Discos

Bruckner y Mahler, en sus albores (I)

Paco Yáñez
lunes, 26 de noviembre de 2018
Anton Bruckner: Missa Solemnis en si bemol WAB 29; Magnificat en si bemol mayor WAB 24; Tantum Ergo en si bemol mayor WAB 44. Johanna Winkel, soprano. Sophie Harmsen, mezzosoprano. Sebastian Kohlhepp, tenor. Ludwig Mittelhammer, barítono. RIAS Kammerchor. Akademie für Alte Musik Berlin. Łukasz Borowicz, director. Ruth Jarre y Paul Smaczny, productores ejecutivos. Henri Thaon, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 47:06 minutos de duración grabado en la Konzerthaus de Berlín (Alemania), en junio de 2017. Accentus ACC 30429. Distribuidor en España: Música Directa.
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Seguimos atentos a las novedades del sello alemán Accentus, y nos fijamos esta semana en sendos lanzamientos que nos conducen a los albores musicales de dos figuras principales en la composición de aquel Imperio Austrohúngaro que tal mes como en el que estamos, hace ahora cien años, vivía el comienzo de su ocaso y desmembramiento, con el final de la Primera Guerra Mundial; conflicto que ni Anton Bruckner ni Gustav Mahler llegaron a conocer, por más que tanto se estile el sambenito de que las sinfonías del segundo suponen un presagio de los conflictos bélicos y raciales del siglo XX.

Pero vayamos antes, siguiendo un orden estrictamente cronológico, con lo que es toda una novedad: la primera grabación mundial de la edición Urtext del año 2016 a cargo de Benjamin-Gunnar Cohrs de la Missa Solemnis en si bemol WAB 29 (1854) de Anton Bruckner (Ansfelden, 1824 - Viena, 1896), en interpretación de la soprano Johanna Winkel, la mezzosoprano Sophie Harmsen, el tenor Sebastian Kohlhepp y el barítono Ludwig Mittelhammer, junto con el RIAS Kammerchor y la Akademie für Alte Musik Berlin, todos ellos bajo la batuta del director polaco Łukasz Borowicz. Estamos ante lo que el propio Benjamin-Gunnar Cohrs (director editorial de la Anton Bruckner Urtext Complete Edition) denomina como la culminación del trabajo creativo de Anton Bruckner en Sankt Florian, comprendiendo en éste toda su etapa formativa y de aprendizaje desde que en julio de 1837 el compositor entrase en el monasterio austriaco con tan sólo doce años. De hecho, en el año del estreno de la obra, 1854, Bruckner comienza a abandonar progresivamente el propio Sankt Florian, una sede que deja en 1855 en pos de Linz (como organista) y Viena (como profesor y compositor).

Del mismo modo, Benjamin-Gunnar Cohrs destaca la enorme importancia de la música sacra en el catálogo bruckneriano; a pesar de que han sido sus sinfonías las obras que más lo han popularizado, si bien éstas representan únicamente once piezas en un total de ciento setenta que incluye la obra completa del compositor (incluidas cinco misas); partituras de las cuales, aproximadamente, cincuenta fueron escritas en los años de Sankt Florian: una catalogación que Cohrs, en todo caso, dice está en proceso desde que se pudo comenzar el estudio sistemático de los manuscritos originales custodiados en los archivos del monasterio. Para un mayor conocimiento de estas cuestiones, quien desee profundizar en la evolución de la música sacra bruckneriana, en sus planteamientos y finalidad, encontrará un texto revelador en las notas del propio Benjamin-Gunnar Cohrs para este compacto del sello Accentus: estupendas y tan necesarias para desentrañar una música que, según Cohrs, Leopold Nowak desatendió en sus sucesivas ediciones de las partituras de Bruckner, algo que pretende reparar la extensa reedición de los originales brucknerianos en sus ediciones Urtext.

