Recensiones bibliográficas

Marx, el inconcluso, se resiste a convertirse en pieza de museo

Juan Carlos Tellechea
jueves, 12 de octubre de 2017
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Un bioquímico y celebrado escritor nacido en la cuenca del Ruhr hace 61 años es el autor de la más reciente y magnífica biografía sobre Karl Marx (Tréveris, 1818-Londres, 1883) aparecida en estos días en Alemania, coincidiendo con los preparativos para conmemorar el 200º aniversario del nacimiento del filósofo, economista, sociólogo, periodista, intelectual y militante comunista alemán en la ciudad (fundada por los romanos en el año 16 aC) junto al Mosela (en aquel entonces, siglo XIX, bajo el Reino de Prusia).

Marx, der Unvollendete (Marx, el inconcluso), se titula el libro de 655 páginas de Jürgen Neffe (Herne, 1956; formado en la Universidad Técnica de Aquisgrán, RWTH Aachen University), publicado por la editorial C. Bertelsmann/Random House, de Múnich sobre la vida y pensamiento de Marx, así como sobre el análisis que legara en su escrito El capital, cuyo primer volumen (de un total de tres) apareció exactamente hace 150 años, el 14 de septiembre de 1867.

La historia de El capital y sus efectos secundarios abarca la mitad de la historia de Karl Marx, constata Neffe, al examinar el nacimiento de la teoría marxista. Es el intento de un investigador por entender el mundo, seccionando la economía en sus partes por vía económica y filosófica, afirma el escritor, muy encomiado por la crítica internacional desde que publicara a partir de 2005 semblanzas similares sobre Albert Einstein y sobre los viajes y descubrimientos de Charles Darwin por el mundo.

Despreciada por economistas, venerada por revolucionarios, la teoría de Marx, tan indestructible como el capitalismo que descifró, ha experimentado períodos de auge y de decadencia a lo largo de este siglo y medio. Si bien sus pronósticos no siempre fueron infalibles, hasta hoy sigue teniendo discípulos todo oídos a su alrededor. 

Karl Marx, Das KapitalKarl Marx, Das Kapital © 1867 by Verlag von Otto Meissner

El Hamburger Nachrichten, un diario fuertemente anclado en la burguesía de la referida ciudad hanseática del norte de Alemania, informaba en una gacetilla el 13 de septiembre de 1867 sobre la aparición en una editorial hamburguesa (Verlag von Otto Meissner) de una obra de un tal Karl Marx, bajo el título de El Capital.

Si los comerciantes que hojeaban el periódico esa mañana hubieran tenido siquiera una vaga idea sobre la explosividad que generaría ese primer volumen en la historia mundial venidera, es seguro que del pavor y del tembleque se les habría caído el cruasán en el tazón de café con leche que desayunaban en ese momento.

Nada hacía pensar que algún día ese mamotreto haría carrera. El autor, un desterrado y revolucionario profesional, había trabajado en su exilio de Londres casi dos décadas para completar este libro de mierda, como él mismo lo denominara en una carta a su amigo, colaborador y mecenas, el también filósofo y revolucionario Friedrich Engels (Barmen Elberfeld, hoy Wuppertal, 1820-Londres, 1895).

El cúmulo de cartas de presentación que envió Marx a numerosísimos editores ofreciendo El capital, antes de que éstos se dieran por vencidos y lo desecharan, sumaría mucho más de las 800 páginas del primer volumen (los otros dos fueron publicados póstumamente por Engels, a partir de anotaciones que dejara aquel) que iban a cambiar el mundo.

El tiraje original de 1.000 ejemplares parecía hasta demasiado audaz; hoy se desconoce la cifra total que circula por todo el planeta. Al principio no había forma de vender el voluminoso texto que describía, junto a su análisis teórico, la desconcertante miseria de los trabajadores fabriles ingleses. En vano alteraron este fracaso inicial las reseñas que escribiera Engels en diversas publicaciones para promoverlo. Las ventas no llegaban ni siquiera a cubrir el costo de los tabacos que se había fumado Marx mientras escribía la obra.

Aunque el primer volumen está muy bien redactado y compuesto, las 80 páginas iniciales son intragables, admite Neffe en una entrevista. Sobre todo los cálculos matemáticos que pone como ejemplo (y que deberían ir al final, en un anexo) hacen que la obra sea demasiado árida. Lo mejor es empezar a leerla a partir de las páginas siguientes. Desde allí se torna más interesante e incluso fascinante.

