The Ice House´s Tales

Plutón se incorpora a The Planets

The LGM Golden Quartet
viernes, 19 de abril de 2002
Gustav Holst: 'The Planets', Op. 32, más 'Pluto, The Renewer' de Colin Matthews, y 'The Mystic Trumpeterer, Op. 18. Claire Rutter, soprano; Mujeres del Coro de la RSNO; Royal Schotish National Orchestra; David Lloyd-Jones, director. Eleanor Thomason, ingeniera de sonido. Andrew Walton. Producción de HNH International Ltd., 2002 Un disco compacto de 76 minutos de duración, grabado en 24 bits de resolución en el City Hall de Glasgow los días 17 y 18 de febrero de 2001. Naxos 8.555776
0,0002423 Cuando se cumplió medio siglo de la muerte de Holst, José Luis Pérez de Arteaga publicó El honorable colegial, un precioso artículo en el que recordaba que: "Mal había comenzado aquel año 1934, que sería aciago para la música inglesa: el 23 de febrero fallecía Sir Edward Elgar, y aunque Gustav Holst siempre había mantenido hacia el Dean de los creadores ingleses una actitud de distante respeto, la muerte del autor de las Variaciones Enigma le movió a escribir un obituario. Su propio estado de salud no era óptimo, y en mayo tenía que someterse a una operación, tendente a corregir la afección gastrointestinal, con una severa hemorragia interna, que había padecido el año anterior: poco podía imaginar que el 25 de mayo, dos días después de la intervención quirúrgica, seguiría el mismo itinerario que Elgar. Sólo dos semanas después, el 10 de junio, moría Frederick Delius, otro de los puntales del renacimiento musical inglés en el cambio de siglo. Tampoco había cultivado Holst, bien distante en lo espiritual, la amistad de Delius, aunque apreciaba su música, pues bien conocida era su preocupación por estar al día y conocer el quehacer de sus colegas."El honorable colegial es, con toda certeza, un adecuado calificativo para quien, con sus heterodoxos métodos, el más influyente profesor de composición en la Inglaterra de entreguerras. Gustav Holst (Cheltenham, 21 de septiembre de 1874; Londres, 25 de mayo de 1934) nunca fue Sir por decisión propia, pues rehusó la Orden del Imperio Británico y todo cuanto honor y condecoración le fue concedida. "Sólo dos manifestaciones alteraron la firmeza de las convicciones de Holst, la concesión en 1930 de la medalla de oro de la Royal Philharmonic Society, cuya tradición histórica era demasiado señera para ser ignorada, y el ofrecimiento del doctorado por la Universidad americana de Yale; con motivo de este último acto, Holst hizo una de las manifestaciones más propias de su temperamento: El mayor honor que el mundo puede dar a una persona es la compañía de hombres honorables", recuerda Pérez de Arteaga.Gustav Holst fue un extraordinario profesor, un intelectual de amplísima cultura filosófica y lingüística, competente traductor del sánscrito y ciudadano ejemplar que, en pleno auge de los fascismos europeos, no se cortaba en decir en voz bien alta que "la estupidez es el mayor de los crímenes" y la causa de la mayor parte del resto. Además de eso, que no es poco, Holst fue uno de los compositores más originales de su época, no siempre bien comprendido puesto que "sus contemporáneos consideraron el diestro contrapunto de sus últimas obras demasiado cerebral, y tamnbién se sintieron desconcertados por la austeridad de su armonía bitonal, pero sobre todo por la economía de su escritura: durante el primer cuarto del siglo XX la mayoría de los compositores ingleses todavía necesitaban un pasaje-puente para cambiar de una idea a otra, y, además, tenían que preparar la cadencia final. Holst pasaba directamente de una idea a la otra, y una vez dicho lo que pretendía, paraba en seco. Es esta economía de la escritura lo que más ha podido influir en las siguientes generaciones de compositores ingleses. [...] Tippett ha sido influenciado por la vitalidad de su contrapunto y Britten reconocía su perdurable deuda con el ir al grano de Holst", escribe su hijo Imogen Holst en The New Grove Dictionary.The Mystic Trumpeter, Op. 18, es una escena para soprano y orquesta sobre el poema homónimo de Walt Whitman, tercero del canto Del mediodía a la noche estrellada de Hojas de hierba. Holst terminó la orquestación en 1905 y la revisó en 1912, pero nunca la publicó ni permitió su interpretación pública a causa de su severísima autocrítica que le llevaba a llamar "horrores tempranos" a obras tan espléndidas como el Quinteto en la