Ópera y Teatro musical

Grange Park Opera: Toilettes, picnics, Amelia y Renato

Agustín Blanco Bazán
martes, 31 de julio de 2018
Claire Rutter © 2018 by Robert Workman Claire Rutter © 2018 by Robert Workman
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La Grange Park Opera acaba de completar su segundo festival de verano en West Hornsey Place, la casa de la desdichada duquesa de Roxburghe cuya historia narré el año pasado. A la construcción de un magnífico teatro de ópera con un escenario exactamente ubicado sobre su tumba siguió este año la novedad de unas estupendas toilettes para damas y caballeros consistentes en dos enormes instalaciones circulares apodadas Lavatorium Rotundum. Los lectores sin experiencias personales en estos festivales ingleses consistentes en ópera con picnic en jardines señoriales, preferirán tal vez saltear una información de importancia vital para quienes se sientan a tomar y comer en el pasto durante un intervalo de una hora y media. Con excepción de Glyndebourne, estas casas de campo con teatro adyacente tienden a ofrecer pocas y pobrísimas facilidades de evacuación para las damas y caballeros que desesperadamente hacen largas colas mientras suena la campana que los conmina a volver a sus butacas. Particularmente dramático es el caso de las damas que en cubículos pequeños deben desabrochar su ropa de gala. Y también los hombres terminan haciendo cola para desahogar la acumulación líquida de té antes de la función con los vinos del intervalo. Claro está que sólo pude visitar el Lavatorium Rotundum de caballeros, decididamente una joya, cuyo único inconveniente es la posibilidad de seducir a sus usuarios a quedarse más tiempo de lo debido, regocijándose con el torrentes de agua de enormes canillas y el jabón perfumado que invitan a lavarse no sólo las manos. Razón de más pues, para que el nombre de los justamente orgullosos donantes de los toilettes figuraran en un lugar destacado del programa de mano, aparte de los donantes de cada personaje de cada ópera representada, porque Grange Park Opera es una empresa enteramente privada, y subvencionada por gente que le gusta ver su nombre escrito como mecenas de arte. 

El programa de este año consistió en el musical Oklahoma!, Romeo y Julieta (Gounod), y Un Ballo in Maschera, estas dos últimas con el concurso de la excelente orquesta de la English National Opera una institución hoy al borde de la muerte como resultado de malas políticas.

Mi asistencia a Ballo in Maschera me permitió apreciar el Renato de Roland Wood, el barítono que en mi crítica de la Tosca de Grange Park el año pasado caractericé como a la par de grandes barítonos británicos como Gerard Finley, Anthony Michaels-Moore o Simon Keenlyside. Ahora ha crecido a las alturas de un Leonard Warren, con un timbre similarmente cálido y ahumado y una dicción clarísima. Su Eri tu! fue una conmovedora expresión de dolor y resentimiento. ¡Qué suerte que las grandes casas internacionales no parecen haberlo descubierto! Gracias a ello quienes realmente saben de ópera y cantantes podrán seguir gozando de él a precios moderados. Y lo mismo ocurre con la extraordinaria Claire Rutter, que interpretó una Amelia al estilo de Tebaldi o Milanov, mientras las casas internacionales se la pasan persiguiendo a sopranos “del Este” de voz de trueno y pronunciación incomprensible. Menos feliz fue la elección para Riccardo de Vincenzo Constanzó, un tenor de excelente fraseo pero de timbre algo abierto y velado que se ahoga en el pasaje a los agudos. De cualquier manera, y aún con esta deficiencia, hubo un momento en el dúo de amor en el cual todos nos sentimos invadidos por esa energía mágica en que pareciera que la ópera se introduce por los poros hasta el corazón. Fue un momento antológico en la dirección orquestal de Gianlucca Marciano, que comenzó elevando el voltaje con una tensa alternativa aceleraciones y ralentandos para expresar la contradictoria ansiedad de los amantes hasta hacer pico a partir del Di' che m'ami  de Riccardo y el Ah va', Riccardo! de Amelia. A partir de allí la tensión dio paso a una plenitud arrolladora, indescriptible, sólo experimentable. Excelentes también la Ulrica de Elizabetha Fiorillo, y Tereza Gevorgyan como Oscar. 

Para este Ballo tradicional, americano y sin nombres suecos, Stephen Medcalf propuso una regie USA siglo XIX de la época de la Guerra Civil. Fue correcta, con algunos toques interesantes como por ejemplo el cuadro de Ulrica en una sesión estilo vudú haitiano. En un toque brillante de regie de personas, Riccardo sella su suerte cuando se burla de Ulrica besando los dientes de una calavera. Tal vez hubiera sido interesante explorar otros personajes con similar profundidad de percepción.

La Grange Park Opera presentará Porgy and Bess y Hansel y Gretel como nuevas producciones en el 2019. También repondrá su producción de Don Carlo.

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