Karl Marx, sello postal Karl Marx, sello postal © 1948 by de Französische Besetzungszone, Rheinland-Pfalz

No todo lo que escribió Marx ha pasado al olvido. Sus teorías sobre las crisis vuelven a cobrar hoy gran actualidad, al igual que el fenómeno de la privatización de las ganacias y la socialización de las pérdidas que ya observara el economista en el comportamiento de los bancos; si bien no habría podido predecir entonces la fragilidad del sistema financiero de nuestros días.

Acertado fue sin embargo su pronóstico sobre la tendencia del capitalismo (incluso el de las plataformas digitales, verbigracia Amazon, Google, Youtube) hacia la concentración, hacia la formación de pocas empresas monopólicas o cuasi monopólicas de alcance mundial. Marx no solo predijo la globalización, sino que analizó también sus fuerzas impulsoras e interacciones, coinciden expertos de diversas corrientes económicas no marxistas. Ya en el Manifiesto del Partido Comunista (Londres, 1848), escrito junto con Engels, afirmaba: La necesidad de encontrar mercados para sus productos espolea a la burguesía de una punta o otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones.

Equipos de científicos de Alemania, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Japón y Rusia trabajan en la recopilación (comentada) de la MEGA, Marx-Engels-Gesamtausgabe (obra completa de Marx y Engels), de la cual ya han sido publicados 62 de los 114 volúmenes planeados, y se estima que demorarán todavía algunos años en concluirla.

El problema de la plusvalía ya lo solucionaron de forma plausible economistas neoclásicos como Leon Walras (1834-1910), Stanley Jevons (1835-1882) y Carl Menger (1840-1921). Una mercancía es más valiosa si escasea; si la demanda de los consumidores es superior a la oferta. Se da, por cierto, una caída tendencial de la tasa de beneficio con repercusiones en el empleo y en el salario a los trabajadores.

El economista austríaco Joseph Alois Schumpeter, nacido en 1883, el mismo año de la muerte de Marx, lo demostró con su teoría sobre el espíritu emprendedor (Unternehmergeist) de un empresario que introduce un nuevo producto en el mercado. Al comienzo éste se convierte en un monopolista y alcanza elevados beneficios. Más tarde ingresan competidores, se abaratan las mercancías y se reducen las ganancias.

Al contrario que Marx, a quien sin embargo elogiaba, Schumpeter, uno de los más destacados economistas del siglo XX (fallecido en 1950 en Estados Unidos), quien predijo asimismo la desintegración sociopolítica del capitalismo, sostenía que esa competencia no ocasiona su hundimiento, sino que es un acicate para mayores innovaciones. Lo que sí amenazaría al capitalismo es su éxito, no su fracaso, según Schumpeter; la lasitud, el agotamiento de su propia fuerza motriz. La actitud aventurera, osada y visionaria que fue necesaria para crear una riqueza material antes nunca vista terminaría por hacerse superflua una vez alcanzado ese nivel de opulencia y bienestar.

Ottmar Hörl, Figuras de Karl Marx ante la Porta Nigra, instalaciónOttmar Hörl, Figuras de Karl Marx ante la Porta Nigra, instalación © 2013 by Ottmar Hörl

A Marx se lo daba ya por liquidado, tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior colapso del bloque oriental. Se proclamaba entonces el fin de la historia. En adelante sería solo el capitalismo el sistema que sobreviviría hasta el final de los tiempos. Pero entretanto Marx ha experimentado un renacimiento, por último con la crisis financiera de 2008. Las ediciones de El capital (en numerosos idiomas) llegaron a agotarse por un corto lapso durante la peor fase del crash. Desde entonces Marx es un referente contínuo en muchos gabinetes y despachos. El jefe laborista británico Jeremy Corbin lo alaba calificándolo de gran economista; una profesión de fe que en otros tiempos hubiera significado el suicidio político en esa isla, a punto de un catastrófico Brexit.

La tesis más provocativa de Marx, según la cual el capitalismo tarde o temprano se irá a pique, era para él una ley natural. La argumentación funcionaría más o menos así: los empresarios se encuentran en una contínua lucha competitiva a muerte entre si (canibalismo) y deben producir sus mercancías de forma cada vez más barata. Con el tiempo los competidores se arruinan. Solo quedan algunos, inmensos consorcios. Al mismo tiempo crece el ejército de los trabajadores mal pagados o de los proletarios desempleados y sin cualificación. En algún momento esto se cae, estalla la revolución, y tenemos allí al comunismo en el zaguán de casa.

Esto es algo que hoy nadie cree sea más que una utopía; imposible que pueda ocurrir así, tan sencillamente, sin que el capitalismo vuelva a reajustarse y se adapte a las nuevas condiciones. Ni los propios marxistas confían, por ahora, en que con cada crisis el capitalismo llegará a su fin. Quizás el estallido de una nueva conflagración bélica mundial y con armas nucleares (como ya parece estarse preparando) puede interrumpir este proceso, pero con él también destruir a media humanidad, a la civilización; como ya lo vaticinara una vez irónicamente Albert Einstein: no sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta será con palos y piedras.