menor, Op. 3 (1896). The Mystic Trumpeter es estríctamente contemporánea de Madama Butterfly, Salome, Jenufa, La mer, y Miroirs.También lo es del descubrimiento de la radioactividad y de los cuatro grandes artículos de Alfred Einstein sobre la teoría especial de la relatividad, la equivalencia masa-energía, el movimiento browniano y la teoría de la naturaleza fotónica de la luz. Evidentemente, estos cuatro artículos de Einstein no tienen nada que ver con The Mystic Trumpeter, si los mencionamos es para ayudar a aclarar un error cronológico que se viene repitiendo con lamentable frecuencia en las publicaciones musicales españolas: la supuesta contemporaneidad de la teoría de la relatividad y las Tres piezas para piano, Op. 11 (1908) de Arnold Schönberg. Falsa coincidencia cronológica de la que José Luis Téllez y otros ignorantes concluyen una no menos falsa coincidencia epistemológica.The Mystic Trumpeter sí coincide con la fascinación del momento por la música de Wagner, a la que da pie el poema de Withman: "¡Toca otra vez, trompetista!, y a mis ojos sensitivos tráeles las antiguas pompas, muéstrales el mundo feudal. ¡Qué hechizo crea tu música! Haces desfilar ante mi damas y caballeros muertos hace mucho tiempo, los barones están en las salas de sus castillos, los trovadores cantan, caballeros armados salen a enderezar entuertos, algunos en busca del Santo Grial; ..." Imogen Holst y Colin Matthews publicaron la "escena" en 1979 y desde entonces es frecuentemente interpretada.Y si Einstein no tiene nada que ver con Schönberg, Holst sí que tiene que ver, y mucho, desde que en 1914 escuchó las Cinco piezas para orquesta, Op. 16 (1909), de Schönberg, cuando estaba trabajando en una suite que, entonces, decidió llamar Siete piezas para gran orquesta. Posiblemente, como señala Colin Matthews en el texto del folleto que acompaña a este compacto, sean Debussy y Schönberg los dos compositores que más han influido en las estrategias armónicas y formales de The Planets, Op. 32 (1913-1917), la obra más popular de Holst, estrenada el 29 de septiembre de 1918 por la Queen's Hall Orchestra bajo la dirección de Sir Adrian Boult. La partitura se publicó en 1921.La fonografía de The Planets es inmensa, el propio Holst la dirigió en dos ocasiones a la London Symphony Orchestra en el estudio de grabación: en septiembre de 1922 grabó 'Jupiter', que se editó inmediatamente, y los otros seis movimientos los grabó entre agosto y noviembre de 1923. Esta grabación acústica quedó rápidamente obsoleta al surgir las grabaciones eléctricas, por lo que en 1926, la LSO y Holst regresaron al estudio para grabar una nueva versión de The Planets. En nuestra biblioteca sólo disponemos de la primera, en la edición digital que publicó Pearl en 1990. El nervioso Holst era un buen director muy interesado en la nitidez de los planos sonoros y consciente de las limitaciones dinámicas de los sistemas acústicos de grabación. En su misma línea interpretativa está las soberbias grabaciones de su amigo Sir Adrian Boult con la BBC Symphony Orchestra (1945) y con la London Philharmonic Orchestra (1979) y la brillantísima versión de André Previn con la LSO y The Ambrosian Singers (1974) que nos parece la más hermosa de las que conocemos y gozó de una fastuosa grabación.David Lloyd-Jones sigue esta misma tradición interpretativa en su grabación de la edición de The Planets revisada por Colin Matthews y publicada por Faber Music en 1979, que corrige numerosos errores acumulados en las cinco ediciones aparecidas entre 1921 y 1971 y aporta las anotaciones de Holst en el ejemplar de la primera edición que utilizó en sus dos grabaciones, así como las de Sir Adrian Boult tras sus consultas con el compositor. Más que suficiente para justificar la adquisición de esta magnífica interpretación de Lloyd-Jones, que contó con la asesoría de Matthews, autor de Plutón, un planeta de cuya existencia no se tennía noticia cuando falleció Hoslt. Por una curiosa casualidad, el día del estreno de Plutón, este planeta "renovador" estaba en fase con "el místico Neptuno", el séptimo planeta de Holst.En 1985, Ernst Eulenburg publicó la partitura de bolsillo de la edición revisada de The Planets. Esta versión económica (nuestro ejemplar costó 12.95 Libras) lleva una interesantísima introducción de Colin Matthews de la que hemos tomado mucha información.
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