Reportajes
El Festival de Lucerna en Verano: el poder en la música
Alfredo López-Vivié Palencia

«El poder» es el tema conductor del Festival de Lucerna en Verano para esta edición de 2019, que se celebrará del 16 de agosto al 15 de septiembre y que ofrece más de sesenta espectáculos en total; he elegido la preposición «en» para el título, aunque cabría prácticamente cualquier otra: se trata de escuchar ejemplos de la relación entre el poder y la música (es muy significativo que las tres imágenes que ilustran la publicidad del Festival sean una gorra de plato, una tiara y un solideo). Shostakovich o Prokofiev -varias de cuyas obras sonarán en el Festival- sirven para representar tanto la exaltación del poder como la rebeldía ante él; nada refleja el poder del amor como el segundo acto de Tristán e Isolda (con el Concertgebouw de Amsterdam y Daniel Harding, y los protagonistas Stuart Skelton, Christine Goerke y Matthias Goerne); y una de las más atractivas ofertas de este verano -las tres óperas de Mozart y da Ponte dirigidas por Teodor Currentzis, un músico en la cresta de la ola- son el paradigma del poder político (Las Bodas de Figaro), el erótico (Don Giovanni) y el psicológico (Così fan tutte).
La llamada «jornada especial» -que este año será el 1 de septiembre- con dieciséis espectáculos por las calles de la ciudad, conferirá el poder al público mediante un concierto «a la carta» en el que el conjunto Festival Strings Lucerne, junto con miembros de la Academia, tocarán las piezas que se hayan elegido por votación popular en sede electrónica; también ofrecerán La historia del soldado de Stravinski. Por otro lado, el poder del destino sonará en las partituras de las tres últimas sinfonías de Chaicovski (respectivamente, Lucerne Festival Orchestra/Chailly; Filarmónica de Berlín/Petrenko; Orquesta del Mariinsky/Gergiev).
En su cuarta temporada como responsable de la Lucerne Festival Orchestra, Riccardo Chailly presenta tres programas (además del Chaicovski citado, un monográfico Rachmaninov con su Tercer Concierto con Denis Matsuev y su Tercera Sinfonía -compuesta al lado de Lucerna-, y la Sexta Sinfonía de Mahler). Por primera vez, un maestro que no es su titular -el canadiense Yannick Nézet-Séguin- también dará un programa con ellos (Concierto para violín de Beethoven con Leonidas Kavakos y Cuarta Sinfonía de Shostakovich). Otra novedad de este año es que Chailly asimismo se presentará con la Orquesta de la Academia con un programa Mosolov/Maderna/Schoenberg/Rihm.
Wolfgang Rihm es precisamente el director artístico de la Lucerne Festival Academy, y el encargado de impartir el seminario de composición. Los alumnos trabajarán además obras del compositor residente Thomas Kessler, de los galardonados de las Roche Young Commissions -Marianna Liik y el valenciano Josep Planells-, y de George Benjamin, quien acudirá este verano también como director. Igualmente los alumnos de la Academia darán -en un concierto en horas golfas- una sesión monográfica con piezas de Astor Piazzolla. A lo largo del Festival se producirá el estreno mundial de obras de Mark Andre, Thomas Kessler, György Kurtág y Roland Moser.
La serie de los conciertos sinfónicos -el gran tirón del Festival y del magnífico auditorio del KKL-, suma veintinueve. Además de los conciertos de la Orquesta del Festival y de la Academia, este verano sobresalen los dos de la Filarmónica de Berlín -esta vez con Kirill Petrenko ya como titular con plenos poderes (Berg y la Novena Sinfonía de Beethoven por una parte, Schoenberg con Patricia Kopatchinskaia y Chaicovski por otra). Bernard Haitink -este año ha soplado ya 90 espléndidas velas- prosigue su «indian summer» con la Chamber Orchestra of Europe (Schubert y Mahler), y se pondrá también al frente de la Filarmónica de Viena (Beethoven con Murray Perahia y Bruckner), quienes darán otro programa dirigidos por Andrés Orozco-Estrada (Korngold y Dvorák). También habrá programa doble del Concertgebouw de Amsterdam: además del citado Tristán, un concierto con Tugan Sokhiev y Tabea Zimmermann (Brahms/Bartók/Chaicovski); de la Orquesta del Mariinsky con Gergiev (Shchedrin/Rachmaninov/Chaicovski, y por otro lado Debussy/Sibelius/Chausson/Ravel/Shostakovich); de la Gewandhaus de Leipzig con Andris Nelsons (Octava Sinfonía de Bruckner, y una sesión Bartók/Debussy/Stravinski con András Schiff); y de la Sinfónica de Londres con Simon Rattle (Abrahamsen con Barbara Hannigan/Messiaen, y Haydn/Britten/Rachmaninov).
Una única función ofrecerá la Mahler Chamber Orchestra con Jakub Hrusa y Emmanuel Pahud (Mendelssohn/Mozart/Schumann); la Orquesta del Diván con Daniel Barenboim y Anne-Sophie Mutter (Sibelius/Beethoven); la Filarmónica de Israel con Zubin Mehta (Pártos/Schubert/Berlioz); la Filarmónica de Rotterdam con el sucesor de Mehta en Israel a partir del próximo año, Lahav Shani (Bruch/Bruckner); la Nacional de Francia con Emmanuel Krivine y Evgenii Kissin (Liszt/Mussorgsky); y como nueva presentación, la de la Sinfónica de Shanghai con Long Yu y Frank Peter Zimmermann (Chen/Prokofiev/Rachmaninov).
Leonidas Kavakos es el «artista estrella» de este verano, quien intervendrá en tres conciertos sinfónicos y en sesión camerística con la pianista Yuja Wang. Entre los recitales hay que destacar las dos primeras entregas de la integral de sonatas para piano de Beethoven a cargo de Igor Levit (que continuará hasta finales del año 2020); el de Maurizio Pollini, uno de los artistas más fieles al Festival (y a sí mismo, con un programa Brahms/Nono/Beethoven); o el de Cecilia Bartoli con un monográfico Mozart. Y entre los debutantes, el recital del violonchelista madrileño Pablo Ferrández, de quien Christoph Eschenbach ha dicho que «es el mejor violonchelista joven; lo tiene todo: una técnica brillante, una musicalidad profunda y un carisma impresionante».
El programa detallado puede consultarse en la página web del Festival www.lucernefestival.ch, donde igualmente pueden adquirirse las entradas.
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