Frida Kahlo, El marxismo dará salud a la enfermedad (1954)Frida Kahlo, El marxismo dará salud a la enfermedad (1954) © 2013 by Xiao Zheng

En realidad, Marx no era marxista. Fueron otros quienes actuaron políticamente en su nombre mas no en su sentido, en su orientación, en su tendencia (léase la extinta Unión Soviética y su área de influencia). Los científicos vuelven ahora a analizarlo profundamente, a reevaluarlo; sacan al filósofo y pensador del siglo que le tocó vivir y tratan de entenderlo a partir de las nuevas ideas que desarrolló abrevando en Kant, Hegel, Feuerbach, Ricardo...pero también estudiando a Aristóteles o a Adam Smith. En una época, como ésta, de transformaciones industriales y políticas, Marx se presenta como una figura contemporánea que busca respuestas a los nuevos desafíos, de los que ni siquiera se imaginaba entonces, y que cambiarían al mundo de forma sustancial.

¿Qué predeciría Marx ante la explotación ominosa de los nuevos jornaleros del capitalismo digital o analizando el turbocapitalismo de China? Marx sobrevivirá a Mao Tse-Tung (…) y a todos los demás que lo convirtieron en icono de su ideología, está convencido Jürgen Neffe. Ningún ser librepensante puede desear las condiciones que se dan en China. Pero la ecuación, según la cual el capitalismo necesita a la democracia para existir, es evidente que no cuadra desde hace tiempo. El comunismo o la armonía universal del confucianismo (religión oficial de China hasta el siglo VII)-quién sabe, quizás se encuentre allí el cercano porvenir de la Humanidad. En lo que muchos parecen coincidir es que el futuro próximo partirá de esa gran potencia.

Monumento a Karl Marx. Obsequio a Téveris de la República Popular de ChinaMonumento a Karl Marx. Obsequio a Téveris de la República Popular de China © 2017 by Presseamt Stadt Trier

Por lo pronto, el Partido Comunista de la República Popuiar de China, en reconocimiento, ha obsequiado a Tréveris un monumento a Karl Marx que será emplazado cerca de la histórica y emblemática Porta Nigra romana. La ciudad, entre consternada y avergonzada, ha aceptado finalmente el regalo. La casa natal de Marx está siendo remozada en estos meses para tenerla lista antes del 5 de mayo, el día de su cumpleaños, así como para la gran exposición que se realizará desde esa fecha y hasta el 21 de octubre de 2018.

El manuscrito original de El capital ha desaparecido. Probablemente lo legó el nieto de Otto Meissner en 1929 al archivo del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en Berlín, donde se pierden sus rastros. Nos consta que una parte de esos históricos registros se alberga en la sede central de la Fundación Friedrich Ebert, próxima al SPD, en Bonn (Bad-Godesberg). Pero tampoco se encuentra allí, nos ha confirmado esa institución hace algunos días atrás. El edificio de la editorial hamburguesa fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). La casa Otto Meissner Verlag, fundada en 1848, existe todavía, pero tiene ahora su asiento en la capital alemana. En estos meses el Museum der Arbeit (Museo del Trabajo) de Hamburgo dedica una exposición a Karl Marx y a El capital que se extenderá hasta el 4 de marzo del año próximo.

El SPD que nunca sucumbió a la tentación colectivista, sostuvo a lo largo de su historia de 148 años una relación veleidosa con Marx. Dos años después de la aparición de El capital, August Bebel fundó en Eisenach el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores (SDAP) que se apartó del liberalismo burgués y aceptó los estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores, en la que colaboraron Marx, Engels y Mijail Bakunin.

El programa del SPD de la ciudad de Erfurt (1891) fue marxista, sin cortapisas. Pero en 1891 el revisionista político socialdemócrata Eduard Bernstein creyó reconocer deficiencias en El capital y procuró adaptar el programa a las necesidades de un partido que aspiraba a alcanzar el poder a través de elecciones. Finalmente en 1959 el SPD, pudo quitarse el lastre del marxismo con su nuevo programa aprobado en la ciudad de Bad-Godesberg (un distrito de Bonn) y, aunque ha padecido y sigue padeciendo altibajos (como el revés en las recientes elecciones parlamentarias federales de Alemania), sobrevive erguido, orgulloso y muy consciente de su historia hasta hoy, según afirman sus propios dirigentes.

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