Centrándonos ya en la propuesta recogida en este compacto, ésta se enmarca en un proyecto del RIAS Kammerchor para registrar las partituras sacras menos conocidas en el catálogo coral de Anton Bruckner, siguiendo las nuevas ediciones preparadas entre 2016 y 2017 por Benjamin-Gunnar Cohrs. De esto modo, no sólo nos encontramos con una voluntad de dotar de la mayor precisión histórica a las partituras originales, sino que la interpretación se pretende, asimismo, históricamente informada al contar con una orquesta con instrumentos, aquí, de mediados del siglo XIX: la estupenda Akademie für Alte Musik Berlin, una formación a la que recientemente escuchamos, también en Accentus (ACC 30356), una versión no menos sobresaliente de otra página prácticamente coetánea: el Elias (1846) mendelssohniano. De nuevo, y como en aquel Elias, estamos ante el resultado de un exhaustivo trabajo de investigación, tanto en el texto como en la más correcta disposición de orquesta y coro para dar fe de lo escuchado en su día en Sankt Florian; de ahí, que en la reconstrucción de la secuencia litúrgica original en la que esta Missa Solemnis fue tocada el 14 de septiembre de 1854 se hayan insertado partituras de otros tres compositores a modo de apéndices dentro de la misa y en su final, además de otras dos piezas brucknerianas; respectivamente, "Christus factus est" Graduale en fa menor KolF 87/14 (1830), de Robert Führer (1807-1861); "Magna et mirabilia" Offerturium en si bemol mayor IHV 108 (1828), de Joseph Eybler (1765-1846); Te Deum en re mayor opus 45 (1844), de Johann Baptist Gänsbacher (1778-1844); y "Tantum Ergo" Sakramentslied en si bemol mayor WAB 44 (1852) y Magnificat en si bemol mayor WAB 24 (1852), del propio Bruckner.

El resultado es una construcción de una gran belleza, cargada, cómo no, de ecos de la gran Missa Solemnis del repertorio tradicional: la de un Beethoven que no deja de gravitar como inspiración estética y formal sobre la página bruckneriana, así como las improntas clásicas y románticas de Haydn, Mozart y Schubert, si bien el camino hacia la colosal Misa Nº3 en Fa menor (1867-68) está ya perfectamente señalado en esta Missa Solemnis cuya construcción en incipientes bloques (algo de factura tan bruckneriana) apunta hacia los desarrollos y plena afirmación estética futura del compositor de Ansfelden. No es tan monumental y arrolladora la fuerza de esta página como lo serán las últimas misas brucknerianas, pero no deja de ser curioso escuchar cómo el Bruckner de los años cincuenta del siglo XIX se encuentra en ese disparadero entre anclarse a las formas canónicas y encontrar un camino propio, por lo que cierta 'bisoñez' aún se escucha y diría que se disfruta como oportunidad de penetrar en los sucesivos estadios del pensamiento del compositor, en una obra, como todas las por él firmadas, de gran aliento espiritual y una profesión de fe incondicional, militante.

Por lo que a la discografía de la obra se refiere, se suma este registro de la Missa Solemnis al único hasta ahora disponible (de forma independiente) en disco compacto, el publicado por el sello Virgin (5 61501 2) con la Bamberger Symphoniker y su coro bajo la batuta de Karl Anton Rickenbacher. De todos modos, se trata de dos aproximaciones muy distintas, con una voluntad más filológica e historicista en el caso de la edición de Accentus que hoy nos ocupa: referencial, a todos los niveles, bajo la batuta de un muy preciso y enérgico Łukasz Borowicz, maestro al que apenas conocía, pero que deja apuntes muy interesantes en este registro que esperamos tenga continuidad. La excelencia instrumental de la Akademie für Alte Musik es impresionante en cada número de la obra, con una mención muy especial para una cuerda poderosísima, con su habitual punto de rugosidad tan expresivo. Mientras, el coro de la RIAS pone el punto más alto de unas versiones que se disfrutan de principio a fin, con sus diferentes ambientes y ecos en cada partitura aquí compendiada, ya sean los más inequívocos del clasicismo, ya del Bruckner que en la Missa Solemnis porta embrionariamente lo que será el inmenso compositor de sus grandes piezas corales.

Por lo que a la grabación se refiere, ésta es, como las interpretaciones, soberbia a todos los niveles, lo mismo que la edición del compacto, muy cuidada y con las notas varias veces referidas a cargo de toda una autoridad en la materia como Benjamin-Gunnar Cohrs, por lo que estamos ante un lanzamiento que se recomienda por sí solo; de un modo especial, para los que somos incondicionales de un Anton Bruckner que por medio de ediciones tan interesantes como ésta conocemos un poco mejor desde los que fueron sus albores musicales, pues recordemos que cuando en Sankt Florian el compositor estrenó su Missa Solemnis aún faltaba casi una década para que Bruckner comenzase la que fue primera de sus sinfonías, la Studiensinfonie del año 1863.

Este compacto ha sido enviado para su recensión por Accentus 

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