España - Castilla y León
Ha nacido una estrella
José del Rincón

No es la primera vez que voy a un concierto en el que se desempolva la música de compositores que hasta ese momento habían permanecido en el olvido. A veces, es el mérito de rescatar esos autores lo que compensa al oyente de una calidad musical a veces discutible. No fue ese el caso de las dos oberturas de Vicente Basset y de las dos cantadas de Diego Pérez de Camino que Concerto 1700 dio a conocer el martes en Soria, puesto que al interés del descubrimiento había que sumar la calidad musical de unas obras que habrían sido perfectamente disfrutables per se. José de Nebra, autor que completaba el programa, es un autor suficientemente reconocido de unos años a esta parte y de una calidad aún mayor que los dos compositores citados.
Todos los integrantes de Concerto 1700 son unos instrumentistas de muchos quilates. Ni el concertino Daniel Pinteño, ni el segundo violín Víctor Martínez, ni la violonchelista Ester Domingo cometieron un solo fallo ni dieron una sola nota desafinada en todo el concierto; Asís Márquez es un excelente clavecinista que también las da todas. Además, son instrumentistas perfectamente compenetrados con el estilo con el que se deben afrontar con instrumentos originales los repertorios tardobarroco y preclásico. Aparte de su técnica impoluta, de su afinación impecable y de su adecuación estilística, lo que más caracteriza las ejecuciones de Concerto 1700 es el ímpetu, el vigor inusitado con el que acometen la música que forma parte de sus programas.
Da la impresión de que la sola presencia de la soprano Aurora Peña irradia un extraño magnetismo nada más salir al escenario, antes de cantar. Al poco de empezar a hacerlo pudimos comprobar que es dueña de una voz clara, cristalina y bien timbrada y que también tiene perfectamente asimiladas todas las lecciones que conducen a la adquisición de un estilo históricamente informado. Nunca llega a cantar sin vibrato, pero éste es muy liviano y resulta agradabilísimo de escuchar. La joven soprano valenciana tiene además una técnica superlativa, que se demuestra en el control de las dinámicas, en una homogeneidad absoluta en todos los registros y, sobre todo, en una insultante facilidad para acometer todo tipo de agilidades: coloraturas y, sobre todo, trinos. Ahora mismo no recuerdo haber escuchado en vivo a ninguna otra cantante que trine tan bien como Aurora Peña; cuando hizo estos trinos en forte y en registro agudo, una súbita emoción me embargó hasta extremos inimaginables. El martes escuchamos en Soria a la soprano valenciana cantando música antigua, pero su técnica demuestra que se ha fogueado también en el mundo del belcantismo.
No quisiera dar a entender que todo esto es mera pirotecnia: este apabullante dominio técnico está respaldado por una musicalidad intachable, que demostró tanto con la exquisitez con la que desgranó los momentos más delicados como con la empatía que logró con los integrantes de Concerto 1700 a la hora de lograr ese brío, ese empuje que caracteriza sus interpretaciones: esta energía se multiplica cuando Aurora Peña canta con ellos. Antes hablábamos del extraño magnetismo que la joven cantante irradia nada más salir al escenario y también debemos aludir a ese misterioso fenómeno cuando es la cuerda sola quien termina las arias: Aurora Peña sigue manteniendo solo con la mirada y con un lento descenso de los brazos toda la tensión emocional que había conseguido acumular mientras estaba cantando.
La cantante valenciana y los integrantes de Concerto 1700 obsequiaron al público soriano con dos propinas del citado José de Nebra, ambas con resultados igualmente sobresalientes: “Gozaba el pecho mío” de Ifigenia en Tracia y el aria de la cantada Con la paz tu amor convida. Y ya que estamos hablando de Ifigenia en Tracia, quiero recordar que allá por diciembre de 2010 tuvo lugar y se grabó en Soria una memorable ejecución de la zarzuela completa a cargo de El Concierto Español dirigido por Emilio Moreno; en ella intervinieron, solamente en la cuerda de soprano, Marta Almajano, Raquel Andueza, María Espada y Soledad Cardoso: solo faltaba allí Nuria Rial para completar el repoquer de damas.
Todas ellas han sido esenciales a la hora de edificar lo que hoy es el panorama de la música antigua en España. Dios las siga guardando muchos años, pero es necesario que vayan abriéndole un hueco a quien es su heredera natural: Aurora Peña.
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