España - Andalucía
«33 sueños» de ensueño y fascinación
José-Luis López López

La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía creó, en 2002, el Curso de Análisis Musical y Composición, en colaboración con el Conservatorio Superior de Música «Manuel Castillo» de Sevilla y el Conservatorio Profesional de Música «Manuel de Falla» de Cádiz. Desde su inicio, ha actuado como grupo residente el Ensemble de Música Contemporánea Taller Sonoro, de reconocido prestigio nacional e internacional. A partir de 2003, el Curso nombra, como director, cada año un compositor o compositora, de España o del extranjero, del máximo nivel en el campo de la música de hoy. Así, el primero fue Antón García Abril, y le han seguido, entre los españoles, diversos Premios Nacionales, categoría de Composición, como J. Mª Sánchez-Verdú, D. del Puerto, J. Rueda, M. Sotelo, C. Camarero, Elena Mendoza o A. Aracil; así como premiados con importantes galardones internacionales (J. Álvarez, M. Matalón, H. Vaggione, L. Brouwer…).
El director elegido este año es el puertorriqueño Roberto Sierra (Vega Baja, 1953), que estudió en su país y en Europa (de 1979 a 1982, Hochschule für Musik in Hamburg, donde fue discípulo de György Ligeti, de quien recibió grandes elogios: en su última visita, Sierra interpretó para él sus Piezas Imaginarias y el húngaro le dijo que era «música del más alto nivel en la tradición de la música occidental para piano»). Ha recibido numerosos premios, como el de la American Academy of Arts and Letters, o el Tomás Luis de Victoria de la SGAE; compositor residente en varias Orquestas Sinfónicas norteamericanas; elegido en 2010 miembro de la American Academy of Arts and Sciences, histórica institución fundada en 1780 en Cambridge, Massachusetts, por John Adams. Autor de numerosísimas obras, su Missa Latina (pro Pace) de 2006, ha sido comparada en el War Requiem de Benjamin Britten. Es Profesor de la Cornwell University de Ithaca, New York. Nominado a los premios Grammy por varias de sus obras.
Javier Povedano, nacido en Córdoba en 1990, comenzó sus estudios musicales como clarinetista en su ciudad natal. Obtiene el Título superior de clarinete en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Con este instrumento ha ganado múltiples concursos de música de cámara en todo el territorio europeo, ha pertenecido a diversas Orquestas españolas y realizado varias grabaciones. Desde luego, no está prohibido practicar variadas disciplinas musicales. Sus éxitos con el clarinete y como director de pequeñas agrupaciones se explican porque Povedano es un músico de amplias miras. Ahora bien: después de escucharlo en estos 33 Poemas para barítono y piano, opinamos que si quiere alcanzar la excelencia en su más alto grado, debe optar, primordialmente, por su desarrollo como cantante. Se formó desde 2012 como barítono en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Concluyó su preparación básica en 2016 bajo la tutela de Sara Matarranz. Actualmente continúa sus estudios de forma independiente con Juan Lomba y Jorge Robaina. Ha recibido clases magistrales de figuras de referencia como Axel Bauni, Helmut Deutsch, Carlos Chausson, Carlos Aransay, Giulio Zappa o Alberto Zedda (1928-2017). Seleccionado por el Ópera Estudio de Tenerife para interpretar a Bartolo y Antonio en el Festival de Ópera de 2015, y en el Teatro Comunale di Bologna en 2016. Posteriormente, ha interpretado papeles, si no protagonistas, importantes como solista en Dido y Eneas, Rinaldo, Carmen, la cantata Dulcinea de Lorenzo Palomo (estreno mundial), Los Cuentos de Hoffmann, Bastián y Bastiana, etc., en teatros españoles (incluido el Teatro Real) y de Europa, así como en XVIII Ciclo de Lied de Santiago de Compostela (Honegger y Poulenc). Creemos que un artista, aunque sea tan versátil, debería, por sí mismo y, sobre todo, por sus receptores, cultivar con preferencia la faceta para la que está más dotado. Y esta, a nuestro juicio, es el canto: tanto por lo ya demostrado como por las soberbias posibilidades que tiene por delante.
