Reino Unido
Pasiones satisfechas
Jesús Garrido

En contraste con el parcial éxito de Attila, la primera quincena de Marzo trajo un éxito sin paliativos, el estreno en Covent Garden de un programa doble formado por la opera El castillo de Barba Azul, la única opera compuesta por el húngaro Béla Bartók, y Erwartung (La espera), la cantata dramática de Arnold Schoenberg.
Entre Scilla y Caribdis
Es ya un lugar común repetir aquella opinión de que el compositor operístico es una especie en vías de extinción desde los albores del siglo XX y que la opera como genero musical sobrevive en nuestros días, si acaso, como una colección de casos excepcionales. Si esta generalización contiene un grano de verdad es en la lista de obras que la suele acompañar y donde aparece entre los primeros puestos esta opera de Bartók, pues en este caso, si es cierta la excepcionalidad de El castillo de Barba Azul. Este carácter excepcional no reside solo en su condición de pieza única en el catalogo del compositor, no solo en términos tipológicos, puesto que es su única opera, sino también musicales, pues es un raro ejemplo del estilo inmediatamente anterior al giro que su interés en la naciente disciplina de la Etnomusicología dio a su vida profesional y artística. La corta duración de la opera, una hora, minuto arriba o abajo, junto con la marginalidad del lenguaje en que fue compuesta, húngaro, han contribuido a mantenerla fuera de los escenarios operísticos, excepción hecha de Hungría. Curiosamente, su estreno en el Reino Unido tuvo lugar en este mismo escenario en 1989 durante una visita de la Opera Estatal Húngara. Erwartung ha tenido una espera aun más larga pues su estreno en Covent Garden, en traducción a la lengua inglesa, fue en 1961 bajo la dirección de Sir Georg Solti. La producción conjunta de estas dos obras es una opción un tanto extraña, pues aunque ambas tienen rasgos comunes, similar fecha de composición, entre 1907 y 1909; su extrema concisión - la duración de ambas operas en conjunto es solo noventa minutos; la extrema subjetividad en el tratamiento del mismo tema central, la psicología subyacente a las relaciones amorosas y sus dificultades; este parecido es poco más que superficial, empezando por el idioma musical y literario, que aunque conscientemente 'moderno' en ambas, pertenece a diferentes propuestas de la modernidad, El castillo de Barba Azul deudor del simbolismo de Maurice Maeterlink, de la música de Debussy y de la música tradicional magyar, Erwartung testigo del interés por el expresionismo y la evolución atonal del lenguaje musical de su creador, Schoenberg. A pesar de estas diferencias, Willy Decker, el director de escena alemán ha propuesto un montaje coherente, un díptico sobre la violencia sexual implícita en ambas obras. Mientras este enfoque tiene la ventaja de subrayar las similitudes entre ambas obras, si en Bartók es la desaparición de 'Judith' a manos de 'Barba Azul' lo que cierra la opera, en Erwartung, el publico es testigo de los desvaríos nocturnos de una mujer reviviendo las misteriosas circunstancias detrás de la muerte de su amante. Willy Decker obtuvo un éxito sin paliativos en El castillo de Barba Azul, situando la acción en un arruinado recinto palaciego, cubierto de escombros, cerrado en los laterales por un gigantesco pórtico de columnas en un lado y un muro cubierto de graffiti en el otro, en el punto de fuga de este espacio se abrirá la ultima puerta de este siniestro cuento de hadas. Paradójicamente, fue su éxito en esta escenografía el principal obstáculo con que tropezó su visión de Erwartung pues al reutilizar los mismos elementos escénicos para crear un espacio similar, una habitación sembrada de escombros, presidida por la gigantesca puerta que cierra la opera de Bartók; no pudo evitar el producir una desagradable sensación de cicatería. Impresión acentuada por el descuido con que algún tramoyista trato la iluminación en El castillo de Barba Azul, así la silueta de una mano, visible mientras cubría el foco, destruyó a todos los efectos la ilusión creada por la espectacular aparición de una Luna