España - Andalucía
Ingenio y tragedia
Pedro Coco
Si bien la temporada pasada no se programó ninguno de los títulos que Pedro Halffter solía incluir con la etiqueta de “estreno en España” y que siempre -a excepción de las obras de Manuel García- han pertenecido al siglo XX (Busoni, Adams, Zemlinsky, etc.), esta volvió a aparecer en cartel un título de la serie: El dictador, muy breve, que se presentaba acompañado de El emperador de la Atlántida, ópera que el mismo director se encargó de revisar y reorquestar para su estreno en el Teatro Real hace ahora dos años y medio. Es por tanto una lectura personal abierta a discusión, con un plantel orquestal que supera con creces en número al que ideó Ullmann para el estreno, y que además se completaba con dos piezas que servían de bisagra a las dos óperas en programa, inspiradas en obras de Ullmann y de la mano del mismo director musical. Con una lectura quizás más amable de lo que se precisaría por el contexto histórico y artístico, este cuidó especialmente el equilibrio entre foso -espléndido sonido el de la implicada Sinfónica de Sevilla- y escena, algo fundamental dadas las circunstancias comentadas.
Muy bien seleccionado el elenco, donde destacó por sus tablas, su control técnico y una entrega total el barítono Martin Gantner, ya para nuestro deleite habitual de este teatro. A su lado, la que también fue su pareja artística en el Kandaules sobre el mismo escenario alguna temporada atrás: Nicola Beller Carbone. En repertorio del siglo XX encuentra la soprano sus mejores papeles por intención, talento y desenvoltura escénica. Natalia Labourdette, la otra voz femenina del reparto, con un instrumento luminoso, flexible y bien dominado, consiguió un merecido éxito. También fue reconocida la labor de las otras tres voces españolas presentes en este programa doble: los muy adecuados en sus roles José Luis Sola y Vicente Ombuena Valls y el estupendo barítono David Lagares, dinámico Altoparlante.
Esta vez, con producción propia en el caso de la primera ópera, y en colaboración con Madrid y Valencia en el de la segunda, la dirección de escena recayó en Rafael R. Villalobos. Este joven director sevillano se presentaba finalmente en el teatro que le abrió el apetito operístico firmando una producción de El dictador llena de ingenio y mucho talento; supo bien interpretar la universalidad de una figura como la del protagonista, haciéndola a su vez actual e intemporal, con un estudiado y dinámico juego de actores. Resultó además una propuesta muy atractiva visualmente, al igual que la de la posterior obra en cartel, que se presentó sin intermedio y firmaría con gran poesía en su estreno el ya fallecido Gustavo Tambascio.
Comentarios