Por su parte, Juan Carlos Garvayo (Motril, Granada, 1969) es uno de los más activos y polifacéticos pianistas españoles de la actualidad. Como solista y como miembro del Trío Arbós (Premio Nacional de Interpretación en 2013) actúa regularmente en las principales salas y festivales de todo el mundo. Medalla de oro de su ciudad natal, Motril, en 2017. Su interés por la música de hoy le ha llevado a estrenar más de un centenar de obras, muchas de ellas dedicadas a él, y a trabajar con compositores como H. W. Henze, P. Dusapin, J. Harvey, G. Benjamin, T. Hosokawa, C. Halffter, S. Sciarrino, Luis de Pablo, Beat Furrer... Ha grabado, como solista la mayor parte de las veces, y también con el Trío Arbós, casi medio centenar de CDs y, recientemente, un DVD, Siempre/Todavía, ópera sin voces de A. Aracil y A. Corazón. Apasionado bibliófilo, músico de gran cultura, ha publicado un poemario, 33 Sueños (Granada, Ed. Nazarí, 2015), interpretado en el presente concierto, con música de Roberto Sierra, voz de Javier Povedano, barítono, y el propio Garvayo al piano.
Salvo para los no conocedores de la música contemporánea, la mención del compositor Roberto Sierra y del pianista Juan Carlos Garvayo es meramente recordatoria: son ya, sin ninguna duda, «clásicos» de nuestro tiempo. No es de extrañar, por tanto, que se encontraran hace ya bastantes años y que congeniaran artística y personalmente. En una entrevista reciente en El Compositor Habla, Sierra comenta: «Juan Carlos es un gran pianista y músico verdaderamente excepcional; además, es una gran persona y un amigo entrañable. Mi obra para piano de los últimos años ha sido estimulada por él. Su grabación Boleros y Montunos [sello IBS Classical] es excepcional desde el punto de vista pianístico». Y añade: «el presente estreno absoluto es un ciclo de 34 canciones (los 33 Sueños y el Proemio). Tan pronto recibí el libro con los poemas decidí que quería componer el ciclo [pese a que el piano no ha sido el instrumento más cultivado en el catálogo del compositor puertorriqueño]. A mí me interesa mucho el mundo de los sueños y el tema de la memoria. Creo que son poemas maravillosos, y espero haberles hecho justicia con mi música».
Y si a eso se le añade el misterio de la unión del azar y la necesidad (como señaló, en la obra del mismo título, el Premio Nobel de 1965 Jacques Monod, aunque la raigambre de la formulación del enigma se remonta a Demócrito, siglos V-IV a.C.), tenemos que preguntarnos: ¿de dónde ha salido el barítono Javier Povedano? Pues ese fascinante, onírico, poemario, y esa música (en la que, en palabras de Sierra, «cada poema, como sucede con los sueños, es en un espacio único, a veces trayendo aspectos de algo soñado anteriormente. Mis canciones siguen este patrón. A pesar de que uso un sistema bastante estricto en lo que a la organización de las notas se refiere, quise que cada canción se sintiera libre, caprichosa, como si saliera del id») necesitaban alguien que los cantara, con toda la intrincada fidelidad que requieren. Y ese alguien fue, como milagroso anillo al dedo, un joven cantante cordobés… El azar y la necesidad… Baste con decir que Juan Carlos Garvayo se «encontró» con Povedano, a quien antes no conocía. E hicieron una prueba, un ensayo. Y Juan Carlos dijo, con toda su sabiduría, algo así como «muy pocos cantantes pueden interpretar, con tal precisión y perfección, una música como esta».
Así fue el principio… Las creaciones de Roberto Sierra para Juan Carlos Garvayo constituyen ejemplos exquisitos de su increíble logro al sintetizar ritmo y color caribeños con procedimientos de la vanguardia, ello con la naturalidad que sólo alcanza aquello que es auténtico. Como declara el pianista y, en este caso, autor del texto, «creo que, en el fondo, los intérpretes amamos esa música que nos hubiera gustado componer a nosotros mismos; ese es al menos el caso de mi relación con la música de Roberto Sierra. El transcurso de la amistad antigua que me une a este gran compositor puertorriqueño se ha visto jalonado por numerosas obras para piano y para trío (incluyendo un triple concierto con orquesta) de las cuales he sido privilegiado primer intérprete. En esta ocasión el privilegio y la satisfacción son enormes, ya que Roberto ha decidido “musicar” mi otra faceta no tan conocida, la de poeta. Nunca pensé que los 34 poemas de 33 Sueños pudieran “sonar” en la prodigiosa manera que Roberto los ha concebido. La música se encarna en el texto de una manera tan fluida y natural que parece que todo hubiera sido concebido en un único acto de creación». En efecto: el puertorriqueño aspira a la más plena comunicación, que le lleva a integrar tradición, folclore y modernidad en un estilo muy personal, difícil y al mismo tiempo asequible para el oyente atento. Así, el «aperitivo» del Programa de este concierto consistió en una selección de piezas exclusivamente pianísticas, que Garvayo interpretó con una elegante y delicadísima sensibilidad: los Boleros II, “Doloroso”, y VII, “Tierno”, así como el Montuno III, “Como congas” (contenidos en el CD más arriba citado, dedicado al pianista). Los Boleros poseen un exquisito y conmovedor lirismo, que contrasta fuertemente con el vigoroso Montuno, pletórico de ritmo y de modernidad, abundante en disonancias, clusters y glissandi. Acabó este inicio con otra sugerente obra, del mismo disco, Introducción, Canción y Descarga.
