DVD - Reseñas
Tres por uno
Raúl González Arévalo

Los packs siempre son tentadores, más cuando en el lote se encuentra una de las mejores grabaciones de toda la videografía de un título tan complejo como Las bodas de Fígaro. A favor del conjunto, que se trata todo de grabaciones de un nivel que, incluso cuando se trata de rutina, es altísima rutina. No en vano, hablamos siempre de Covent Garden, de producciones que tienen un alto sentido dramático en su planteamiento y un elenco de cantantes -la calidad de coro y orquesta la damos por sentada- con nombres fundamentales o cuanto menos reputados en el canto mozartiano de los últimos años. Además, el producto se ha editado cuidadosamente, con un formato atractivo.
Dicho lo cual, cuando entramos en detalles, la calidad de las tres producciones no es homogénea. La más débil de todas es la más reciente, Così fan tutte. La puesta en escena busca involucrar al público saliendo del escenario, pero por lo demás no hay ideas verdaderamente innovadoras, ni en la manida presentación de los personajes, ni en la hipersexualización de la obra. Entre el reparto, correcto para el coliseo londinense, se sitúa a otro nivel el magnífico Ferrando de Daniel Behle por la calidad del canto, el dominio del estilo y la elegancia del intérprete, con una conmovedora “Un’aura amorosa”. Realmente es el único que merece el visionado expreso del DVD. La batuta de Bychkov es menos singular, pero conoce sobradamente las exigencias de la partitura mozartiana, que no fuerza en ningún momento.
Con Don Giovanni subimos de nivel, en primer lugar por el protagonista, Kwiecien, barítono carismático, siempre atractivo vocalmente y señor de la escena, en este caso opta por exacerbar el aspecto cínico del protagonista. Con todo, en esta ocasión descuella un Leporello realmente excepcional, a buen seguro el mejor de su generación y uno de los mejores de toda la videografía: Alex Esposito, monstruo escénico, cantante de mil matices, que siempre tiene el punto justo para este tipo de personajes bufos, sin pasarse nunca de rosca. Tsymbalyuk es un Comendador impresionante vocalmente, Kimberg como Masetto es mejor actor que cantante, mientras que a Poli Don Ottavio le viene grande. Entre las mujeres ninguna genialidad: honesta la Donna Anna de Byström y decepcionante la composición de Donna Elvira de Gens, sosa e impersonal, que por contraste hace mejor de lo que es la Zerlina de Watts. La puesta en escena de Holten presenta un escenario laberíntico, con numerosos planos que sirven al juego de los personajes, atrapados en sus propias situaciones enredadas. La dirección de Luisotti es acelerada, por momentos furiosa, aunque siempre elocuente.
La mejor grabación del lote es, con diferencia, Le nozze di Figaro. La puesta en escena de McVicar es extraordinaria en su concepto y su estética, inteligente en el uso de pocos elementos escénicos. Por una vez, teatro y música van de la mano, con una dirección igual de extraordinaria, en la que Pappano saca toda su sabiduría dramática al detalle, con una vivacidad y un realismo pocas veces alcanzado. La orquesta se beneficia de su batuta y ofrece a sus órdenes su mejor versión y la mejor prestación de las tres. Para rematar la operación, el reparto es irreprochable, del Fígaro irresistible de Schrott a la sensual Susanna de Persson, el despliegue del Conde de Finley o la nobleza de la Condesa de Röschmann. Shahan es un Cherubino joven, James compone una Barbarina picante como debe, mientras que Langridge está memorable como Basilio. Sin duda, la joya de la Corona.
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