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La Fura Imperatrix Mundi

Ainhoa Uria
jueves, 24 de enero de 2019
Carmina Burana © 2019 by E.Moreno Esquibel/Teatro Arriaga Carmina Burana © 2019 by E.Moreno Esquibel/Teatro Arriaga
Bilbao, sábado, 8 de diciembre de 2018. Teatro Arriaga. Carmina Burana, cantata escénica con música de Carl Orff y César Belda basado en una serie de poemas de un manuscrito medieval. La Fura dels Baus. Estreno el 8 de junio de 1937 en Alte Oper de Frankfurt. Soprano: Amparo Navarro, Contratenor: Lluís Frigola, Barítonos: Carles Daza, Antonio Torres y Gabriel Blanco, Actriz: Luca Espinosa, Solistas de la introducción: María González Moral, Juana Molinero, Patricia Medina, Begoña Gómez, Sara Rapado, Alma Campón, y Mónica Redondo. Cover soprano: María González-Moral y Mónica Redondo. Cover contratenor: Juan Carlos Coronel. Cover barítono: Jacobo Rubianes. Pianos: Omar Jonatás Sánchez Mártil, Natalia Belenova y Leonardo Milanés. Flautas. Inés Fernández y Yolanda Ortega. Contrabajo: Jordi Boltés. Timbales: Javier Carralero. Percusión: Fernando Calonge, Francisco Rodríguez, Alba Morejón, Jaime Seves, María Viñas Cebrecos y Paula Piñero. Sopranos: María gonzález-Moral, Ana pilar Díaz-Parreño, Virginia Esteban, Lucía Baños, Lucía Pernía, Juana Molinero, Patricia Medina, Sara Navacerrada. Mezzos: Begoña Gómez, Sara Rapado, Alma Campón, Laura Fernández, Mónica Redondo, Tenores: Juan Carlos Coronel, Mario Méndez, Javier Díez, Eduardo Pérez, Julio Fernández, Juan Francisco Toboso. Barítonos: Alejandro Guillén, Jacobo Rubianes, Adrian sáoz, Pedro Oliva, Jorge Martín. Orquesta y Coro: CB Creatives, Director Musical asistente. Julio Awad. Bailarinas: Grabriella de Alteriis, Kateryna Humenyuk, María Redondo, Kerly Marlen Bravo, Lucía Estévez, Mireia Ruiz, Teresa Santos, Cristina Manso. Producción: Som Produce y Agencia Camera, Producción ejecutiva: Francesc Prat y Juanjo Rivero, Gerencia de compañía: Ana Barroso, Gerencia de orquesta y coro: Daniel Dimas y Chemati Bello, Dirección técnica: Javier Ortiz y Daniel Cuenca, Iluminación: Ernesto Porcar Sorribes, Sonido: Adrián Galones y James William Woods, Video: María Martín y Anibal Duarte, Regiduría: Diana García, Sastrería: Isabel Povedano, Peluquería y maquillaje: Mª Eugenia Sainz, Proveedor de material audiovisual: Proyect-Arte. Dramaturgia y Dirección: Carlus Padrissa- La Fura dels Baus. Dirección Musical: César Belda. Aforo 1200, Asistencia: 1094
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Desde su estreno mundial en la primavera de 1937 en el Alte Oper de Frankfurt son innumerables las ocasiones que hemos tenido de poder asistir a la magia de esta obra hasta el momento que hoy nos ocupa en el cual desde tierras catalanas nos viene Carmina Burana en una versión en la que se representan la pasión, la algarabía, la felicidad, el rubor, la tensión, el placer, la inocencia, la desolación el miedo e incluso la malicia, elevadas a la enésima potencia gracias a la acción escénica, como lo dicta el título de la obra: Cantiones profanae: cantoribus et choris cantandae comitantibus instrumentis atque imaginibus magicis (Canciones profanas para cantantes y coros para ser cantadas junto a instrumentos e imágenes mágicas).

Comprendido el tono jocoso en el que se desarrollan estas poesías goliardescas, surgidas en un ambiente de crítica a los estamentos clericales y en una invitación a la colorida vida hedonista, discurre esta versión tan histriónica como excitante. El discurso musical va en consonancia con la representación visual; el coro suena empastado y su actuación es muy contrastada e impactante. La versión de dos pianos y percusión incluye contrabajo y se encargan de transmitir acertadamente el carácter exuberante y rítmico de la obra. La interpretación de cada uno de los solistas es muy personal; la comunicación musical está más encaminada a la expresividad que a la corrección canora, llegando en momentos a sonidos estridentes, gritos e incluso a sonidos sin afinación concreta, circunstancias que distan mucho de ser errores sino que buscan de forma altamente eficaz la más empática comunicación del contenido en el que se mueven.

Al frente, un símbolo que evoca una brújula, indicando la orientación de un mapa de tierra sobre sangre, proyectado sobre un cilindro que servirá tanto de tamiz, como de pantalla e incluso formará parte de la escena. La tela que cubre el cilindro ocupa gran parte del escenario y al finalizar se encargará de dejar al desnudo a quién, durante la obra esconde en su interior. Desde la oscuridad surge Diana, con una flauta en vez de con un arco y flechas, a modo de ruptura del silencio, que atraviesa el patio de butacas seguida de una bailarina. Juntas acuden al encuentro de la soprano, que aún luce apariencia terrenal y a quien, ante la mirada de varias ninfas grecorromano-futuristas que rodeaban el patio, se va introduciendo en esta alegoría sobre el despertar de la naturaleza y de las emociones humanas más ardientes.

