España - Cataluña
Paso de gigante
Berta del Olivo
En un primer momento, se había programado la actuación de la violinista Esther Yoo para el Concierto para violín y orquesta de Sibelius pero finalmente la artista canceló su participación, baja por enfermedad, y fue sustituida por Clara-Jumi Kang, como informaba el Palau de la Música Catalana en su página web.
Este contratiempo resultó ser un acicate para la Orquesta Sinfónica Camera Musicae, que dió un paso de gigante en este concierto al lograr una sonoridad más compactada, una mayor densidad sonora. También contribuyó a sacar lo mejor de la orquesta la virtuosa violinista Kang, quien cedió y compartió protagonismo y buscó en todo momento la complicidad con la orquesta en el Concierto para violín de Sibelius, de alcance sinfónico, donde el violín y las secciones de la orquesta son voces por igual.
El sonido oscuro, profundo y expresivo de Kang con Sibelius recuerda al sonido de un er-hu, instrumento chino de dos cuerdas curiosamente con afinación en re, tonalidad del concierto del compositor finlandés. La violinista, niña prodigio en su infancia y hoy artista consagrada en su primera madurez, se mostró sobrada en el plano técnico, dominando las melodías endiabladas rematadas con armónicos y con agudos que cortaban la respiración, las dobles notas, los arpegios vertiginosos, los trinos ad infinitum, sin perder en ningún momento la tensión que exigía la música.
En esta pieza de Sibelius predomina el acento puesto en la oscuridad de los paisajes nórdicos, como ejemplifica el sobrecogedor inicio de la obra. Esa oscuridad da paso a pasajes de luminosidad, como luminosa es la nieve, pasajes que se corresponden con los fragmentos de mayor brillantez técnica para el solista.
Atrapado por la belleza de la música de Sibelius, el público vitoreó muy cálidamente a la orquesta y a la intérprete, quien ofreció como propina el bello Largo de la Sonata para violín número 3 en Do Mayor, BWV 1005 de Bach.
En la segunda parte nos adentramos de manera jovial con Dvorak en los paisajes de Bohemia con su Sinfonía número 8, opus 88. Además, su cuarto movimiento es muy recomendable para cualquier ceremonia académica. De hecho, Dvorak compuso la sinfonía con motivo de su admisión a la Academia de Artes y Literatura de Praga. Como decía el filósofo Zygmunt Bauman, se llega a la felicidad cuando nos damos cuenta de poder controlar los desafíos y dificultades de la vida.
El esfuerzo de la orquesta en sacar adelante un concierto sin apenas tiempo para ensayar con la solista tuvo su merecido reconocimiento en la ovación del público, quien supo apreciar en este concierto la mayor compenetración sonora del conjunto, muy concentrado en la interpretación de Sibelius.
Así, con obras que nos transportaron a los paisajes de Finlandia y Bohemia, la Orquesta Sinfónica Camera Musicae nos mostró su camino a la felicidad.
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