreich.

Por lo que a la Sinfonía Nº4 (1988-92) se refiere, contábamos con la magnífica lectura dirigida en 1993 por un lutoslawskiano de pro como Esa-Pekka Salonen a su entonces Los Angeles Philharmonic (Sony SK 66280). En comparación con este nuevo registro, la de Salonen es más distante y cerebral, más 'impresionista', especialmente en la bruma desde la que van emergiendo los solos que pueblan, diversifican y enriquecen su espacio sonoro. La versión de Alexander Liebreich y la Polish National Radio Symphony Orchestra es más carnal, nos adentra de un modo más interiorizado en el sonido orquestal, apurado más expresivamente. Encontramos, por ello, más relieves, destacadamente en la cuerda grave, con mayor densidad, cuerpo y carácter que la californiana. Cada uno de los asomos de maderas, piano, metales, percusión, y prácticamente toda la orquesta, suenan aquí con un humor más significativo, mientras que en Salonen el conjunto resulta más circunspecto, desarrollándose como un perfecto mecanismo de relojería (algo que ocurría, igualmente, con su versión de la Sinfonía Nº3 (1983), especialmente si la comparamos con la tan virulenta y expresiva lectura del propio Lutosławski para la Philips). Si los primeros compases son un buen ejemplo para contrastar ambas lecturas, lo mismo sucede con los finales, de nuevo más presentes y agresivos en la batuta de Liebreich, especialmente los ataques de percusión. Por tanto, y como en el caso del Concierto para violonchelo, afortunadamente dos versiones personales, distintas entre sí y complementarias, que enriquecen nuestra compresión de dos partituras fundamentales en el catálogo de Witold Lutosławski.

Como en el anterior registro Szymanowski & Lutosławski de Accentus, la grabación es excelente y majestuosa, reforzada por la soberbia acústica de la NOSPR Concert Hall de Katowice. Estamos ante una toma de sonido espectacular que nos adentra sobremanera en las obras, haciendo audible cada detalle, riesgo evidente aquí puesto al servicio de una transparencia y unos resultados sobresalientes. La edición del compacto vuelve a ser muy cuidada y bella, con prolija información (y fotografías) de intérpretes y datos de la grabación, y ensayo sobre las obras a cargo de Martin Hoffmeister.

Este compacto ha sido enviado para su recensión por Accentus Music 

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