Estas ninfas caminan hacia el escenario colocándose en el lugar opuesto al que ocupan los hombres, enmarcando el cilindro en el que, se va proyectando material cósmico y lava hasta la llegada del gran “big bang” del comienzo de lo que la diosa Fortuna nos tiene reservado, momento en el que un agudo explosivo anuncia, una vez calmada toda la electricidad, que todo lo que queda de ello es la más pura sutileza.

Es el momento en el que nace la obra con O Fortuna, haciendo referencia a la circunstancia de nuestra aparición en escena en el momento en el que la naturaleza nos da la vida. El mágico número 3 que se va a emplear desde el principio para contar los versos de las estrofas, continúa dentro de la estructura de la obra en Fortune plango vulnera, por el número de repeticiones de la música, para dar salida al texto de los poemas de Beurein; los pianos van incrementando la intensidad de su ejecución generando más tensión sensorial a medida que el planeta avanza en su calentamiento, habiendo partido de una glaciación, antípodas emocionales de los cálidos terrenos en los que nos vamos a ver envueltos. Paulatinamente, van apareciendo sensuales formas femeninas en escena y por encima de ellas, en las profundidades del océano, se encuentra un pez abisal. Haciendo contraste, recurso muy empleado en la obra, en el cenit de la imagen, un pez volador otea desde arriba aguardando el despertar de la primavera junto con la del ser humano y de sus emociones.

Avanza el proceso de calentamiento con Omnia sol temperat acompañado de eyecciones solares, en el que el barítono se va descubriendo poco a poco. Cada vez aparece en escena más simbología sobre el calor y la pasión y así surgen las primeras aguas del deshielo en una cascada que cae sobre unas sensuales jovencitas que disfrutan del vigorizante baño del despertar. El coro, estupendamente guiado por Belda, atiende en todo momento a unos monitores colgados de los palcos, desde los cuales se administra el tiempo y el espacio, en Ecce gratum, usualmente menos largo entre las tres repeticiones.

La danza de Uf den anger da comienzo a la primavera: los pianos se explayan entre opuestos dinamismos empleándose a fondo en fuertes y vibrantes graves y limpios y cristalinos agudos, mientras llueven pétalos y libélulas dando paso al Floret silva nobilis en el que conoceremos al maestro Belda proyectado en el cilindro dirigiendo con acierto a la agrupación, y quien, al final, entre flores dedicará un cariñoso beso al público.

En Chramer gip die las féminas toman el protagonismo y nos presentan un cabaret en el que una mujer, con tan brillante como escasa tela cubriéndole los pechos, interactúa con imágenes móviles proyectadas; se le acercan iconos representativos del sistema consumista actual y los desestima de un manotazo acogiendo posteriormente el símbolo que en su origen se antojaba una brújula, descubriéndose ahora como en el símbolo de la rueda de la fortuna tatuado en carne sobre vino. La mujer se desnuda y se sumerge de lleno en un octaedro lleno de agua.

Uvas y pies se adueñan del cilindro mientras varias mujeres suavemente se deslizan hacia la tina octaédrica dejando un racimo de uvas a la mujer que la ocupa. La proyección de los pies comienza a moverse de arriba abajo simbolizando una vendimia y así, por arte de magia, parafraseando visualmente a San Juan en el relato de las Bodas de Caná, el agua de la tina se convierte en vino embriagando al auditorio, que ahora se ve inmerso In taberna. Doble conexión con la religión ya que el latín es el idioma predominante durante la obra aunque por aquel entonces ya se escribía en lenguas vernáculas, de las cuales, las versiones antiguas del alemán y del francés están presentes en las poesías.

Dentro de las desgracias que puede traer la Diosa Fortuna en sus designios, se nos presenta a un cisne en cuerpo y alma del estupendo contratenor colgado en una grúa y atrapado en un grill en el que dolorosamente se va asando mientras nos canta su escalofriante historia. A su alrededor, el cilindro se metamorfosea en un plato de comida, la guarnición de salsa de tomate y pimientos que acompaña al plato principal; él, quien en el pasado podía presumir de sus elegantes paseos por el lago y que ahora, recién terminado de asar contempla con horror los rabiosos dientes que harán trizas de él.

Aparece el Abad borracho como una cuba antes de uno de los puntos clave de la obra, la sátira con la que se hace una equiparación tanto de estamentos sociales como de géneros, roles familiares, edades, razas, cargos civiles o jerarquías dentro del clero; aquí bebe todo el mundo. La taberna, con más ambiente de cabaret moderno cuenta hasta con una barra de pole dance que anima el ambiente en una vorágine de juegos de azar, vino y sexo.

Con el ánimo caldeado comienza Cour dámours. Las chicas recostadas en el suelo enarbolan unos cartones que ya portaban como caretas en la taberna a modo de pensamiento, en los que se representa la cara de nuestro ardiente barítono, que se descubre más y más hasta mostrar un enorme corazón palpitante en su pecho. Por su parte Stetit puella aparece en escena con una larga túnica roja desde la que se desenvuelve suavemente hasta quedar desnuda detrás de ella.

Las emociones se precipitan y a medida que los carmina amatoria van acerando posturas instando a la juventud al despertar de las pasiones más profundas, el ambiente abrasa más y más hasta la llegada de un húmedo y tremendo orgasmo, generador de la vida que está a punto de surgir al cerrarse y volver a abrirse el ciclo del juego de Fortuna, Imperatrix mundi, que emerge con más fuerza que nunca desde el interior del cilindro, ahora convertido en una poderosa rueda con círculos concéntricos que giran vertiginosamente, rigiendo el devenir de toda la humanidad.

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