Y llegamos al centro y principal motivo de la velada: los 33 Sueños para barítono y piano sobre poemas de Juan Carlos Garvayo. Quien esto escribe se honra con la amistad del pianista, a quien conoció en el por desdicha desaparecido Festival de Música Contemporánea de Alicante, de imborrable recuerdo. Por tanto, se hizo con el poemario (que, aunque no sea coleccionista de autógrafos, ahora guarda como un tesoro, con una preciosa dedicatoria de su autor), el cual le fue muy útil para seguir el contenido de sus textos. El ciclo consta de 34 poemas en verso libre [el introductorio es el Proemio (invocación)] de variada extensión (entre 22 versos el Sueño I y un solo verso el Sueño XVII) y, en algunas ocasiones, precedidos por un antetítulo no cantable, latino, coránico, sufí, geográfico, personal…, que denotan, como los propios poemas, una hondísima espiritualidad no dogmática, poética, onírica, esotérica, de abismal ternura, transmisora de paz, esa paz que tanto necesitamos… Con una extensión de unos 54 minutos, multiplica su sentido mediante la música de Sierra que, con un estilo vocal de base, entre canto y declamación, que nos acerca a lo mejor de la tradición de todos los tiempos (desde la Edad Media, el belcantismo, a los mejores Falla, Ohana, Ginastera o Villa-Lobos, sin faltar reminiscencias de lo jondo), con un acompañamiento extremadamente virtuosístico: fabuloso Garvayo, a veces doblando la voz, otras creando atmósferas íntimas o remotas, y siempre subrayando, comentando, las imágenes «irreales», pero tan cercanas, de los poemas
Comunión entre música, texto y pianismo de dos de los «grandes» de nuestra época. Pero ¿qué ocurre con el canto? Ante nuestro conmocionado asombro, un joven barítono, casi desconocido para la mayoría de los melómanos, llevó a cabo una interpretación espléndida, maravillosa, inolvidable, de una obra intensa, poliédrica, diabólicamente difícil. Javier Povedano posee una voz privilegiada, rica en registros dinámicos y tímbricos. Dominador del fraseo hasta límites insospechados, todo lo que hizo en este recital le salió completamente natural, como si no se esforzara en absoluto, sin la más leve rigidez. Y eso que 33 Sueños es, en cuanto a la técnica y la sensibilidad que exige de la voz, tan intrincada, onírica y cambiante como los poemas de Garvayo o los siete velos musicales que se entrelazan con ellos, y se convierten en hálitos (un juego de «dentro-fuera», donde «el centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna»), con el que Sierra da la réplica amorosa a las palabras: espiral dentro de la espiral. Traducido en términos habituales, ese diálogo sin principio ni fin (donde está todo fin y todo principio) obliga a la voz a danzar como un derviche giróvago: quiero decir, le exige todas las matizaciones, dinámicas (a veces se eleva, a veces susurra, a veces musita casi inaudiblemente), tímbricas (variaciones constantes de la altura), rítmicas y melódicas (pasar del son caribeño al Sprechgesang, del cante a compás al cuasi-silencio, de la Sprechstimme a la escala diatónica, de esta a la cromática…). Conteniendo la respiración, confesamos que fueron 54 minutos brevísimos…
Entonces sentimos el mensaje de que la comunión había sido completa, total: música, poesía, canto, pianismo, conmoción… Posteriormente, Povedano nos confesó cuánto le debe a su participación en la tercera edición de Ópera Estudio celebrada en Tenerife, para la que fue seleccionado recientemente entre 182 aspirantes, junto con el también barítono colombiano Jaime Pialli. «Todos los conocimientos que hemos adquirido se nos quedarán grabados a la hora de continuar nuestra carrera. Una experiencia muy intensa que nos está haciendo madurar vertiginosamente, musical, profesional y personalmente", señala. Muy bien, ese es el camino. Pero alguien debe decirle que si no lo prosigue habrá perdido la gran oportunidad de su vida; cosa que sentiríamos; pero no solo por él (que también), sino, egoístamente, por nosotros.
Recuerden este nombre: Javier Povedano. Y, como colofón, no nos privamos de hacer una propuesta (al sello Ibs Classical, por ejemplo): este estreno absoluto pide a gritos una grabación, con los mismos protagonistas. ¡Ya!
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