tinta en sangre. Decker acentuó la continuidad entre ambas piezas mediante el uso de un mimo en Erwartung, David Case, para dar cuerpo a las sombras que rodean a la soprano; el uso del mismo vestuario, -un vestido rojo, inspirado en el new look de Christian Dior para 'Judith' y 'La Mujer' y un austero traje gris oscuro para Barba Azul y el mimo. La dirección musical de Lothar Zagrosek contribuyó a resaltar los parecidos 'suavizando' la música de Schoenberg, insistiendo mas en las conexiones con la tradición tardo-romántica alemana que en los aspectos mas novedosos. De manera inversa, Zagrosek subrayó la sobriedad y los componentes folklóricos del lenguaje usado por Bartók en vez de aquellos aspectos mas líricos. El castillo de Barba Azul toma como punto de partida el cuento de hadas de Charles Perrault, releyendo la historia en clave simbólica, donde las diferentes aspiraciones de ambos amantes, 'Judith' y 'Barba Azul', conducen directamente al trágico desenlace. Aunque la obra fue rechazada por la Opera de Budapest como imposible de escenificar y de un gusto macabro, su ambigüedad es tal que una lectura que subraye su lirismo es perfectamente posible; Decker, sin embargo, leyó la opera como una siniestra seducción, un drama donde 'Barba Azul' es un Don Juan reluctante y silencioso. 'Judith', atraída por esas mismas cualidades, quiere empezar su vida conjunta desvelando este misterio, desgraciadamente, en este proceso se convertirá en la ultima víctima de 'Barba Azul', el asesino. El papel de 'Barba Azul' estuvo a cargo del bajo barítono jamaicano Willard W. White, un gran actor como su 'Klingsor' en el reciente Parsifal de Covent Garden atestiguó. Su 'Barba Azul' fue una presencia doliente, un hombre torturado por un pasado innombrable, satisfaciendo con renuencia la curiosidad de 'Judith', pero al mismo tiempo halagado por esta atención. White coloreó la gran escena final, la apertura de la séptima puerta y una lírica descripción de sus previos matrimonios, con una sombría dignidad que contrastó con la extrema violencia que Zagrosek reveló en la partitura de la opera, no dejando lugar a dudas sobre la tragedia que aguarda a 'Judith'. La soprano sueca Katarina Dalayman debutó en Covent Garden en el papel de 'Judith'; Dalayman dio vida a una joven ingenua pero de fuerte carácter, que esta al tanto de las habladurías sobre el pasado de su esposo pero las considera sin fundamento; aun así, quiere deshacer el sombrío hechizo que pesa sobre 'Barba Azul' y usando alternativamente de carantoñas y sutiles amenazas, indaga en el pasado de su esposo, prefiriendo ignorar hasta que es demasiado tarde el rastro de sangre que no solo figuradamente, marca el reino de 'Barba Azul'. Vocalmente, su retrato de 'Judith' fue inmejorable, marcando sutilmente la transición entre la joven curiosa y decidida de la primera escena y la suplicante mujer que cierra la opera, aun sorprendida por el giro que han tomado los acontecimientos. Decker utilizó un espacio similar para su Erwartung, donde 'La mujer', víctima quizás de un ataque psicótico, torturó a voluntad a su amante, aquí representado por el mimo. Erwartung es una obra producto del universo romántico, su experimentalismo es consecuencia del intento de Schoenberg de capturar una experiencia subjetiva en música; en este esfuerzo por poner en escena lo subjetivo es fácil recurrir a la metáfora del héroe romántico como un carácter psicótico; el montaje de Giselle que el coreógrafo danés Mats Ek realizó en 1982 para el Nederlands Dans Theater es una prueba de la validez de este enfoque. Sin embargo, a pesar de la habilidad y destreza con que la soprano danesa Inga Nielsen sorteó los muchos escollos de la partitura, esta producción de Erwartung no pudo salir de la sombra de El castillo de Barba Azul, dejándonos con una sensación de algo mecánico en su puesta en escena, como si Willy Decker, exhausta su imaginación, hubiera reciclado las sobras de la primera producción, aquellas ideas que no encontraron acomodo en Bartók, para esta producción de Erwartung.
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