Discos

Ignota Viena barroca

Raúl González Arévalo
martes, 20 de marzo de 2018
Arias for Silvio Garghetti. The Habsburg Star Tenor. Arias de Johann Joseph Fux (“Vola già di lido in lido” de Julio Ascanio, Re d’Alba; “Non è il sol che col raggio vitale” de Dafne in Lauro; “So che d’aquila è costume” de Pulcheria), Marc Antonio Ziani (“Chi piacere altrui desia” de La Flora), Antonio Bononcini (“Per sentir di bassa frode” de Arminio; “Due numi del core” de La presa di Tebe), Giovanni Bononcini (“Il mio cor parla” de Proteo sul Reno; “Farò guerra a la terra” de Il fiore delle Eroine; “Ei già gode più sereno” de Il ritorno di Giulio Cesare), Antonio Caldara (“Nelle membra lacerate” de La verità nell’inganno), Francesco Conti (“Di mia gloria il vanto e’l fasto” de Alba Cornelia; “Ardo anch’io ne son bastanti” de Amore in Tessaglia; “Se al mio braccio togliesti quel brando” de Il finto policare), emperador José I (“Più d’ogni stella” de La Flora). Markus Miesenberger, tenor. Neue Wiener Hofkapelle. Un CD (DDD) de 62 minutos de duración . Grabado en el Agustiner Chorherrenstift St, Florian, Altomontesaal (Austria) del 20 al 23 de febrero de 2017. PANCLASSICS PC 10372. Distribuidor en España: Semele.
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De los grandes centros de la música barroca Viena es a buen seguro el más desconocido. Conocemos bien los compositores, los intérpretes y las obras que causaron furor en toda Italia, pero también en Londres, París o Dresde. Salvo la capital francesa, por las características del contexto musical concreto, en los demás triunfó la ópera italiana, cuyo lenguaje compartido funcionaba a modo de koiné.

La capital de los Habsburgo no fue ajena a esta cultura musical. Sin embargo, a principios del siglo XVIII todavía no había alcanzado la posición que la encumbraría a lo largo de la centuria como capital europea de la música gracias a la presencia de grandes compositores –de Mozart a Salieri pasando por Martín y Soler y Cimarosa–, cantantes y estrenos. De ahí que la mayoría de los nombres suenen, con Fux y Bononcini a la cabeza, y sobre todos se destaque Caldara, cuyas obras vienesas ya fueron el hilo conductor de un recital protagonizado por Philippe Jaroussky (Virgin 2010).

Por otra parte, entre las voces barrocas agudas, la de tenor era la menos utilizada y por lo tanto es la menos conocida, frente a la literatura y las grabaciones protagonizadas por sopranos, mezzos y contratenores. Pero no deja de ser destinataria de páginas de gran calidad, belleza y dificultad. Abrió la veda discográfica Ernesto Palacio con su Re ed eroi di Pietro Metastasio (Arkadia 1993). En 2010 el finlandés Topi Lehtipuu se centró en las arias para tenor de Antonio Vivaldi (Naïve) y ese mismo año el británico Ian Bostridge publicaba con Emi un disco con arias compuestas para Francesco Borosini, Annibale Po Fabri y John Beard por Handel, Vivaldi, Conti y Caldara entre otros.

Los dos últimos precisamente comparecen en este nuevo disco en el que el tenor austriaco Markus Miesenberger canta arias compuestas para Silvio Garghetti, a quien define como The Habsburg Star Tenor. El propio intérprete explica en las notas introductorias sus investigaciones para identificar esta música, así como la importancia del tenor italiano en la corte de Viena para concluir que era, como lo presenta, el tenor estelar de los Habsburgo. Pero llama la atención, más allá de las escasas noticias que parecen haber subsistido sobre la vida particular y la carrera del intérprete, que no se cite la coincidencia en los escenarios austriacos con otros dos tenores cuyo estrellato está fuera de toda duda: Antonio Borosini, destinatario de música de Steffani y Caldara, y su hijo, el ya citado Francesco, que estrenó obras de Handel, Fux, Caldara y Bononcini: no por casualidad los tres últimos comparecen también en este disco. Resulta difícil pensar que no se estableció algún tipo de rivalidad entre ellos.

Comoquiera que fuera, las arias escogidas presentan una considerable dificultad técnica. El registro agudo no está muy solicitado y se requiere un centro robusto, así como gran agilidad. Las arias de bravura con frecuencia tienen aires marciales, con trompetas y otros metales redoblando o batiéndose con la voz.

Sin duda, Miesenberger las ha trabajado a fondo y ha escogido bien el material de presentación, variado y alterno. El reparo proviene más bien de que, más allá de la escucha interesada e interesante, resulta evidente que los compositores no son genios del barroco, aunque sí buenos o muy buenos músicos. Destacan en particular Caldara, de quien ya he comentado la necesidad de recuperar su obra seriamente y cuya aria presenta muy buena factura, y Giovanni Bononcini (más que su hermano Antonio), rival de Handel en Londres y de quien basta escuchar la selección de su Griselda grabada por Sutherland y Bonynge (Decca 1967) para apreciar inmediatamente su calidad. Francesco Conti es quien más atención recibe, con cuatro arias, pero no concita mayor interés que los dos compositores apenas citados. La presencia del emperador José I no pasa de ser una curiosidad agradable. De cualquier modo, entre todos ofrecen un fresco bastante detallado de la realidad musical vienesa en las dos primeras décadas del siglo XVIII.

La voz de Miesenberger suena más mate que brillante, en el centro y en los agudos, pero la tesitura y las agilidades no plantean dificultad aparente. La pronunciación es buena, aunque no excelente. La coloratura está ligada, con algunos sonidos un tanto aspirados, como es propio de la escuela germana, aunque no presenta una técnica que permita una interpretación y variaciones impactantes. Sí exhibe, al menos, un buen legato en las arias lentas como la de Ziani.

El acompañamiento orquestal no es para tirar cohetes. La Neue Wienner Hofkapelle se desempeña honestamente pero sin brillantez. El conjunto es demasiado reducido (dos violines, una viola, un cello, un contrabajo, una trompeta, un laúd, un clavicémbalo) para hacer justicia a la instrumentación de las óperas seleccionadas, aunque la agrupación original tampoco fuera muy extensa. Buen intento, a la espera de futuros desarrollos.

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